#UPNAResponde/#NUPekErantzun: ¿Qué transformaciones sociales nos traerá esta crisis del coronavirus?

Responde: Miguel Laparra Navarro, profesor titular del Departamento de Sociología y Trabajo Social de la Universidad Pública de Navarra (UPNA).

 

Las crisis aceleran las transformaciones sociales. La respuesta económica, política y social a esta crisis ya nos está empezando a dejar ver algunas transformaciones en el funcionamiento de la sociedad que posiblemente, al menos en parte, se mantengan en el futuro. Y nos ha hecho ver posibilidades de mejora que no deberíamos dejar pasar.

La economía del confinamiento ha intensificado tendencias ya presentes en nuestra sociedad. Ha forzado el teletrabajo y las enseñanzas «online». Ha potenciado las ventas «online» y la distribución a domicilio, potenciando a las grandes distribuidoras como Amazon, pero incorporando también al pequeño comercio de barrio, con otros sistemas. El consumo de ocio por internet se ha disparado prácticamente en todos los sectores sociales. Incluso estando abierta, la banca presencial se ha reducido al mínimo y la prensa se ha hecho también más digital. Se ha potenciado la relación telemática con la administración pública.

¿Volverán las pautas de los consumidores, las estrategias de las empresas y las instituciones y los hábitos de la ciudadanía a ser exactamente igual que antes? Cabe pensar que no. Al menos, sabemos que va a haber quien intente que así no sea. En algunos aspectos, no será malo: hemos visto que nos podemos ahorrar desplazamientos y, con ello, reducir el consumo de energía y la contaminación.  Pero sabemos también que se van a intensificar tensiones sociales que ya veíamos: se ha visto claramente, por ejemplo, cómo está afectando en este curso la brecha digital en los menores de familias más vulnerables, que pueden acabar perdiendo el curso. Esa brecha digital no afecta solo a los menores. En la nueva sociedad, es ya una brecha que fractura el conjunto de la estructura social. Y no es sólo una brecha digital, sino una brecha educativa y social en la que no todos los padres pueden ayudar del mismo modo a sus hijos e hijas.

Sociedad

Por otra parte, esta crisis del coronavirus ha permitido “redescubrir” la importancia del sector público, al que todos hemos dirigido la mirada en búsqueda de respuestas. Es mejor descubrir el poder el Estado con una pandemia que con una guerra (de verdad). Se ha puesto de manifiesto que, cuanto más débil es el sistema sanitario público, más difícil es dar una respuesta a una crisis sanitaria como esta. Y en lo económico, hasta los ultraliberales se han convertido (transitoriamente) en keynesianos y demandan mayores paquetes de intervención pública, más expansión del gasto y más garantías del Estado. ¿Cómo saldría la economía de mercado sola de este atolladero? En el ámbito de la administración pública, se han introducido medidas de flexibilización de los recursos humanos que agradecería mucho la ciudadanía también en otros momentos para responder mejor a sus necesidades. Y en el ámbito de lo social, hemos descubierto el carácter esencial de los servicios sociales, los de gestión pública y los de iniciativa ciudadana, que están al pie del cañón ayudando a los sectores más vulnerables a hacer frente a esta crisis que les está afectando especialmente, como en las residencias. Un esfuerzo insuficientemente reconocido, por cierto.

De la capacidad que tengamos de dar una respuesta a esta crisis, no sólo en lo sanitario, sino también en lo económico y en lo social, aprovechando los elementos positivos de las transformaciones en curso y compensando los negativos, depende el tipo de sociedad en el que vamos a vivir en el futuro.

 

Nota: las personas interesadas podrán plantear a investigadores de la UPNA cuestiones relacionadas con el coronavirus o el estado de alarma a través del correo electrónico vicerrectorado.proyeccionuniversitaria@unavarra.es, incluyendo en el asunto #UPNAResponde/#NUPekErantzun. 

#UPNAResponde/#NUPekErantzun: ¿Cómo afecta el estado de alarma a las empresas?

Responde: Mirentxu Marín Malo, doctora en Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social y profesora asociada  de la Universidad Pública de Navarra (UPNA).

 

He implantado el teletrabajo en mi empresa a causa del estado de alarma generado por el Covid-19. ¿Qué debo hacer para cumplir con mis obligaciones preventivas?

En primer lugar, debe tenerse en cuenta que el art. 5 del Real Decreto-Ley 8/2020, de 17 de marzo, de medidas urgentes extraordinarias para hacer frente al impacto económico y social del COVID-19 da carácter preferente a la prestación de servicio en la modalidad de trabajo a distancia o teletrabajo siempre que esto sea posible.

En esta situación excepcional, el señalado artículo establece que, en aquellas empresas que hasta el momento no estuviera prevista la prestación de servicios en la modalidad de trabajo a distancia, estarán exentas del cumplimiento de las obligaciones en materia preventiva recogidas en el art. 16 de la Ley 31/1995, de 8 de noviembre, de Prevención de Riesgos Laborales, donde se establece la obligación empresarial de realizar la evaluación de riesgos y planificación de la actividad preventiva.

Así, en el supuesto de que la empresa implante el teletrabajo como consecuencia de la actual situación de excepcionalidad, es decir, aquellas que implanten el teletrabajo por primera vez, no tendrá que realizar la citada evaluación de riesgos y la planificación de la actividad preventiva.

Sin embargo, la empresa deberá ofrecer a sus trabajadores la realización, de manera voluntaria, del cuestionario facilitado por el Ministerio de Trabajo y Economía Social para valorar los posibles riesgos y medidas preventivas existentes en el domicilio del trabajador. Este cuestionario no es exhaustivo, y es una identificación de las condiciones que, como mínimo, debería tener el puesto de teletrabajo; en todo caso, cuando esta modalidad de prestación de servicios sea temporal y vinculada al COVID-19. En caso contrario, la empresa deberá cumplir con la normativa en materia de prevención de riesgos laborales habitual.

¿Hasta cuándo debo mantener la prestación de servicios en la modalidad de teletrabajo?

El art. 5 del Real Decreto-Ley 8/2020, de 17 de marzo, de medidas urgentes extraordinarias para hacer frente al impacto económico y social del COVID-19 establece que el servicio se prestará, siempre que sea posible, en modalidad de teletrabajo, hasta que se supere la situación de emergencia sanitaria desencadenante de estas medidas.

Esto indica que, una vez se recupere la normalidad y se levante el estado de alarma, los trabajadores que, a causa del COVID-19 han pasado a prestar servicios en la modalidad de teletrabajo, volverán a la prestación de servicios en la modalidad anterior al inicio de esta situación.

Teletrabajo

¿Debo tomar medidas de teletrabajo siempre que sea posible o, aun siendo razonablemente posible, puedo aplicar un ERTE a todos mis trabajadores?

El art. 5 del Real Decreto-Ley 8/2020, de 17 de marzo, de medidas urgentes extraordinarias para hacer frente al impacto económico y social del COVID-19 establece que, de manera prioritaria y siempre que sea posible, se tomarán medidas para facilitar el teletrabajo con carácter previo a la aplicación de un ERTE.

Así lo ha manifestado también el Ministerio de Trabajo y Economía Social en la Guía sobre medidas laborales excepcionales contra el COVID-19 aprobadas por el RDL 8/2020 al señalar que “las empresas promoverán fórmulas de trabajo a distancia, con el objetivo de mantener la actividad económica y que las personas trabajadoras no sufran mermas en sus ingresos”.

Por ello, siempre que la empresa no se vea obligada a paralizar completamente su actividad, aquellos trabajadores que puedan seguir prestando servicios en la modalidad de trabajo a distancia, no se verán afectados por un ERTE.

¿Estoy obligado, como empresa, a facilitar medios para la prestación del servicio en teletrabajo a mis trabajadores?

Sí. Tal como establece el art. 5 del Real Decreto-Ley 8/2020, de 17 de marzo, de medidas urgentes extraordinarias para hacer frente al impacto económico y social del COVID-19 será la empresa la encargada de adoptar aquellas medidas necesarias, siempre que sea técnica y razonablemente posible y que no suponga un esfuerzo de adaptación desproporcionado, para que los trabajadores puedan trabajar telemáticamente.

Soy una pyme (pequeña y mediana empresa) y hasta ahora no había planteado la modalidad de prestación de servicio a distancia (teletrabajo). ¿Cómo puedo implantar este sistema en mi empresa?

Para facilitar la implantación del teletrabajo en las pymes, el Gobierno ha puesto en funcionamiento el portal Acelera pyme, que pone al servicio de las empresas recursos y asesoramiento específico para implantar el teletrabajo en ellas.

 

Nota: las personas interesadas podrán plantear a investigadores de la UPNA cuestiones relacionadas con el coronavirus o el estado de alarma a través del correo electrónico vicerrectorado.proyeccionuniversitaria@unavarra.es, incluyendo en el asunto #UPNAResponde/#NUPekErantzun. 

#UPNAResponde/#NUPekErantzun: ¿Qué implicaciones tendrá el coronavirus en el desempleo y la pobreza? ¿Cómo se podría minimizar el impacto?

Responde: Miguel Laparra Navarro, profesor titular del Departamento de Sociología y Trabajo Social de la Universidad Pública de Navarra (UPNA).

 

El coronavirus no sólo ha provocado una crisis sanitaria de primer orden. Está provocando ya una crisis de empleo aguda, con riesgo de larga permanencia. Lógicamente, el impacto social que esto tenga dependerá de las decisiones que vayan adoptando en primer lugar los poderes públicos, pero también los distintos actores de nuestra sociedad.

Sabemos ya que esta crisis va a tener un fuerte impacto en el empleo. La anterior crisis de 2008 supuso una pérdida de 55.000 empleos en Navarra hasta llegar en enero de 2014 a los 243.505 afiliados a la Seguridad Social, la cifra más baja en muchísimo tiempo. El desempleo registrado creció en 38.000 personas hasta los 56.000. Los efectos sociales de estas crisis se dejan sentir durante mucho tiempo. En España, todavía en 2018, había 4,1 millones de personas en exclusión social severa, según FOESSA, un 45% más que en 2007, antes de la crisis. Algo similar, aunque a menor nivel, ha pasado en Navarra, donde todavía se estimaba para 2018 unas 37.000 personas en exclusión social severa.

Pobreza

¿Es posible que pase esto ahora? Evidentemente, lo es si se repiten los mismos errores que entonces. En principio, todos parecen trabajar ahora con la hipótesis de una crisis aguda: intensa, pero de baja duración y sin grandes efectos a largo plazo. Ese parece el escenario razonable ahora. La flexibilización del plan de estabilidad y la expansión de la política monetaria por parte las instituciones europeas, los importantes estímulos fiscales que están anunciando muchos países y la puesta en marcha de medidas sociales que minimicen el efecto en la capacidad adquisitiva de los hogares y refuercen la capacidad de reacción de los servicios públicos son iniciativas que no se tuvieron en la crisis anterior en la misma medida. Esa es, sin duda, la línea que habrá que seguir reforzando en el futuro tanto en Navarra como en el conjunto del Estado, a la par que se articulan las medidas para evitar una nueva crisis financiera con los instrumentos que las instituciones europeas tienen a su alcance (compra de deuda pública y privada, eurobonos, planes de inversión…).

De lo contrario, ya tenemos evidencias de los riesgos que afrontamos. Se sabe ya que el desempleo está creciendo en marzo, un mes en el que habitualmente hay una cierta creación de empleo estacional: una media de 1.400 empleos más respecto del mes anterior en los últimos cuatro años. Además, en esta cifra no se recogen los trabajadores afectados por los Expedientes de Regulación Temporal de Empleo: 4.128 en el último dato publicado el día 27 de marzo, que podrían afectar de 30.000 a 50.000 trabajadores. En España, se calcula que pueden ser 1,7 millones los afectados. Refleja perfectamente la situación en la que estamos. Es un proceso de socialización del coste de la flexibilidad de las plantillas para que no recaiga ni en las empresas ni en los trabajadores. Es una buena noticia que sean temporales, que se mantenga la relación de los trabajadores con la empresa y que estas empresas se preserven para el futuro. Y hay que esperar que las medidas aprobadas, que aumentan la protección de estas personas, y la negociación colectiva en curso hagan que su capacidad adquisitiva se reduzca lo mínimo posible. La situación de muchos autónomos, especialmente en los servicios, a la espera de ver qué pasa con sus negocios, es también muy preocupante. Evitar que esta reducción temporal del empleo se traduzca en permanente debe ser la máxima prioridad en este momento y no está claro el efecto que puede tener la restricción de los despidos en caso de no garantizarse la viabilidad económica del mantenimiento de los empleos. Si no se actúa contundentemente, el impacto en el empleo puede ser peor que en la crisis financiera de 2007.

La intensificación del confinamiento, paralizando todas las actividades no esenciales sin reducir los costes, puede empeorar significativamente la situación de muchas empresas pequeñas y medianas, comprometiendo su capacidad de retomar la actividad con normalidad posteriormente. Por eso, es importante que las medidas de confinamiento no se prolonguen en el tiempo más allá de lo que sea estrictamente necesario para afrontar la emergencia sanitaria. Es mucho lo que nos jugamos también en términos económicos y sociales.

Pero hay colectivos que están ya viéndose afectados sin contar con la protección adecuada todavía: trabajadores que ya están siendo despedidos sin haber acumulado tiempo suficiente de cotización, empleadas del hogar que se han ido a sus casas, desempleados de larga duración que están agotando sus prestaciones y otros grupos excluidos. Aquí, una Renta Garantizada puede suponer una última malla de seguridad, como sucede ya en Navarra o País Vasco. Sin embargo, en la mayoría de las comunidades autónomas estas prestaciones no cuentan ni con presupuesto ni con cobertura suficiente (una décima parte que en Navarra en algunos casos). El compromiso del Ingreso Mínimo Vital que asumió el Gobierno del Estado para esta legislatura debería acelerar lo máximo posible su puesta en marcha para llegar a todos estos grupos si no queremos que se queden al margen y vuelva a incrementarse la bolsa de la exclusión social. Un total de 1,5 millones de hogares en pobreza severa están a la espera.

 

Nota: las personas interesadas podrán plantear a investigadores de la UPNA cuestiones relacionadas con el coronavirus o el estado de alarma a través del correo electrónico vicerrectorado.proyeccionuniversitaria@unavarra.es, incluyendo en el asunto #UPNAResponde/#NUPekErantzun. 

#UPNAResponde/#NUPekErantzun: ¿Qué oportunidades ofrece la situación generada por el COVID -19 para la innovación educativa? Universidades presenciales y herramientas digitales

Responde: David Benito Pertusa, catedrático del Departamento de Ingeniería Eléctrica, Electrónica y de Comunicación, investigador del Instituto de Smart Cities (ISC) y director  del Centro Superior Innovación Educativa de la Universidad Pública de Navarra (UPNA).

 

La adaptación de la docencia presencial a la modalidad «online» en las universidades presenciales de España, Europa y EEUU está siguiendo patrones muy similares y se ha puesto en marcha en un tiempo récord con un éxito más que razonable dado el punto del que se partía.

En este proceso de adaptación, los campus virtuales de las universidades han sido el punto de encuentro entre estudiantes y profesores. Los servicios informáticos y de innovación educativa están trabajando a marchas forzadas para garantizar el buen funcionamiento de todas las herramientas digitales y dar apoyo técnico y metodológico al profesorado para adaptar su docencia presencial a una modalidad «online».

El incremento de tráfico de los campus virtuales también está siguiendo un patrón muy similar en las universidades españolas, donde se ha más que duplicado el número de sesiones simultaneas e incrementado fuertemente la duración de estas. Las estadísticas de tráfico muestran que el trabajo de los profesores y alumnos se ha distribuido a lo largo de todo el día de una manera más uniforme.

El uso de herramientas de videoconferencia se han generalizado en las universidades, donde aplicaciones como Zoom, Skype o Hangouts están siendo claves para asegurar la continuidad de la docencia, la investigación y el trabajo del personal de administración y servicios.

En este escenario de suspensión de la actividad presencial en las universidades, los profesores están utilizando más que nunca y de una forma más rica las herramientas que tienen a su disposición en sus campus virtuales, incluida la videoconferencia. Los estudiantes, más acostumbrados al mundo «online», manifiestan que las clases están funcionando.

En estas dos semanas, la docencia en las universidades presenciales se ha digitalizado, los profesores se están haciendo más competentes digitalmente y han replanteado sus asignaturas a este nuevo escenario «online». Ahora preocupa la evaluación, donde el profesorado ha optado por dar un mayor peso a las actividades de los estudiantes y menor, a los exámenes finales.

Clase online

Todo cambia muy deprisa y más en estos días de alarma; nos estaba llegando la ola de la transformación digital a las universidades y, de pronto, nos hemos visto surfeando en ella. Como oportunidad tras el COVID-19, tendremos una universidad más preparada para un mundo universitario cada vez más digital, más competitivo y más global.

Y sin duda, esta situación generada por el COVID-19 también es una oportunidad para la innovación educativa, a corto, medio y largo plazo.

A corto plazo, si la innovación se manifiesta por la capacidad de adaptarse al cambio, ahora todos estamos inmersos en ella y esperemos finalizar con éxito este curso académico para poder decir que hemos innovado. Durante estas dos semanas de actividad docente «online», la colaboración entre profesores y entre estudiantes se ha disparado, gracias a la tecnología y a la ética que debe imperar en tiempos de crisis y eso, sin duda, es un buen indicador ligado a la innovación.

A medio y largo plazo, esta situación puede ser una oportunidad para la innovación educativa en la universidad, para hacer más ricas y más activas nuestras metodologías docentes. Una oportunidad para hacer una universidad más interactiva, más personalizada. Una buena ocasión para plantearnos trabajar por proyectos o para invertir la clase. En definitiva, una oportunidad para ser más y mejores guías de nuestros estudiantes, en un futuro donde contaremos con el apoyo de sistemas de inteligencia artificial que faciliten el seguimiento personalizado y la evaluación del estudiante.

Tras el COVID-19, la universidad estará más digitalizada que nunca, pero seguirá  teniendo por delante el reto de su transformación. La idea es hacer cosas nuevas con modos nuevos; no nos vale con introducir cambios en la manera que hacemos las cosas (viejas). La organización debe transformarse a partir de una visión, una estrategia y un uso intensivo de tecnología para hacer cosas nuevas con modos nuevos.

 

Nota: las personas interesadas podrán plantear a investigadores de la UPNA cuestiones relacionadas con el coronavirus o el estado de alarma a través del correo electrónico vicerrectorado.proyeccionuniversitaria@unavarra.es, incluyendo en el asunto #UPNAResponde/#NUPekErantzun. 

 

#UPNAResponde/#NUPekErantzun: Coronavirus: ¿cómo es el «malo» de esta película?

Responde: Antonio G. Pisabarro De Lucas, catedrático de Microbiología en el Departamento de Ciencias de la Salud y director del Instituto IMAB (Institute for Multidisciplinary Research in Applied Biology-Instituto de Investigación Multidisciplinar en Biología Aplicada) de la Universidad Pública de Navarra (UPNA).

 

En el capítulo anterior, hemos visto qué son los virus y cómo buscan, y encuentran, células a las que atacar y esclavizar. Hoy vamos a conocer un poco más al malo de nuestra historia: el SARS-CoV2, el nuevo coronavirus que nos trae por tan mal traer.

Los virus se pueden agrupar en familias que comparten, como las familias humanas, rasgos físicos y hábitos comunes. Igual que las diferentes familias mafiosas se pueden distinguir por cómo van vestidas y puedes predecir cómo van a intentar asaltarte, saber a qué familia pertenece un virus es importante para entender cómo te va a atacar y conocer sus fortalezas y debilidades. Saber qué puede pasar es bueno si tú eres la víctima. Quizá te puedas defender.

Los miembros de la familia de los coronavirus infectan animales vertebrados de sangre caliente (mamíferos y aves). Son virus cuyo material genético es ARN, uno de los dos tipos de moléculas en las que se codifica la información genética de un organismo (la otra es más popular: es el ADN). Podemos imaginar el ADN como un libro con todas las instrucciones necesarias para fabricar un organismo y el ARN como las fotocopias de algunas de esas instrucciones. Como la información del ADN es tan valiosa, se encuentra en el núcleo de nuestras células y, si es necesario ejecutar alguna instrucción, esta se fotocopia en una molécula de ARN que sale del núcleo y va al citoplasma donde será ejecutada. Siguiendo con este ejemplo, el genoma del coronavirus es similar a una serie de fotocopias de instrucciones grapadas juntas: las fotocopias de las instrucciones para fabricar nuevos virus. En el caso del nuevo coronavirus, su genoma está escrito como una lista de 29.903 letras (bases del ARN) que codifica las instrucciones para fabricar las 10 proteínas que tomarán el control de la célula.

El material genético del nuevo coronavirus está empaquetado en una pequeña esfera de unas 0,12 micras de diámetro. Es decir, de unas 0,12 milésimas de milímetro. Podríamos poner 8.300 coronavirus uno detrás de otro en un milímetro. Es fácil reconocer los coronavirus al microscopio electrónico, porque están rodeados por una especie de corona formada por una de sus proteínas que se llama “proteína S” por ser la S la primera letra de la palabra espina en inglés. La proteína S, la espina, es la mano que usará el nuevo coronavirus para agarrarse a una de las proteínas del exterior de la célula que va a infectar, la enzima convertidora de angiotensina 2 (ACE2), de la que hablaremos otro día. Como muchos otros malos de película, los coronavirus usan una gabardina, una capa que, como no sorprenderá a nadie, robaron de la membrana de la célula que los fabricó. Esa envoltura y la corona de espinas dan a los coronavirus su aspecto característico.

Coronavirus

Ilustración: Manuel Álvarez García.

Los miembros de la familia de los coronavirus nunca han sido buenos chicos para los humanos. Hasta hace poco tiempo, tenía seis miembros; en 2019 nació el séptimo: el SARS-CoV2. Cuatro de estos siete hermanos no producen enfermedades generalmente graves. Son responsables de muchos catarros invernales. Sin embargo, los otros tres son mucho peores y producen enfermedades respiratorias graves conocidas como los Síndromes Respiratorio de Oriente Medio (MERS) y los Agudos y Severos (SARS) de la epidemia de 2003 y el actual de 2009.

Los virus de esta familia circulan, se multiplican y producen enfermedades en animales de granja como los cerdos y los pollos y en otros animales domésticos como los camellos. Sin embargo, el origen de todos ellos posiblemente esté en los murciélagos. A la enfermedades que se producen en animales y se transmiten, después, a los humanos las llamamos zoonosis. Muchas de nuestras enfermedades infecciosas son zoonosis; pero no es el momento de detenernos en eso ahora. Lo veremos más adelante.

¿Cómo puede un coronavirus que vive en un murciélago terminar infectando a un humano? El caso es que los virus ARN, como los coronavirus, tienden a experimentar pequeños cambios en sus proteínas como consecuencia de errores que se producen en la multiplicación del ARN necesaria para la fabricación de nuevos virus. Como consecuencia de estos cambios al azar, puede ocurrir que la espina, la mano que sujeta la célula a la que infectar, sufra pequeños cambios que le permiten empiece a unirse a la proteína ACE2 de otro organismo diferente. El cambio de una letra transforma la palabra ROMA en ROMO. De forma análoga, el cambio en una letra puede cambiar la espina y permitir que un virus que infectaba murciélagos pueda infectar cerdos. Como hay miles de miles de millones de virus, con que uno tenga el cambio adecuado, si tiene la suerte de encontrar la célula a la que puede agarrarse, lo hará, se multiplicará y tendremos un nuevo virus capaz de colonizar un nuevo organismo.

Ya es tarde. En un siguiente artículo, veremos cómo son las células a las que este nuevo malo de película va a infectar.

Mientras tanto, cuídense.

 

Nota 1: listado de artículos del catedrático Antonio G. Pisabarro De Lucas sobre el coronavirus.

1. ¿Qué es el coronavirus?

2. Coronavirus: ¿cómo es el «malo» de esta película? (presente artículo)

3. ¿Quiénes son las primeras víctimas del ataque del coronavirus?

4.  ¿Cómo nos invade el coronavirus? El primer encuentro del virus con nuestras células

5. ¿Cómo secuestra el coronavirus la célula?

6. ¿Cómo sabe el sistema inmune que una célula está infectada por el coronavirus? Diario de la resistencia. Día 1

7. ¿Cómo se producen los primeros síntomas de la enfermedad covid-19? Fuego y explosiones en el inicio de la batalla

8. ¿Qué es la tormenta de citoquinas? Diario de resistencia ante el coronavirus

9. ¿Cómo se producen los anticuerpos contra el coronavirus?

10. ¿Qué son los linfocitos T y cómo luchan contra las células infectadas? Los linfocitos responsables de la lucha célula a célula

11. ¿Por qué afecta el coronavirus de forma diferente a distintas personas? Preguntas esperando respuestas

12. ¿Por qué afecta el coronavirus de forma tan grave a las personas más mayores? Preguntas esperando respuestas

13 y siguientes. Se pueden localizar con el buscador de la parte superior derecha.

Nota 2: las personas interesadas podrán plantear a investigadores de la UPNA cuestiones relacionadas con el coronavirus o el estado de alarma a través del correo electrónico vicerrectorado.proyeccionuniversitaria@unavarra.es, incluyendo en el asunto #UPNAResponde/#NUPekErantzun. 

#UPNAResponde/#NUPekErantzun: ¿Puede el confinamiento agravar situaciones de violencia de género?

Responde: Patricia Amigot Leache, profesora del Departamento de Sociología y Trabajo Social de la Universidad Pública de Navarra (UPNA).

 

A pesar de que el confinamiento en los hogares es duro para todo el mundo, hay circunstancias que intensifican su impacto negativo. En este sentido, el confinamiento endurece el infierno de las mujeres que sufren violencia por parte de su pareja y conviven con su agresor. Las estimaciones realizadas a partir de la última macroencuesta sobre violencia de género en el Estado –que data del 2015, la desarrollada en 2019 no se ha publicado todavía–, cifran en casi medio millón las mujeres que pueden estar padeciendo situaciones de violencia, de tipos e intensidades variables. El hogar es sinónimo de tensión, de amenaza y de sufrimiento para muchas mujeres. Porque esta violencia no es un acto puntual: es un proceso y una realidad cotidiana.

La desigualdad estructural de género es la base de la violencia contra las mujeres. En situaciones de violencia en la pareja, los agresores recurren a la violencia para mantener una posición jerárquica naturalizada. Como señala Luis Bonino, agreden porque se sienten con derecho de agredir, pero en esta dinámica intervienen diversas variables que operan como desencadenantes o moduladores de la violencia, sea psicológica, física o sexual. Es evidente que el confinamiento aumenta el riesgo de agresión al intensificar el malestar del agresor y la proximidad con la víctima. Pero, sobre todo, el aislamiento acrecienta la situación de vulnerabilidad de las mujeres en hogares no seguros, porque restringe los espacios y los tiempos de soledad y, por tanto, las diversas estrategias de supervivencia de las mujeres y las opciones relacionales de compañía y apoyo. Además, dificulta enormemente la posibilidad de pedir ayuda. Sabemos que las separaciones, las denuncias y los intentos de denuncia suelen provocar una escalada de la violencia.

En este contexto, se han articulado iniciativas que plantean procedimientos de solicitud de auxilio diferentes a los habituales, como pueden ser las redes, y se han lanzado campañas que nos recuerdan que este problema es un problema social y que nos concierne a todos y todas.

Mujer

Los servicios de intervención integral están haciendo esfuerzos para adecuarse a esta situación, aunque algunos recursos tienen limitaciones que urge transformar. Las plazas de los recursos de acogida, en algunos lugares, son muy limitadas, y más en una situación que provoque un incremento del número de casos. Por otro lado, el propio diseño de algunos de ellos, sin autonomía para los núcleos familiares de las mujeres y sus criaturas –lo que resulta en una convivencia intensiva y cambiante–, puede endurecer más todavía la vida en común en una situación de encierro, tanto para ellas como para las profesionales que trabajan en ellos.

Es positivo que los medios de comunicación hayan mostrado cierta preocupación por las situación de las mujeres que sufren violencia, que se esfuercen en lanzar mensajes de apoyo y acompañamiento y que faciliten información práctica. No obstante, sería necesario también emitir esos mensajes desde la comprensión y la perspectiva de género y no reproducir una constante del imaginario social que consiste en focalizar el problema en las víctimas y desdibujar a los agresores, aunque sea con buena intención. Hace unos días, aconsejaban en TVE1 a las mujeres que pudieran estar en esta situación que “no provocaran conflictos”, mensaje que traslada una responsabilización de las víctimas –entiendo que no intencionada–. Quizá en estas circunstancias deberían enviarse más mensajes a los potenciales agresores, puesto que la violencia de género, como señala Rita Segato, es un problema de algunos hombres que sufren las mujeres.

 

 

Nota: las personas interesadas podrán plantear a investigadores de la UPNA cuestiones relacionadas con el coronavirus o el estado de alarma a través del correo electrónico vicerrectorado.proyeccionuniversitaria@unavarra.es, incluyendo en el asunto #UPNAResponde/#NUPekErantzun. 

#UPNAResponde/#NUPekErantzun: ¿Los contenidos vía «online» dan respuesta a las necesidades educativas en la educación obligatoria durante el confinamiento?

Responde: Ana Mendióroz Lacambra, profesora del Departamento de Ciencias Humanas y de la Educación, directora de la Cátedra Aprender-Ikasi Fundación Caja Navarra e investigadora del Instituto I-Communitas (Institute for Advanced Social Research-Instituto de Investigación Social Avanzada) de la Universidad Pública de Navarra (UPNA)

 

El profesorado de educación obligatoria (y también del resto de etapas educativas) está haciendo lo imposible para colgar contenidos en las plataformas «online», con el objetivo de que el alumnado siga avanzando en los temarios. Además, en muchos casos reconoce, y la literatura científica así lo avala, que no se siente competente para crear contenidos con las TIC (tecnologías de la información y la comunicación).

Esto, que, a priori, parecía “solucionar” el parón educativo impuesto por la pandemia, no hace sino incrementar la brecha educativa. El alumnado más desfavorecido no tiene acceso en su domicilio a un ordenador y, mucho menos, a internet. Además, y en el caso de los hogares que sí se lo pueden permitir, los estudiantes necesitan la ayuda de un adulto para organizar y realizar las múltiples tareas encomendadas por los colegios. Hay muchos casos que los adultos no pueden apoyar a sus hijos, bien porque no están capacitados o bien porque están trabajando en casa o fuera de ella.

A todo esto, hay que añadirle el nivel de ansiedad que supone este confinamiento para toda la población.

¿Y si aprovechamos este periodo también no solo para instruir en contenidos específicos de cada materia sino en otros que son transversales en el currículo escolar? Por ejemplo, en la etapa de Educación Primaria son contenidos curriculares los valores y las normas de convivencia como desarrollar hábitos de trabajo individual y en equipo, de esfuerzo y responsabilidad, así como actitudes de confianza en sí mismo, con sentido crítico, iniciativa personal, curiosidad, interés y creatividad. El alumnado de esta etapa debe adquirir habilidades para la prevención y para la resolución pacífica de conflictos, que le permitan desenvolverse con autonomía en el ámbito familiar y doméstico, así como en los grupos sociales con los que se relaciona.

Es importante no olvidar que el esfuerzo del sistema educativo debe ir dirigido más que a instruir, a formar una futura ciudadanía responsable y comprometida con el mundo que le toque vivir. ¿Por qué no aprovechamos esta circunstancia para enseñarles también a ser?

 

Nota: las personas interesadas podrán plantear a investigadores de la UPNA cuestiones relacionadas con el coronavirus o el estado de alarma a través del correo electrónico vicerrectorado.proyeccionuniversitaria@unavarra.es, incluyendo en el asunto #UPNAResponde/#NUPekErantzun. 

#UPNAResponde/#NUPekErantzun: ¿Qué es el coronavirus?

Responde: Antonio G. Pisabarro De Lucas, catedrático de Microbiología en el Departamento de Ciencias de la Salud y director del Instituto IMAB (Institute for Multidisciplinary Research in Applied Biology-Instituto de Investigación Multidisciplinar en Biología Aplicada) de la Universidad Pública de Navarra (UPNA).

 

Los virus son moléculas de material genético que invaden células y, tomando su control, las ponen a su servicio para multiplicarse y empezar un nuevo ciclo de infección. Se trata de un verdadero secuestro biológico: las células infectadas ya no funcionan normalmente, sino que se transforman en factorías de ensamblaje de nuevos virus. En realidad, no podemos decir que los virus sean seres vivos, ya que no desarrollan actividad metabólica de ningún tipo mientras están fuera de la célula a la que infectan; y, cuando están dentro de ella, es la célula la que funciona siguiendo las órdenes del virus que la ha abducido. Los virus tampoco son capaces de multiplicarse fuera de las células (son siempre parásitos), ni tienen capacidad de movimiento. Como los virus no son seres vivos, en realidad no podemos matarlos: podemos destruirlos físicamente o podemos inactivarlos como se inactiva una bomba. Nuestra lucha contra los virus cuando nos invaden se basa en las dos armas que tenemos: una natural, la respuesta inmune que desarrollaremos o induciremos mediante la vacunación; otra artificial, mediante el uso de compuestos antivirales que destruyan de forma selectiva estos invasores.

Los virus que se ven en las fotografías son esas moléculas de material genético envasadas en cápsulas formadas por proteínas y, en ocasiones, envueltas por una capa tomada de la membrana de la célula en la que se ensambló. Aunque hay virus extremadamente pequeños, como el de la polio, y otros muy grandes, caso del de la viruela, la mayoría de ellos son tan pequeños que sólo pueden verse usando microscopios electrónicos. Al observarlos con estos microscopios, se ven algunos con formas alargadas (como el virus Ébola) o, más frecuentemente, con apariencia esférica. En muchos casos, como ocurre en el que nos ocupa estos días, la forma del virus y algunas estructuras características nos permite saber a qué grupo pertenece y tener una primera idea de sus características y del tipo de patología que pude causar, en su caso.

Coronavirus

En la naturaleza hay muchísimas más partículas víricas que células de cualquier tipo. Se estima que en un mililitro de agua de mar hay en torno a diez millones de partículas víricas. Todos los virus son parásitos. Hay virus que son parásitos de células animales, otros de células vegetales, también de bacterias (los llamados bacteriófagos) e, incluso, hay virus que funcionan como polizones de otros virus. En conjunto, son parásitos de todo lo que se puede parasitar en este mundo. Sin embargo, son parásitos muy selectivos. Cada tipo de virus sólo es capaz de infectar a un tipo específico de células: los virus bacterianos sólo infectan bacterias; los de plantas, sólo vegetales, y los animales, sólo células animales. Es más: dentro de los virus animales, los virus de unas especies tienen muy difícil infectar otras especies diferentes. Esta selectividad de células a las que parasitar llega a distinguir distintas células dentro del cuerpo. Así, por ejemplo, los virus que infectan las células del hígado y producen hepatitis, no infectan células pulmonares para producir una neumonía; y tampoco ocurre al revés. Cada virus tiene su tipo de célula víctima específico.

¿A qué se debe esta especificidad? Se debe a que los virus necesitan agarrarse a la célula que van a infectar para poder entrar en su interior y dominarla. Para hacerlo, para unirse a su víctima, los virus tienen en el exterior proteínas o estructuras que les permiten asirse de forma específica a un tipo de molécula determinada (una proteína o un azúcar, por ejemplo) que esté en la superficie de la célula. Así, si un virus determinado encuentra la estructura a la que asirse, lo hará e infectará dicha célula. Si no la encuentra, pasará de largo sin infectarla. Por esto, sólo un número muy pequeño de la enorme diversidad de virus existente puede interaccionar con nosotros y causarnos, en su caso, enfermedades. Sólo nos infectarán los virus para los que algún tipo de células de nuestro cuerpo tenga un asidero, tenga un receptor.

En el caso del nuevo coronavirus, el asidero para el virus es una proteína, ACE2, que se encuentra en el exterior de las células que recubren interiormente los pulmones, arterias, corazón, riñones e intestinos. Por esto, cuando se inhala un coronavirus y llega al interior de los pulmones, puede unirse a las células que recubren los alveolos pulmones y, a partir de ese momento, se produce la infección, se produce la enfermedad.

En un siguiente artículo, veremos cómo se produce la infección y la enfermedad.

Mientras tanto, cuídense.

 

Nota 1: listado de artículos del catedrático Antonio G. Pisabarro De Lucas sobre el coronavirus.

1. ¿Qué es el coronavirus? (presente artículo)

2. Coronavirus: ¿cómo es el «malo» de esta película?

3. ¿Quiénes son las primeras víctimas del ataque del coronavirus?

4.  ¿Cómo nos invade el coronavirus? El primer encuentro del virus con nuestras células?

5. ¿Cómo secuestra el coronavirus la célula?

6. ¿Cómo sabe el sistema inmune que una célula está infectada por el coronavirus? Diario de la resistencia. Día 1

7. ¿Cómo se producen los primeros síntomas de la enfermedad covid-19? Fuego y explosiones en el inicio de la batalla

8. ¿Qué es la tormenta de citoquinas? Diario de resistencia ante el coronavirus

9. ¿Cómo se producen los anticuerpos contra el coronavirus?

10. ¿Qué son los linfocitos T y cómo luchan contra las células infectadas? Los linfocitos responsables de la lucha célula a célula

11. ¿Por qué afecta el coronavirus de forma diferente a distintas personas? Preguntas esperando respuestas

12. ¿Por qué afecta el coronavirus de forma tan grave a las personas más mayores? Preguntas esperando respuestas

13 y siguientes. Se pueden localizar con el buscador de la parte superior derecha.

Nota 2: las personas interesadas podrán plantear a investigadores de la UPNA cuestiones relacionadas con el coronavirus o el estado de alarma a través del correo electrónico vicerrectorado.proyeccionuniversitaria@unavarra.es, incluyendo en el asunto #UPNAResponde/#NUPekErantzun. 

#UPNAResponde/#NUPekErantzun: ¿Qué estrategias de acompañamiento podemos desarrollar para combatir la soledad?

Responde: Víctor Sánchez Salmerón, investigador del Departamento de Sociología y Trabajo Social de la Universidad Pública de Navarra (UPNA).

 

No cabe la menor duda de que las nuevas tecnologías tienen un potencial enorme para romper las barreras comunicativas que comportan el periodo de confinamiento que vivimos. Tras la primera semana de cuarentena, se ha intensificado más si cabe el papel central de las nuevas tecnologías en nuestro día a día. Las TICs (tecnologías de la información y las comunicaciones) están mostrándose esenciales para favorecer el teletrabajo de muchos sectores profesionales, o para mantener activa la vida académica. Con tanta o más intensidad, están contribuyendo a entretenernos, informarnos y mantener el contacto con familiares y personas allegadas. Por ello, si tanto nos están facilitando a las generaciones más jóvenes a superar la actual coyuntura de confinamiento, ¿por qué no también a las personas mayores?

No se puede negar que existen importantes brechas en el uso de las nuevas tecnologías, sobre todo, etarias (de edad) y socioeconómicas. El uso de estas es especialmente bajo entre los sectores de población de mayor edad. Sin embargo, estudios recientes concluyen que las personas mayores se muestran muy abiertas al aprendizaje del uso de nuevas tecnologías, y que las generaciones más jóvenes tienen un papel fundamental a la hora de motivar y facilitar su uso y adopción entre sus mayores.

Así entonces, las nuevas tecnologías pueden —y deben— ponerse al servicio de las personas mayores para que puedan beneficiarse también de las bondades de las TICs nos están proporcionando en estos días de aislamiento. Y esto no es una novedad. El teleacompañamiento —sobre todo telefónico— es un recurso ya conocido y empleado por entidades que trabajan con población mayor para atender situaciones de soledad y especial vulnerabilidad. En la actual coyuntura, es muy importante reforzar esta función, pero también dar un salto cualitativo en el uso de nuevos medios (redes sociales, mensajería instantánea, videollamadas…) para acompañar a nuestros mayores, independientemente de que se enfrenten o no a situaciones como las anteriores. Y esto, porque como señala, por ejemplo, un reciente informe elaborado por el Observatorio Social de La Caixa, la soledad no se siente solo por no estar acompañada, sino que tiene sobre todo que ver con la percepción de sentirse apoyada y con capacidad de encontrar apoyo caso de necesidad. La incertidumbre y el miedo que padecen las personas estos días hacen más urgente si cabe hacer notar este apoyo.

La extraordinaria labor del sector sanitario durante las últimas semanas, y el compromiso colectivo con las medidas de distancia social son imprescindibles para proteger y cuidar a las personas mayores en tanto población en situación de riesgo. Pero es necesario también prestar atención y mitigar las consecuencias psicosociales que para muchas personas mayores pueda tener el aislamiento de estos días haciendo uso de todos los medios posibles. Las redes colectivas de ayuda mutua que están surgiendo estos días contribuyen sin duda a ello. Pero también el contacto telefónico, telemático y virtual tiene que incorporarse a la lucha contra la soledad de muchas personas mayores. Estamos a tiempo como se señalaba anteriormente —en la medida que lo permita el confinamiento— de introducir a las personas mayores en su uso, y de ayudarles a adaptarse a los nuevos canales de interacción y comunicación social, también con vistas a mejorar su bienestar relacional en el futuro que vendrá después de la crisis.

 

Nota: las personas interesadas podrán plantear a investigadores de la UPNA cuestiones relacionadas con el coronavirus o el estado de alarma a través del correo electrónico vicerrectorado.proyeccionuniversitaria@unavarra.es, incluyendo en el asunto #UPNAResponde/#NUPekErantzun. 

#UPNAResponde/#NUPekErantzun: ¿Cómo está siendo la respuesta a esta crisis desde las políticas sociales? ¿Igual o distinta a la crisis de 2008?

Responde: Lucía Martínez Virto, profesora del Departamento de Sociología y Trabajo Social de la Universidad Pública de Navarra (UPNA) e investigadora del Instituto I-Communitas (Institute for Advanced Social Research-Instituto de Investigación Social Avanzada) de esta institución.

 

Las crisis económicas tienen un impacto directo en los modelos de atención a la ciudadanía. El impacto de la crisis económica de 2008 ha dejado, a día de hoy, huella en los servicios sanitarios, educativos y, cómo no, en la intervención en emergencia social. Ahora, en el 2020, nos enfrentamos, posiblemente, a una nueva crisis de envergadura global, pero con un impacto local muy significativo. Pero ¿estamos respondiendo igual ante esta emergencia? La crisis del covid-19 tiene elementos muy diferenciados a la crisis anterior. Es todavía pronto para avistar cómo responderá en sistema a las necesidades sociales emergidas, aunque las medidas de urgencia que están desarrollando algunos gobiernos apuntan, desde luego, a un escenario distinto. Tanto el gobierno central, como comunidades, ayuntamientos e, incluso, universidades se han dotado, de manera ágil, de prestaciones y servicios que amortiguen este impacto.  Por tanto, es posible que veamos comportamientos muy distintos en el ámbito de las políticas sociales.

La inversión en gasto social tiene como objetivo, desde el desarrollo de los Estados de Bienestar, reducir las desigualdades que genera la renta y el mercado con el fin de tener una sociedad más cohesionada y con una brecha menor entre clases sociales. Ya desde los primeros seguros sociales aprobados a principios del siglo XX, las políticas sociales públicas han contribuido a la estabilidad social. Este hecho consiguió el acuerdo de la mayoría de la sociedad y, por tanto, su legitimación.  En el siglo XXI, estas bases ideológicas permanecen en nuestro imaginario social, y la inversión social en momentos de crisis es más o menos legitimada en función del reparto democrático o no de sus consecuencias.

Política social

El sociólogo, profesor e investigador José Antonio Noguera (2020) apunta a que son varias las razones que llevan a pensar que la respuesta a la emergencia generada por el covid-19 no será la misma reacción a la crisis del 2008. La primera de ellas tiene que ver con que esta crisis tiene un causante externo e imprevisto, por lo que se considera que, a todas las personas, independientemente de su situación económica y social previa, la crisis les ha pillado por sorpresa. Por tanto, se destierra la sospecha a la responsabilidad individual y la lógica del “merecimiento” a la ayuda social se legitima ante situaciones socioeconómicas imprevistas. En segundo lugar, porque las consecuencias directas y colaterales de esta crisis han tocado a todas las puertas, familias y clases sociales. Por tanto, se intensifica la “empatía” y ello reactiva la solidaridad colectiva. En tercer lugar, la necesidad se ha asentado en los hogares de manera rápida e intensa, la incertidumbre y el miedo hacen que se tambaleen los pilares de la seguridad y, por tanto, esto refuerza cualquier medida pública que contribuya a aportar estabilidad y certidumbre. En este contexto, nadie, independientemente de su ideología, se atreve a valorar como contraproducente cualquier incremento de gasto público para superar la coyuntura. Por último, ser seres humanos que viven en un mismo planeta se constituye, más que nunca, como nuestro principal rasgo identitario y, ello, homogeneiza e intensifica nuestro sentimiento colectivo y de comunidad. Por tanto, estamos en un momento paradigmático de solidaridad y redistribución.

Sin embargo, si bien el escenario que rodea a las políticas sociales es más optimista que nunca, no podemos olvidar que, al igual que ocurrió en la crisis del 2008, los efectos de esta pandemia no se distribuirán de manera democrática. Si bien sabemos que el virus es más agresivo en algunas personas (por razones de edad, patologías previas, etc.), también se identifican situaciones que pueden apuntar a las graves consecuencias que esta cuarentena tendrá para las familias más vulnerables, con empleos temporales, que viven en situaciones de soledad o hacinamiento, con dificultades económicas, sin medios telemáticos para el seguimiento de las clases que incrementarán la desigualdad educativa, etc. Cabe señalarse que el último informe Foessa (2019) constataba que el 18,4% de la población española (8,5 millones de personas) se encontraba en situación de pobreza y exclusión y que más de 4,6 millones de personas en España viven en casas que no reúnen las condiciones de habitabilidad, salubridad o adecuación suficiente. Por tanto, el momento de emergencia social no entiende de clases sociales, pero, en sus costes y recuperación, las brechas sociales serán determinantes. En los momentos de crisis, las políticas sociales toman un papel determinante. No se trata sólo de contener sus efectos, sino de invertir en una salida fuerte y resistente que supere la fragilidad de una sociedad desigual.

 

Nota: las personas interesadas podrán plantear a investigadores de la UPNA cuestiones relacionadas con el coronavirus o el estado de alarma a través del correo electrónico vicerrectorado.proyeccionuniversitaria@unavarra.es, incluyendo en el asunto #UPNAResponde/#NUPekErantzun.