¿Cómo deben responder la UE y la OTAN al ataque de Rusia?

Marta Rodríguez FouzUniversidad Pública de NavarraCesáreo Rodríguez-Aguilera de PratUniversitat de BarcelonaJosé Ángel López JiménezUniversidad Pontificia ComillasRafael García PerezUniversidad Pablo de OlavideRoger CampioneUniversidad de Oviedo y Sergio García MagariñoUniversidad Pública de NavarraKiev, Estatua de la Madre Patria, o más comúnmente conocida como Rodina-Mat
Foto de Petkevich Evgeniy en Pexels


A primera hora de la mañana de este jueves 24 de febrero de 2022, el presidente ruso Vladimir Putin ordenaba por televisión una “operación militar especial” contra Ucrania. Inmediatamente después se registraban explosiones en varios puntos del este del país y en Kiev, su capital, y las tropas rusas lanzaban ataques por tierra y aire. Hemos preguntado a varios expertos académicos cómo consideran que deberían reaccionar tanto la OTAN como la Unión Europea.


Rafael García Pérez

Profesor de Relaciones Internacionales, Universidad Pablo de Olavide

Han de responder con suma precaución. Ha estallado el conflicto. Se trata ahora de evitar su escalada. Limitar su extensión, duración y la intensidad de la violencia aplicada. Se impone una gestión política y estratégica frente a los medios militares, pero es dudoso que la OTAN y la UE dispongan de los recursos, y la voluntad, para hacerlo. También es dudoso que Rusia lo acepte.

Se han anunciado severas sanciones contra Rusia. Es evidente que también tendrán un profundo impacto en las economías europeas. Aquí también se debe ser prudente. Hay un riesgo cierto de recesión.


José Ángel López Jiménez

Profesor de Derecho Internacional Público, Universidad Pontificia Comillas

La historia de las relaciones entre Rusia y la UE, y Occidente en general, es una historia de sanciones durante la última década. No parecen haber constituido un desincentivo suficiente para el intervencionismo ruso en su extranjero próximo. Si, como parece en este momento, se van a a extender al acceso a los mercados financieros internacionales, a personas físicas y jurídicas afines al Kremlin, y en el ámbito tecnológico, pueden ser más lesivas que las que se han mantenido hasta ahora. No obstante, tendrán un efecto boomerang en los Estados y organizaciones internacionales sancionadoras, así como en la economía y el comercio internacionales.

La respuesta armada está descartada por parte de la OTAN y de Estados Unidos. Pero cuidado con los posibles efectos no buscados en incidentes militares colaterales en una zona muy convulsa (Kaliningrado, franja de Suwalki, Repúblicas Bálticas o Polonia) que pudieran activar la defensa colectiva en el marco de la OTAN frente a un ataque a uno de sus miembros.


Cesáreo Rodríguez Aguilera

Catedrático de Ciencia Política, Universitat de Barcelona

La UE debe aplicar las más duras sanciones económicas y financieras inmediatamente y reforzar su dimensión supranacional y, además, puede sugerir a sus Estados miembros que rompan sus relaciones diplomáticas con Rusia. La OTAN debe reforzar su presencia en los países miembros de la misma más cercanos a Rusia y ayudar militarmente a Ucrania desde fuera y en la medida de lo posible, sin arriesgar la paz mundial. En suma, la UE debe pasar de lo anunciado a la acción y poner las bases de una vez para una integración muy superior a la actual.


Marta Rodríguez Fouz

Profesora de Sociología en la Universidad Pública de Navarra, investigadora sobre los problemas de legitimación de la violencia colectiva y su presencia histórica y social.

La UE debe responder ahondando en la vía diplomática, aunque parece ya muerta, y aplicando aquellas sanciones que pudieran tener capacidad para incitar a un repliegue de Rusia. La OTAN, fortaleciendo la presencia militar que pudiera ser intimidatoria o funcionar como dique de contención. Por lo demás, ambas respuestas parecen poco eficaces ante el panorama bélico que se ha abierto con el ataque ruso a Ucrania. En el plano del discurso, la UE se está topando, además, con una justificación rusa de la invasión que resulta muy familiar y, por lo mismo, muy aterradora. Resulta muy familiar porque se habla, por ejemplo, de armas de precisión o del propósito de proteger a la población, cuestiones en suma que
pretenden apuntalar la idea de una guerra sin víctimas inocentes y
legitimada por una violencia previa que pudiera considerarse, desde el
derecho internacional, un motivo justo para la guerra. Con todo, tampoco
creo que haya mayor interés ni expectativa por parte de Rusia de obtener
la legitimación internacional de su invasión. Sí, quizá, la de cuestionar
el relato de condena unánime que cabe esperar de la UE.


Sergio García Magariño

Institute for Advanced Social Research, Universidad Pública de Navarra, investigador sobre radicalización violenta, seguridad colectiva, gobernanza y desarrollo.

Deben tomarse medidas en dos direcciones: una mirando al corto plazo y otra a medio-largo. A corto plazo, debe haber una reacción de rechazo lo suficientemente clara como para disuadir a Rusia de acciones similares en el futuro y a otros actores con intenciones similares. No obstante, la acción militar no debe estar en el tablero porque las consecuencias serían devastadoras. El medio-largo plazo implica la remodelación de la arquitectura institucional global: tenemos normas internacionales claras, pero carecemos de instrumentos políticos efectivos. El interés común y la interdependencia deberían ser los principios rectores de un nuevo sistema de gobernanza mundial que englobe a todos, representativo, con capacidad de coerción. Ya no es un ideal ni un lujo: es cuestión de supervivencia.


Roger Campione

Profesor de Filosofía del Derecho en la Universidad de Oviedo. Ha investigado sobre normas y problemas de los conflictos armados actuales.

A partir de la violación del derecho internacional constituida por el ataque militar ruso, sería de suma importancia que las instancias internacionales siguieran apostando por la vía diplomática y extremasen el control sobre el cumplimiento del ius in bello, el derecho internacional humanitario, se piense lo que se piense acerca de las razones y las causas de la guerra. Más que la Alianza Atlántica, que en el reciente pasado no ha destacado por ello, es la diplomacia europea, escasamente protagonista en un tablero geopolítico donde se ha resguardado a la sombra de la OTAN, la que podría reivindicar un papel destacado en este sentido, en virtud de su tradición intelectual y sus dramáticas experiencias históricas.

Marta Rodríguez Fouz, Profesora Titular de Sociología, Universidad Pública de Navarra; Cesáreo Rodríguez-Aguilera de Prat, Catedrático de Ciencia Política, Universitat de Barcelona; José Ángel López Jiménez, Profesor de Derecho Internacional Público, Universidad Pontificia Comillas; Rafael García Perez, Profesor Titular de Relaciones Internacionales, Universidad Pablo de Olavide; Roger Campione, Profesor Titula de Filosofía del derecho. Investigador Principal del Proyecto I+D+I «SMARTWAR: Viejas guerras y nuevas tecnologías», Universidad de Oviedo y Sergio García Magariño, Investigador de I-Communitas, Institute for Advanced Social Research, Universidad Pública de Navarra

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.

¿Es práctico y ético imponer el pasaporte covid y la vacunación obligatoria?

Responde: Antonio G. Pisabarro De Lucas, catedrático de Microbiología en el Departamento de Ciencias de la Salud y director del Instituto IMAB (Institute for Multidisciplinary Research in Applied Biology-Instituto de Investigación Multidisciplinar en Biología Aplicada) de la Universidad Pública de Navarra (UPNA).

Pixaby /Alexandra_Koch

Tiempo de lectura estimado: 3 minutos

El sistema inmunitario es la mejor herramienta de la que disponemos para defendernos de los agentes causantes de enfermedades infecciosas. Un sistema de varios elementos que ha ido perfeccionándose en un largo proceso evolutivo para defendernos específica y selectivamente de los microorganismos que nos rodean. Un sistema con memoria para responder rápidamente a agresiones futuras, un sistema que se adapta a los cambios de los agentes patógenos. El sistema inmunitario es, pues, una herramienta de presente y de futuro.

Las vacunas, el mejor medio contra las enfermedades infecciosas

Desde que el médico inglés Edward Jenner desarrolló en 1796 el primer procedimiento de vacunación para controlar la viruela, la estimulación selectiva del sistema inmunitario mediante esta práctica ha sido una estrategia esencial en la lucha contra las enfermedades infecciosas y contra las epidemias.

Mediante la vacunación hemos conseguido erradicar la viruela, casi erradicar la polio y controlar otras muchas enfermedades que habían devastado las poblaciones humanas a lo largo de la historia. Una gran parte de nuestro estado de salud actual, de nuestra esperanza de vida en 2022, se la debemos a las vacunas.

No obstante, no debemos confundir un medio exitoso de lucha contra la enfermedad con un fin en sí mismo. Las vacunas actuales contra el virus causante de la covid-19 producen una defensa frente al ataque del patógeno que es, en la inmensa mayoría de los casos, suficiente para que las personas infectadas no desarrollen ninguna enfermedad o, si lo hacen, padezcan solo efectos leves. Las personas vacunadas están muy protegidas frente al agravamiento de los casos que veíamos antes de la disponibilidad de las vacunas.

Por el contrario, las vacunas actuales no evitan que las personas vacunadas puedan infectarse y que sean, incluso, transmisoras de la enfermedad. La vacuna protege a las personas vacunadas. Esto se ha visto claramente en el caso de la variante ómicron y su explosiva expansión en regiones con altas tasas de vacunación. En este contexto hay que valorar dos asuntos: la vacunación obligatoria y el pasaporte covid. ¿Son éticos? ¿Son prácticos?

Se siguen dando pasos hacia la implantación de la vacunación obligatoria en algunos países de la Unión Europea y en otras regiones del mundo. También hacia el uso obligatorio del pasaporte covid para el acceso a locales comerciales, de ocio e, incluso, para poder trabajar.

La obligatoriedad de la vacunación y del uso del pasaporte covid plantea, por otra parte, un debate sobre aspectos morales y prácticos de ambas medidas que es independiente del suscitado, en contra de una abrumadora evidencia, en torno a la efectividad de la vacunación en general y del uso de esta estrategia para la lucha contra el coronavirus en particular. Es posible ser firme defensor de la vacunación a la vez que opositor a la imposición omnímoda de vacunas o pasaportes de vacunación. La realidad social es mucho más compleja que una serie de simples dicotomías.

¿Es ética la vacunación obligatoria?

Desde el punto de vista ético, es discutible que lo sea obligar a personas adultas en dominio de sus facultades a someterse a tratamientos o prácticas médicas en contra de su voluntad. La vacunación frente al coronavirus, en cualquier caso, supone la agresión física inherente a una inyección y la administración en el cuerpo del vacunado de un producto extraño a él.

Puesto que el principal efecto de estas vacunas es la protección del vacunado, podemos intentar persuadir a la población en general y a las personas en particular para que se protejan. Pero no debemos obligar a nadie a que lo haga. Por el contrario, es fundamental respetar la libertad de equivocarse y respetar que cada uno sea responsable de sus decisiones.

Se podría argüir que la obligatoriedad de la vacunación se basa en su efecto sobre la salud pública ya que permite controlar la epidemia y que, por tanto, está destinada a preservar ese bien mayor. Es cierto que estas vacunas previenen el agravamiento individual de la enfermedad (lo que es fácilmente observable). Con ellas, la disminución del número de casos graves y muy graves alivia la presión sobre el sistema de salud pública.

Sin embargo, los datos actuales muestran que las vacunas disponibles contra el coronavirus SARS-Cov2 no evitan el contagio ni la transmisión del virus, sino que, en todo caso, lo limitan y ralentizan. Por tanto, su efecto sobre la dinámica general de la epidemia es muy limitado y no justifica la limitación de derechos individuales asociada a una vacunación obligatoria.

Es importante recordar que esta no es una característica común para todas las vacunas. Hay otras en las que los efectos de prevención de la infección y del contagio son mucho mayores. Por eso, no es correcto hacer generalizaciones sobre la vacunación como estrategia general: cada enfermedad infecciosa y cada vacunación tiene sus características particulares.

¿Por qué otras vacunas sí son obligatorias?

También se podría argüir la obligatoriedad de otros tipos de vacunas como la de la fiebre amarilla en muchas zonas tropicales, la de la meningitis para los peregrinos a La Meca o las del calendario infantil de vacunación. Sin embargo, estas comparaciones no son adecuadas en este caso.

En el primero de los casos se trata de la obligatoriedad de la vacunación para quien quiera ingresar en las zonas en las que el virus es endémico. No para los residentes en esas zonas. Por otra parte, las características de la enfermedad y la eficacia de la vacuna contra la fiebre amarilla no son comparables a las de la covid-19 y su vacuna.

En el segundo caso, solo es necesario contemplar las imágenes de las aglomeraciones que se producen en las peregrinaciones para comprender la dificultad de mantener una mínima distancia social. Por otro lado, el sistema legal y de derechos en Arabia Saudí es diferente del de la Unión Europea.

Por último, el calendario vacunal infantil no es obligatorio en España. Sin embargo hay un calendario de vacunación recomendado que se explica a los padres por los pediatras. La responsabilidad de los progenitores hace que la inmensa mayoría de los niños españoles reciban su programa de vacunación. Esto muestra que apelar a la responsabilidad es una medida muy eficaz para lograr fines relevantes de salud pública.

De hecho, la apelación a la responsabilidad y protección individual han llevado a las altas tasas de vacunación en pauta completa en España sin necesidad de ninguna implantación obligatoria.

Las deficiencias del pasaporte covid

Llamamos pasaporte covid (o certificado covid digital) a un documento que informa sobre si se está vacunado contra la enfermedad, se ha realizado una prueba con resultado negativo o se ha superado la covid-19.

Se trata de un documento organizado por la Unión Europea como parte de su respuesta al coronavirus y, más concretamente, para garantizar la movilidad de las personas entre los países de la Unión.

Por eso, su uso para regular el acceso a otros lugares conlleva varios problemas. El uso del pasaporte covid en la vida diaria presenta un catálogo de deficiencias tan amplio que hace imposible que el Estado pueda implantar su uso obligatorio con suficientes garantías.

En primer lugar, se trata de un documento no solo fácilmente falsificable sino, también, difícilmente verificable ya que no es razonable esperar que todos los establecimientos tengan lectores QR conectados a un servidor seguro que autentifique la veracidad del certificado.

Más aún en un país como España donde la gestión de la vacunación está descentralizada, por lo que sería necesario coordinar los distintos servidores de manera suficientemente ágil como para ser operativa.

Por otra parte, las personas que controlan la presentación obligatoria del pasaporte no tienen, en general, ninguna autoridad para solicitar la información personal y sanitaria que contiene el pasaporte.

Además, el pasaporte covid tiene una validez limitada. La Unión Europea ha puesto en marcha desde el 1 de febrero nuevas normas sobre la validez del mismo y la coordinación de los viajes en la UE que limita la validez del certificado a nueve meses, a partir de la última dosis de vacunación.

Por último, debemos recordar que el pasaporte no garantiza que su portador no pueda ser portador o transmisor del virus porque la vacunación no protege contra la infección o el contagio. Por todo ello, el pasaporte como documento puede aportar, en algunas ocasiones, la falsa seguridad administrativa de que la persona está vacunada y que no contagia. Pero no aporta certeza real sobre su estado de contagio y su capacidad de contagiar. Además, en los casos en los que una persona dé positivo en un test de autodiagnóstico, el certificado covid no se actualizará si no se comunica a las autoridades sanitarias.

Lecciones de la historia de las epidemias

Una lección básica del manejo de riesgos en situaciones de pandemia es que hay que hacer todo lo posible para que la población tenga confianza en las autoridades sanitarias. Para ello, las medidas deben ser claras y estar claramente explicadas, con sus fortalezas y debilidades.

En situaciones de crisis, el pánico o la desconfianza hacen más compleja la situación. En la época actual, el pánico y la desconfianza se magnifican por el impacto de las redes sociales y de las informaciones sensacionalistas de gobiernos y medios de comunicación.

La experiencia histórica indica que la educación, la información y la responsabilidad son armas más eficientes que la propaganda, el rumor conspirativo y la imposición arbitraria a la hora de controlar las epidemias.

En este sentido, es importante comunicar claramente a la sociedad que la vacunación actual frente a la covid-19 es fundamental para prevenir el agravamiento individual de la enfermedad y que esta protección individual contra la enfermedad tiene una gran importancia social al disminuir el número de casos graves y muy graves que ayudarán a aliviar la presión sobre el sistema de salud pública. Y la salud pública es responsabilidad de todos.

Antonio G. Pisabarro, Catedrático de Microbiología, Departamento de Ciencias de la Salud, Instituto de Investigación Multidisciplinar en Biología Aplicada, Universidad Pública de Navarra

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.

 

 

Por qué la comunicación en tiempo real no es posible fuera de la Tierra

Ignacio del Villar Fernández, profesor titular del Departamento de Eléctrica, Electrónica y de Comunicación de la Universidad Pública de Navarra.

Shutterstock / ZinetroN

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Los seres humanos se comunican entre sí de dos formas. La primera es la misma que utilizan otros animales: la emisión de ondas sonoras. Sin embargo, estas son lentas y no se propagan más de unas pocas decenas de metros debido a la atenuación que introduce el aire. De ahí que hayamos buscado desde tiempos antiguos alternativas para la comunicación a largas distancias. Señales de humo, banderas y espejos fueron algunas soluciones, aunque ineficientes en cuanto a la cantidad de información que podían transmitir. Las cartas permitían transmitir muchos más datos, pero eran muy lentas.

Ilustración de un telégrafo óptico de Chappe.
Wikimedia Commons, CC BY

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El gran salto se produjo con el progresivo dominio de las ondas electromagnéticas. En 1791 Claude Chappe inventó el telégrafo óptico, un sistema con el que se podía transmitir un símbolo cada dos minutos entre París y Lille, separados entre sí 230 km. Sin embargo, este dependía de las condiciones climáticas y no funcionaba de noche.

En 1837 se implementó el telégrafo eléctrico, obra de William F. Cooke y Charles Wheatstone. En pocos años se logró comunicar Estados Unidos de este a oeste y, posteriormente, se consiguió transmitir a través del océano mediante cables submarinos.

En 1901, Guglielmo Marconi desarrolló experimentos sobre telegrafía inalámbrica cruzando todo el Océano Atlántico.

El nacimiento de la sociedad de la información

Ya en los siglos XX y XXI la aplicación de fibra óptica y la tecnología inalámbrica moderna han conducido a la creación de la sociedad de la información, donde nos podemos comunicar unos con otros en tiempo real.

Todo esto es posible porque las ondas electromagnéticas se transmiten de forma mucho más rápida que las sonoras. El sonido, aún en condiciones óptimas a través de diamante, alcanza una velocidad 10 000 veces inferior que con ondas electromagnéticas transmitidas por aire o fibra óptica.

Un parámetro que permite evaluar la calidad de las comunicaciones es el tiempo de ida y vuelta (en inglés, round-trip time, RTT). Es decir, el tiempo que transcurre desde que un emisor transmite un mensaje a un destinario hasta que le llega de vuelta la respuesta. Este se puede aproximar a 2 veces la separación entre los interlocutores dividido por la velocidad de propagación de la señal.

Los ingenieros y científicos definen valores de RTT de alrededor de 200 milisegundos como umbral de calidad en la comunicación en tiempo real. Si tenemos en cuenta que la velocidad del sonido por el aire es de 340 m/s, y que el RTT no debe superar los 200 ms, podemos deducir que la distancia para una conversación entre dos personas no debe exceder los 34 metros. Un valor lógico si tenemos en cuenta que las comunicaciones sonoras están pensadas para hablar entre personas cercanas.

En cuanto a las señales electromagnéticas, hoy en día se pueden propagar a través de medios guiados e inalámbricos con valores en torno a 2×10⁸ m/s, similares a la velocidad de la luz (en el caso de la fibra óptica es luz lo que se trasmite).

Para esta velocidad, si queremos no superar el RTT de 200 ms, la separación entre dos interlocutores no debe exceder los 20 000 km. Justo la distancia más grande entre cualesquiera dos puntos de la superficie terrestre.

En otras palabras, la velocidad de propagación de las ondas electromagnéticas es la adecuada para comunicarnos en tiempo real entre todos los habitantes de la Tierra.

. Tendríamos que esperar 8,4 años para recibir una respuesta de un hipotético interlocutor en un planeta que rote alrededor de la estrella más cercana a la Tierra, Proxima Centauri-
ESA/Hubble / NASA

¿Y qué pasa con la comunicación interplanetaria?

Para la Luna, que dista de la Tierra 384 000 km, el RTT aumenta hasta varios segundos. Este es un valor inaceptable para muchas de las aplicaciones que utilizamos en nuestra sociedad de la información. Para planetas, el RTT alcanza los minutos. No digamos ya para la estrella más cercana, Proxima Centauri, situada a 4,2 años luz. Su RTT es de 8,4 años. Tendríamos que esperar más de dos olimpiadas para recibir una respuesta de un hipotético interlocutor en un planeta que rote alrededor de esta estrella.

La velocidad de la luz tendría que aumentar drásticamente para lograr obtener comunicación interplanetaria o interestelar. Por el contrario, si la velocidad de la luz fuera menor no sería posible comunicar dos puntos de la Tierra sin correr el riesgo de que el RTT supere los 200 ms. En otras palabras, la comunicación terrestre en tiempo real ya no sería posible y la sociedad de la información colapsaría.

Por ejemplo, si la velocidad de propagación de la luz en fibra fuera de 2×10⁷ m/s en lugar de 2×10⁸ m/s, el RTT entre Buenos Aires y Seúl (separados por casi 20 000 km) aumentaría de 200 ms a 2 segundos. Esto implicaría tener que estar esperando cada vez que hable alguien, mientras que aplicaciones más exigentes como la cirugía remota o los videojuegos interactivos no podrían afrontar este incremento de tiempo.

La velocidad de las ondas electromagnéticas es suficiente para que los seres humanos nos comuniquemos en tiempo real entre dos puntos cualesquiera de la Tierra, pero insuficiente para que lo sigamos haciendo conforme nos alejamos de ella. La sociedad de la información solo es posible en planetas cuyo diámetro no sea mayor que el diámetro de la Tierra y solo un animal como el ser humano, capaz de controlar la propagación de señales electromagnéticas, puede beneficiarse de esta tecnología.

Esta paradójica coincidencia apunta hacia cuestiones como el ajuste fino del universo o el principio antrópico, a la vez que abre el camino a más reflexiones.

Una es por qué la evolución del ser humano ha convergido con el desarrollo de la sociedad de la información en un planeta como la Tierra. El RTT de 200 ms, considerado adecuado para aplicaciones en tiempo real, es válido porque nuestro cerebro, combinado con otras partes de nuestro cuerpo como los ojos y oídos, reacciona a diferentes estímulos con tiempos de respuesta que se ajustan a ese valor.

Además, este RTT es fruto de muchos años de evolución, y el diámetro de la Tierra también ha sido el resultado de la expansión del universo. El tercer parámetro, la velocidad de la luz, se combina con el RTT y el diámetro de la Tierra hacia la creación de la sociedad de la información, que básicamente consiste en muchos seres humanos interactuando entre sí en tiempo real en la superficie de nuestro planeta.

Otra reflexión se refiere al sentido de colonizar planetas cuando no es posible comunicarse con ellos en tiempo real. ¿Podremos en el futuro superar la velocidad de la luz?

Ignacio Del Villar Fernández, Profesor Titular de Tecnología Electrónica, Universidad Pública de Navarra

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.

La luz no sube solo en España, sube en toda Europa

Mar Rubio-Varas, profesora titular del Departamento de Economía y directora del Instituto Inarbe (Institute for Advanced Research in Business and Economics) de la Universidad Pública de Navarra.

Foto de Pok Rie en Pexels

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2021 cerró con los precios más altos de la electricidad en la historia de España. En los últimos meses, el precio del MWh se ha convertido en un dato fijo del telediario. Sin embargo, nadie recuerda el precio medio de hace un año: 28,5€/MWh en febrero de 2021. Entonces, no era noticia.

Precios de la electricidad en España 1998-2021
Precios de la electricidad en España 1998-2021.
OMIE

Se debe hablar más bien de los precios más altos de la electricidad de la historia europea, puesto que es un fenómeno paneuropeo. En 2021, los precios mayoristas de la electricidad en la Unión Europea (UE) se dispararon y la mayoría de los países experimentaron niveles récord en el tramo final del año. Detrás de este súbito incremento se encuentran una combinación de diversos factores estructurales, coyunturales y fortuitos.

Entre los factores estructurales, muchos analistas incluyen el mecanismo marginalista de fijación de precios en la UE y el escaso margen de maniobra de un mercado eléctrico escasamente integrado.

Los factores coyunturales son los ligados al aumento de la demanda por la recuperación económica pospandémica, que empuja a su vez los precios del gas natural, del carbón y de los derechos de emisión.

A todos estos se suman también factores fortuitos como la falta de viento en Europa durante muchas semanas seguidas o la parada de un tercio de los reactores nucleares de Francia a raíz del descubrimiento de un potencial problema en sus instalaciones. A mediados de diciembre de 2021, 17 de los 56 reactores franceses estaban parados, forzando los mayores niveles de importación de electricidad de la historia francesa y poniendo al límite las interconexiones con los países vecinos.

Precios medios mensuales de la electricidad al por mayor

Crisis, las de antes

Los más agoreros hablan ya de crisis energética y algunos se atreven a vaticinar que estamos a las puertas de una crisis económica comparable con la de los años 70 del siglo pasado. El aumento en los precios de la electricidad en Europa sería solo la punta del iceberg de la escasez de suministros energéticos a nivel mundial mundial. Los datos, sin embargo, no avalan tales afirmaciones.

Ni el petróleo ni el gas natural están en precios máximos históricos. Ambos están muy lejos de los máximos que se marcaron en 2008, justo antes de hundirse debido a la crisis económica desatada por la crisis financiera. Y también están lejos de los máximos de la última década.

Si bien es cierto que desde marzo de 2020 los precios de los combustibles vienen marcando una tendencia alcista, acompañando a la recuperación económica y al recorte de suministro ruso (un 25% menos a Europa en el cuarto trimestre de 2021 respecto al mismo periodo de 2020), el actual nivel de precios de los combustibles fósiles no invita a pensar en una crisis energética global.

Precios internacionales del gas natural (eje izquierdo, verde) y petróleo (eje derecho, azul) 2012-2022

Precios internacionales del gas natural y petróleo 2012-2022
Precios internacionales del gas natural (eje izquierdo) y petróleo (eje derecho)
2012-2022.

Tradingeconomics.com

El riesgo está en el petróleo

Pero ¿podría la escalada de los precios de la electricidad provocar una crisis económica de las proporciones que tuvo la crisis del petróleo hace 50 años? La respuesta pasa por comprender la estructura del consumo energético.

Aunque tengamos la sensación de que la electricidad es la principal forma de energía que utilizamos y de la que más dependemos, lo cierto es que no alcanza el 20 % del consumo final de energía, frente al 40 % que sigue representado el petróleo.

En 1973, cuando los precios del petróleo sufrieron el alza que desencadenó la peor crisis económica de la segunda mitad del siglo XX, el petróleo representaba casi la mitad del consumo final de energía del mundo. Es por eso por lo que la subida del precio de los combustibles derivados del petróleo sigue siendo, aún hoy, un fuerte desestabilizador de economías (para muestra, véase lo que está pasando en Kazajistán).

Deberíamos hablar de crisis eléctrica en Europa en lugar de hablar de crisis energética. Igual que deberíamos referirnos a la subida en el precio de la electricidad en lugar del alza del precio de la energía, como hacen los medios a diario. El precio de la electricidad no genera revueltas ni paraliza la actividad económica en Europa (todavía).

Consumo de energía final por fuente, 1973-2018

Consumo de energía final por fuente, 1973-2018
Consumo de energía final por fuente, 1973-2018.
IEA

Incertidumbre eléctrica

Soy consciente de que a una buena parte de los lectores estas disquisiciones le parecerán banales frente a su factura de la luz. Lo que quieren saber es si la electricidad seguirá o no marcando máximos en los próximos meses. Es difícil de aventurar puesto que los factores estructurales, coyunturales y fortuitos que ya hemos enumerado siguen en marcha.

Si el invierno es frío, los precios seguirán en máximos.

Si no sopla el viento, también.

Si Rusia invade Ucrania, el precio del gas subirá.

Si el precio del gas en los mercados internacionales sigue al alza, los precios de la electricidad lo reflejarán sin duda.

Si más reactores franceses tienen que entrar en parada no programada, las interconexiones europeas podrían alcanzar su límite y forzar apagones en Francia y, a la vez, empujar los precios al alza en toda Europa.

Pero, al mismo tiempo, la demanda eléctrica de primavera es menor que la invernal y las rutas marítimas están abarrotadas de buques llenos de gas para Europa. Puede que ya hayan quedado atrás las peores semanas.

Estrechando lazos

Ante este escenario, muchas voces abogan porque España gane independencia energética cuando el país es prácticamente una isla eléctrica.

La Unión Europea recomienda que la capacidad mínima de interconexión entre países sea de al menos el 10 % de la capacidad de generación instalada en cada uno de ellos.

España es el único país de la Europa continental que no alcanza este umbral (los intercambios de electricidad internacionales en 2020 no llegaron al 3 %).

Ratio de Interconexión eléctrica Europea
Ratio de Interconexión eléctrica Europea.
ENTSO-E vía REE

Tener más y mejor acceso al sistema eléctrico europeo, uno de los más robustos y seguros del mundo, aumenta la seguridad y continuidad del suministro. Además, incrementa la eficiencia de los sistemas interconectados, aprovechando la generación más barata de entre las disponibles, al permitir que la energía sea transportada desde donde cuesta menos hasta donde es más cara. También aumenta la competencia, en tanto que las importaciones de energía de otros países requieren de agentes que hagan ofertas más competitivas y logren que sean aceptadas, lo que trae consigo una reducción en el precio mayorista de la electricidad.

Interconexiones eléctricas transfronterizas en Europa
Interconexiones eléctricas transfronterizas en Europa.
Asociación europea para la cooperación de operadores de redes de transporte de electricidad (ENTSO-E)

Dado todo lo anterior, las interconexiones juegan un papel clave en la integración de los mercados eléctricos y serán una de las maneras en las que, en el futuro, los precios de la electricidad volverán a su cauce.

En lo más inmediato, en las semanas que quedan de este invierno, es probable que se vuelvan a observar máximos históricos puntuales en los precios mayoristas de electricidad en España y en Europa. Pero, también, podría haber pasado ya lo peor de esta crisis de precios.

En cualquier caso, los datos disponibles de precios y estructura del consumo energético actual descartan que nos encaminemos, en el corto plazo, a una crisis energética global al estilo de la de los años 70 del siglo XX.

Mar Rubio Varas, Profesora titular de Historia e Instituciones Económicas. Subdirectora del Institute for Advanced Research in Business and Economics (INARBE), Universidad Pública de Navarra

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.

¿De qué depende la calidad de la carne?

María José Beriain Apesteguia, catedrática de Nutrición y Bromatología en el Departamento de Agronomía, Biotecnología y Alimentación de la Universidad Pública de Navarra e investigadora del Instituto ISFOOD – Institute for Innovation & Sustainable Development in Food Chain de la Universidad Pública de Navarra (UPNA)

Foto de mali maeder en Pexels

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La obtención de carne encierra un complejo conjunto de factores que interactúan a lo largo de toda la cadena alimentaria. El resultado es un amplio abanico de carnes muy diversas en su calidad y precio como sucede en otros sectores, como por ejemplo el vinícola, en el que el consumidor diferencia vinos del año de un reserva.

En este sistema complejo intervienen aspectos tanto productivos como tecnológicos. Así, el ganadero debe orientar sus esfuerzos a la producción de animales con la adecuada composición tisular dependiente de la raza, edad y alimentación.

Por otra parte, los tratamientos posteriores al sacrificio como la maduración en las cámaras de refrigeración confieren una serie de modificaciones en las características sensoriales que mejoran la calidad de la carne. Producen un ablandamiento progresivo, un incremento de la jugosidad y el desarrollo de los aromas característicos.

La carne con periodos de maduración de varios meses en condiciones controladas o los productos cárnicos procesados (jamón) desarrollan una microbiota específica que forma metabolitos con propiedades saludables (probióticos) aún no conocidos suficientemente. Se deben realizar más estudios con inclusión de biomarcadores relacionados con la ingesta de carne y derivados para conocer la contribución saludable de estos metabolitos a nuestra dieta.

Investigación e innovación

Es incuestionable que el sector cárnico es uno de los sectores agroalimentarios más poderosos. La actividad investigadora permite obtener el conocimiento necesario para su continua innovación. Congresos y conferencias internacionales sirven como punto de encuentro del sector empresarial, Administración y universidades y centros de investigación dedicados a la investigación de la ciencia y la tecnología de la carne.

El creciente interés por una alimentación saludable ha dado lugar a que la carne y los productos cárnicos no sólo se empleen para proporcionar los nutrientes necesarios. Además, se espera que tengan funciones adicionales para prevenir enfermedades y mejorar la salud y el bienestar de los consumidores.

Conservación de la biodiversidad animal

También es importante tener en cuenta que la producción ganadera se sustenta en numerosas razas de ganado repartidas por todo el mundo. De ellas, el 30 % están en riesgo de extinción. Son indispensables para conservar la biodiversidad animal y mantener el medio rural, social y ecológico de nuestro planeta.

Los ganaderos de razas autóctonas españolas de vacuno de carne se acogieron al Régimen de Denominaciones de Origen y Denominaciones Genéricas y Específicas con el fin de hacer posible la diferenciación de las carnes que por sus características raciales y de producción presentan una elevada calidad.

En Navarra, la raza bovina Pirenaica, autóctona de la zona, está presente en el 85-90 % de las granjas de la IGP (Indicación Geográfica Protegida) Ternera de Navarra, según ha confirmado la secretaria técnica de la IGP Ternera de Navarra, Carmen Díaz de Cerio.

Ejemplares de vacas pirenaicas pastando.
Shutterstock / Revelados.Info

Carne vegetal y de laboratorio

Los nuevos alimentos sintetizados en biorreactores mediante cultivos celulares para obtener la llamada “carne de cultivo” o a partir de impresoras 3D no se corresponden con la carne tradicional resultado del complejo proceso señalado más arriba.

Existen aportaciones científicas que indican que la “carne cultivada” requiere fármacos y hormonas cuyo impacto en la salud a largo plazo se desconoce. Si bien en la cría de animales pueden usarse antibióticos si sufren alguna patología, la carne siempre debe cumplir la misma normativa en cuanto a los residuos de estas sustancias en el momento de consumo. Este aspecto no está normalizado en el caso de la “carne de cultivo”.

También se fabrican productos de origen vegetal, principalmente derivados de leguminosas y cereales, que tratan de imitar los tradicionales de origen animal. Muchas veces son sucedáneos sintéticos a los que se añade un gran número de aditivos para tratar de asemejarse al sabor y la textura a los derivados de la carne.

La definición de carne de consumo viene recogida en el Código Alimentario. Allí se deja bien claro qué es carne y qué no lo es. ¿No sería más riguroso y objetivo dejar de llamar carne con apellido “vegetal” o “de cultivo” a estos nuevos materiales comestibles y crear un nuevo nombre para identificar esta nueva línea de productos alimentarios?

En busca de una dieta equilibrada y sostenible

El planeta se halla bajo estrés por acumulación de gases contaminantes, el aumento del consumo de agua y el uso abusivo de tierras y bosques. Seleccionar los alimentos de forma sostenible para seguir una dieta saludable contribuye a reducir el impacto y preservar el medio ambiente.

En el 2050, la población mundial alcanzará 9 700 millones personas, lo que requerirá un incremento del 50 % más de alimentos agrícolas. Por ello, está siendo necesaria la búsqueda de proteínas alternativas a la carne provenientes de otras fuentes como vegetales, insectos, algas, hongos…

Sin embargo, para paliar los problemas globales de salud pública basados en deficiencias nutricionales en el caso de algunos minerales (hierro, yodo, zinc) y vitaminas (como la A, la D, la B12, folato), es necesario que las fuentes proteicas de elevado valor biológico aporten estos macro y micronutrientes para garantizar una dieta equilibrada.

¿Con qué herramientas contamos para garantizar alimentos de origen animal para una dieta equilibrada y sostenible? La respuesta y solución posible podrá surgir de diferentes ámbitos. Algunos de ellos son la biotecnología agrícola, el bienestar animal, la mejora genética, los sistemas de producción y evaluación de la huella ambiental, la producción ecológica y la disminución del desperdicio de alimentos.

Necesitamos, por tanto, trabajar y colaborar para dotar de nuevos alimentos que cubran las necesidades nutricionales de las personas que habitamos el planeta y, al mismo tiempo, adaptar los sistemas productivos actuales para hacerlos más sostenibles.

María José Beriain Apesteguia, Catedrática de Nutrición y Bromatología, Universidad Pública de Navarra

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.