Los casos de diabetes tipo 1 aumentan en todo el mundo, pero cada vez los gestionamos mejor

Arantxa Bujanda Sainz de Murieta , profesora ayudante del Departamento de Ciencias de la Salud de la Universidad Pública de Navarra (UPNA)The Conversation


Foto de Nataliya Vaitkevich en Pexels

Tiempo de lectura: 1 minutos

Al contrario de lo que muchas personas creen, el control de la diabetes no se limita únicamente a la alimentación y a la administración de insulina antes de cada comida.

Imaginemos el cuerpo humano como un vasto parque de atracciones, con sus sistemas biológicos trabajando en armonía para mantenernos siempre en movimiento.

Entre otras causas, esta armonía puede quebrarse por un déficit de insulina, hormona esencial para la supervivencia. Sin ella, la glucosa se acumula en la sangre y no puede entrar en las células de nuestro organismo para producir energía.

Las razones de esa carencia pueden ser variadas. En algunos casos, los responsables son los anticuerpos, pequeñas proteínas del sistema inmunitario que, en vez de protegernos contra invasores externos, se rebelan contra el propio organismo, atacando a las células del páncreas y desencadenando la diabetes tipo 1.

No se trata del tipo de diabetes más común, pero su impacto es significativo. Afecta actualmente a casi 9 millones de personas en el mundo, y se estima que la cifra se duplicará en los próximos 20 años.

¿Qué está impulsando este aumento si, a pesar de que la causa no está clara, ya se ha establecido que no tiene nada que ver con hábitos de vida poco saludables? Pues aunque parezca paradójico, se trata de una tendencia positiva: en gran medida se debe a la reducción de la mortalidad prematura en países de bajos ingresos.

Un constante vaivén

El día a día de las personas que conviven con diabetes de tipo 1 puede asemejarse a un constante vaivén en una montaña rusa de altibajos glucémicos. Por ello, es importante conocer todos los factores que influyen en el manejo de la enfermedad.

En un páncreas sano, la liberación de insulina se desencadena automáticamente en respuesta a niveles elevados de glucosa en la sangre, manteniendo dichos niveles estables incluso después de una comida rica en azúcares. Sin embargo, en el caso de sufrir diabetes tipo 1, las personas diagnosticadas deben administrar esta hormona a través de inyecciones o mediante un sistema de infusión continuo, lo que requiere un cálculo preciso de la dosis necesaria.

Este cálculo depende de múltiples factores, y algunos de ellos –sobre todo, la alimentación– pueden resultar desafiantes. En particular, los hidratos de carbono ejercen una influencia significativa en los niveles de glucosa; por eso es fundamental contar con métodos precisos para medirlos, ya sea a través de la lectura de etiquetas nutricionales, el pesaje de los alimentos o la cuantificación por volumen.

Hay otros factores que también impactan en la glucosa, como el orden de las comidas, los alimentos con los que se combinan o el índice glucémico del producto, que determina la rapidez con la que la comida eleva los niveles de glucosa.

Dicho índice puede verse reducido por la cantidad de fibra presente en el alimento, la retrogradación (técnica que crea almidón resistente al dejar enfriar el alimento) y la gelatinización (que ocurre cuando la comida no se cocina en exceso, permitiendo que el almidón no pierda su estructura). Por ejemplo, consumir una ensalada antes de un plato de arroz integral, cocido el día anterior y al dente, ralentiza la absorción de glucosa.

Y no solo eso: las proteínas y las grasas también elevan la glucosa, aunque lo hacen en menor medida y de manera tardía, generalmente de 3 a 6 horas después de su ingesta. Sin embargo, aún no existen pautas claras para que una persona con diabetes contabilice estos nutrientes.

Giros inesperados

Al contrario de lo que muchas personas creen, el control de la diabetes no se limita únicamente a la alimentación y a la administración de insulina antes de cada comida.

Por ejemplo, ¿qué sucede cuando una persona con diabetes realiza actividad física? Depende. Si se trata de un ejercicio efectuado a intensidad moderada durante un período prolongado (como correr, nadar o andar en bicicleta), la glucosa en sangre disminuye. En cambio, cuando es de alta intensidad y durante poco tiempo (como levantamiento de pesas o sprints), la glucosa aumenta.

Además, hormonas como la adrenalina y el cortisol, que se liberan en situaciones de estrés, proporcionando energía adicional a los músculos y al cerebro para estar alerta y listos para actuar, también generan subidas de glucosa inesperadas.

Tomando las riendas

Considerando todos estos aspectos, las personas con diabetes tipo 1 tienen que tomar numerosas decisiones en su día a día sobre el manejo de su enfermedad.

Como los vagones de una atracción que suben y bajan, el cuerpo experimenta momentos de hiperglucemia (elevación de la glucosa en sangre) e hipoglucemia (disminución de la glucosa). Son cambios bruscos que pueden afectar al organismo y traer consigo complicaciones a largo plazo como problemas oculares, renales o de circulación.

La buena noticia es que la incidencia de estas consecuencias se ha conseguido reducir gracias a mejoras en la atención y el tratamiento, la gestión de factores de riesgo y el apoyo social, familiar y profesional. De hecho, la mejora de la esperanza de vida tras el diagnóstico de esta enfermedad representa uno de los éxitos clínicos y de salud pública más importantes de las últimas décadas.

En este contexto, proporcionar una educación diabetológica de calidad es la clave para que las personas con diabetes alcancen una vida plena. Con una comprensión adecuada del funcionamiento de su cuerpo, se vuelve más sencillo manejar sus niveles glucémicos incluso en los momentos más desafiantes.

En definitiva, se trata de transformar el vertiginoso viaje en montaña rusa en un apacible paseo, dejando las emociones intensas para las atracciones de feria.

Arantxa Bujanda, Enfermera especializada en diabetes, Universidad Pública de Navarra

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.

Los horarios dispersos del fútbol español sirven a las audiencias chinas, pero olvidan a los aficionados locales

José Javier Belloso Ezcurra , profesor asociado del Departamento de Estadística, Informática y Matemáticas de la Universidad Pública de Navarra (UPNA)

Imagen de master1305 en Freepik

Tiempo de lectura: 2 minutos

 Para poder respetar la máxima de “fútbol a todas horas” y adaptarse a los horarios chinos, se juegan partidos en horas no habituales y el aficionado sufre por ello.

La vida del aficionado al fútbol en España es muy dura. Si quiere ver a su equipo en directo, tiene que estar disponible cada fin de semana durante 20 horas. Dos por cada una de las diez franjas horarias distintas a las que le puede tocar jugar a su club. Y no son continuas, ya que están repartidas en cuatro días.

Los números de la tabla que sigue a este párrafo representan los partidos que se jugaron durante la temporada 23/24 de viernes a lunes en la liga española. Para elaborarla, se ha considerado la temporada 23/24 completa y, por simplificar, tan solo se han tenido en cuenta las jornadas de fin de semana, que representan casi el 90 % de los partidos.

Partidos de LaLiga en la temporada 23/24 y horas de inicio.
Javier Belloso, CC BY-SA

En verde aparecen los horarios en los que, históricamente, se disputaban la mayoría de los partidos, los sábados a las 20 horas y los domingos a las 17 horas. Ahora, estas franjas horarias acogen tan solo el 16 % de los encuentros.

La llegada masiva de las televisiones y la creciente atención a los mercados internacionales chino y americano son los factores que han hecho saltar por los aires la forma tradicional de ver el fútbol.

Esta es, al menos, la explicación ofrecida por la Liga Nacional de Fútbol Profesional, que es la organizadora de la competición. Los cambios en los horarios se produjeron en el año 2011, con el argumento de que el objetivo era mejorar el producto desde el punto de vista televisivo.

Mirando el interés puramente económico, parece incontestable que hay que adaptar los horarios locales con las diferentes zonas horarias de los potenciales clientes que ahora están repartidos por todo el mundo.

Además, que no se jueguen dos partidos en la misma hora aumenta la concurrencia y por tanto la recaudación. Por esta razón, los horarios de los partidos de la liga española han quedado tan dispersos como se muestra en el gráfico anterior.

Horarios chinos para aficionados locales

Para poder respetar la máxima de “fútbol a todas horas” y adaptarse a los horarios chinos, se juegan partidos en horas no habituales y el aficionado sufre por ello. En aras del aumento en la recaudación, los intereses de los aficionados locales, que son agentes muy importantes en este negocio, no han sido tenidos en cuenta.

Pero para valorar la situación adecuadamente, hay que compararla con el resto de competiciones futbolísticas europeas. Esto permite entender cómo se han adaptado los demás al mismo reto televisivo y económico.

Horarios de la Jornada 12 de la Liga 2024/25, que coincide con las fechas de la redacción de este artículo. Se puede apreciar la dispersión en toda su amplitud. Diez partidos, diez horarios diferentes.
LaLiga, CC BY-SA

¿Hay dispersión de horarios en el resto de ligas europeas?

Analizamos las otras tres principales ligas europeas, la Bundesliga alemana, la Premier inglesa y la Serie A italiana, para la totalidad de partidos de la ya concluida temporada 23/24.

Total de partidos por cada horario de LaLiga, Serie A, Bundesliga y Premier. Temporada 23/24. La altura de cada barra indica el número de partidos que han comenzado en la franja horaria de día y hora que se indica en el eje horizontal. Cada diagrama tiene tantas barras como horarios utilizados en cada competición. Las franjas comienzan en hora local exacta para mejorar la visualización y hacerlas comparables.
Javier Belloso, CC BY-SA

LaLiga española se juega a partes iguales los sábados y domingos a las 14, 16, 18 y 21 horas, y los lunes y viernes en este último horario. La dispersión es muy alta.

La Serie A italiana presenta también bastante dispersión, aunque contiene tan solo tres horarios en lugar de cuatro, mostrando una distribución más normalizada entre las 15, 18 y 20 horas de sábado y domingo. Se presenta más homogénea que LaLiga.

La Premier inglesa está muy concentrada en torno a los 128 partidos (33,68 %) que se disputan en la hora tradicional de las islas británicas, los sábados a las 15 horas, donde se solapan cinco partidos cada semana.

Más concentrados todavía están los horarios en Alemania, donde más de la mitad de los partidos (51,63 %) se juegan los sábados a las 15:30 horas. Tan solo tienen seis horarios distintos el fin de semana y el lunes no se juega. También esta competición solapa cinco partidos por jornada en la hora preferida por los aficionados locales.

Mantener una programación de partidos similar a la de la liga española en el siglo pasado (alrededor de un horario central) ha sido posible para ingleses y alemanes.

Parece que las televisiones y los mercados asiáticos no han tenido influencia en estos campeonatos, en los que se han priorizado los gustos y las costumbres de sus aficionados para seguir viendo los partidos en el horario habitual.

Otro aspecto importante donde LaLiga va a la zaga es en el anuncio de los horarios de los próximos partidos. Informa por adelantado de los horarios de las próximas cuatro jornadas, mientras que la Serie A anticipa doce y Bundesliga y Premier programan con seis jornadas de antelación.

Si nadie lo remedia, el perjuicio sobre los aficionados españoles va a continuar. Recientemente los responsables de la Liga Nacional de Fútbol Profesional han anunciado acuerdos para que se vean partidos en abierto en China y se siga con la adaptación de los horarios para los aficionados chinos.

Los aficionados deciden en la Premier y la Bundesliga

Los aficionados son uno de los agentes importantes en este negocio y deberían ser tenidos en cuenta, al menos en la misma medida que se ha hecho en los campeonatos alemán e inglés. Para conseguirlo deben organizarse y reclamar su presencia con el mismo nivel de representación y decisión que el resto de actores: Federación Española de Fútbol, como organizador y protector del deporte; la Liga de Fútbol Profesional, que vela por la competición, y los jugadores, agrupados en la Asociación de Futbolistas de Españoles (AFE).

Un buen ejemplo de la organización común de los aficionados se ha producido en Alemania. La victoria de estos al tumbar las negociaciones con CVC Capital Partners revela una escala de prioridades distinta y un protagonismo diferente de las aficiones a la hora de tomar decisiones.

En la Premier está constituida la Asociación de Aficionados de Inglaterra (FSA, por sus siglas en inglés), además de las asociaciones de aficionados de cada club.

En ambos casos se han atendido sus preferencias por una homogeneidad de horarios. No así en la Serie A, y aún menos en LaLiga, con horarios tan variados y la amenaza de que todavía empeoren.

Javier Belloso Ezcurra, Profesor Asociado Departamento Estadística, Informática y Matemáticas, Universidad Pública de Navarra

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.