El gran apagón ibérico: buscando respuestas para una crisis sin precedentes

Mar Rubio Varas es profesora del Departamento de Economía de la Universidad Pública de Navarra

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El 28 de abril de 2025 quedará marcado en la historia energética de la península ibérica tras producirse uno de los apagones más significativos de las últimas décadas. La interrupción del suministro eléctrico, que ha afectado simultáneamente a España y Portugal, se ha convertido en uno de los 15 cortes de electricidad más importantes de la historia mundial por el número de personas afectadas, con más de 58 millones de ciudadanos experimentando sus consecuencias.

Un apagón histórico

Lo que hace particularmente destacable este incidente no es solo su magnitud, sino también la respuesta a la crisis, de las autoridades y de la ciudadanía. A diferencia de otros grandes apagones históricos, como el de Norteamérica en 2003 o el de India en 2012, la respuesta de las autoridades, los operadores del sistema eléctrico y las empresas suministradoras permitió reducir su impacto en las infraestructuras críticas.

A lo largo del día fue avanzando el restablecimiento del servicio mientras que los hospitales, aeropuertos y servicios esenciales mantuvieron su funcionamiento gracias a sus sistemas de respaldo, demostrando la importancia de contar con protocolos de emergencia robustos.

Protocolos coordinados

Un factor clave en esta relativamente rápida respuesta fue la actuación de REDEIA (anteriormente conocida como Red Eléctrica de España), el operador del sistema eléctrico español, que cuenta con una experiencia acumulada de más de cuatro décadas en la gestión de la red de transporte de alta tensión. Les recomiendo que sigan sus explicaciones en redes sociales.

La compañía activó sus protocolos de contingencia y hubo coordinación con su homólogo portugués, REN (Redes Energéticas Nacionais). Esta colaboración transfronteriza fue fundamental para aislar el fallo inicial y prevenir un efecto dominó que podría haber extendido el apagón a otras regiones europeas.

Cabe destacar la importancia de mantener una estrategia de inversión continua en tecnologías de monitorización en tiempo real y sistemas inteligentes de gestión de red, que permiten detectar con rapidez las anomalías y responder de manera precisa, pese a la enorme magnitud de la incidencia para un sistema eléctrico interconectado como es el europeo.

Causas preliminares y lecciones aprendidas

Aunque las investigaciones para determinar las causas exactas del apagón siguen en curso, las primeras hipótesis apuntan a factores técnicos (aunque se han barajado ataques intencionados, a esta hora no hay evidencias).

Este incidente subraya la importancia de continuar fortaleciendo las infraestructuras eléctricas para hacerlas más resilientes ante eventos extremos, especialmente en un contexto de transición energética y cambio climático. Aunque fundamental para la sostenibilidad, la creciente integración de energías renovables en el mix energético ibérico plantea nuevos desafíos en la estabilidad de las redes que van a requerir de soluciones innovadoras.

No menos destacable fue la reacción de la ciudadanía durante el apagón, con escasos incidentes reportados pese a la magnitud del corte eléctrico. Los servicios de emergencia registraron un volumen de llamadas elevado pero manejable, principalmente consultas informativas más que situaciones críticas.

Las redes sociales, accesibles a través de dispositivos móviles con batería, sirvieron como canal de información alternativo, permitiendo a las autoridades difundir recomendaciones y actualizaciones sobre el progreso en la restauración del servicio. También la radio volvió a ser fundamental, como en anteriores situaciones de emergencia (la DANA, Filomena y tantas otras veces).

Repercusiones para Europa

Este apagón tendrá importantes repercusiones en las políticas energéticas de la Unión Europea. Si bien el sistema ibérico ha demostrado su capacidad de recuperación, el incidente refuerza la necesidad de acelerar las inversiones en interconexiones eléctricas entre países miembros y en sistemas de almacenamiento energético que puedan proporcionar respaldo en situaciones de emergencia.

La Comisión Europea ya ha anunciado que estudiará detalladamente este caso para extraer conclusiones aplicables al conjunto de la red eléctrica continental, en línea con los objetivos del Pacto Verde Europeo y la estrategia de descarbonización para 2050.

El gran apagón ibérico, a pesar de su magnitud histórica, está demostrando que la preparación, la inversión en infraestructuras robustas y la coordinación eficaz entre operadores son factores decisivos para minimizar el impacto de este tipo de crisis. La respuesta de REDEIA y REN, junto con el comportamiento responsable de la ciudadanía, hace que lo que podría haber sido una catástrofe en un caso de estudio sobre la gestión de emergencias energéticas.

Mientras el suministro eléctrico se restablece progresivamente en toda la península, ya comienzan los análisis para reforzar la resiliencia de un sistema que, pese al incidente de hoy, confirma su posición entre los más fiables y avanzados del mundo.

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.

Del pensamiento a la acción: los impulsos nerviosos que activan nuestros músculos

Javier Rodriguez-Falces es profesor e investigador del Departamento de Ingeniería Eléctrica, Electrónica y Comunicación de la Universidad Pública de Navarra

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Fueron unas ranas las que, por casualidad, dieron la explicación sobre el proceso de comunicación entre los nervios y los músculos, uno de los grandes misterios para la fisiología hasta el siglo XVIII.

En la década de 1780, el médico y físico Luigi Galvani se sorprendió al comprobar que una rana que disecaba en su laboratorio, al recibir una descarga eléctrica por equivocación, contraía una pata. Armado de un bisturí conectado a un generador de corriente, sus históricos experimentos inspirarían la imaginación de científicos e, incluso, de escritores como Mary Shelley.

Galvani observó que, cuando los nervios de la pata de la rana eran tocados con la punta conductora del bisturí, respondían con fuertes “sacudidas”. Estas contracciones ocurrían simultáneamente con las chispas eléctricas del generador de corriente. Así, el experimento puso de manifiesto que impulsos eléctricos de algún tipo se propagaban desde los nervios hasta los músculos.

Impulsos eléctricos y excitabilidad celular

Muchas células del organismo son capaces de generar y conducir impulsos eléctricos (también llamados potenciales de acción). Se trata de una especie de descarga eléctrica con forma de triángulo, de muy corta duración (1-2 milisegundos), que se propaga a lo largo de la membrana celular. Su misión principal es llevar información entre unos tejidos y otros.

La capacidad de generar impulsos eléctricos y transmitirlos es la característica que hace que una célula sea “excitable” eléctricamente. Y la excitabilidad celular es la cualidad que permite el movimiento… y la vida.

Existen varias células corporales capaces de generar impulsos eléctricos, pero las encargadas del movimiento son las células del sistema nervioso (neuronas) y las células (fibras) musculares.

Otros ejemplos de células excitables son las encargadas de la audición (generan impulsos eléctricos en respuesta a estímulos sonoros), de la vista (responden a estímulos visuales) o del tacto (hacen lo mismo con los estímulos mecánicos y térmicos).

Dos tipos de conducción eléctrica en el cuerpo

Habría que diferenciar la conducción eléctrica nerviosa (que ocurre entre el cerebro y los tejidos periféricos, como músculos y órganos) de la conducción eléctrica muscular (que sucede exclusivamente dentro de las fibras musculares).

En la conducción nerviosa, los impulsos eléctricos viajan a través de las fibras nerviosas para permitir la comunicación entre el cerebro, la médula espinal y el resto del cuerpo. Hay que aclarar que el impulso eléctrico no viaja por el nervio, sino a lo largo del axón de la neurona.

El axón es un cable que sale desde el centro (cabeza) de la neurona y va hasta un lugar alejado de este. Su diámetro es finísimo (1-20 micrómetros, que equivalen a la milésima parte de un milímetro), y miles de ellos se agrupan, empaquetados, en un solo nervio.

En el caso particular del movimiento muscular, el impulso eléctrico viaja desde el cerebro hasta el músculo solicitado, haciendo, eso sí, una pequeña “parada” en la médula espinal.

Por otra parte, en la conducción muscular, los impulsos eléctricos se transmiten a través de las fibras musculares para provocar su contracción. En este caso, el impulso eléctrico hace un solo viaje: desde el centro de la fibra muscular (que es donde llega la terminación de la fibra nerviosa) hasta el final de la fibra muscular (en la unión con el tendón).

A toda velocidad

Los impulsos eléctricos en los nervios viajan a 35-75 m/s, mientras que en la fibra muscular lo hacen a 4 m/s. ¡Una velocidad 10 veces menor! La velocidad del impulso en los nervios es tan elevada gracias a que la propagación es “saltatoria”. Esto quiere decir que el impulso eléctrico se propaga dando saltos entre unos anillos dispuestos a lo largo del axón, llamados nódulos de Ranvier.

Sin embargo, el impulso eléctrico en la fibra muscular se propaga a lo largo de la membrana de dicha fibra, lo que explica que se desplace mucho más lento.

¿Por qué la conducción nerviosa es tan rápida? Parece que es un aspecto propiciado por la evolución humana para reaccionar rápidamente a las amenazas y estímulos externos.

Por ejemplo, si alguien nos acerca un fuego al dedo índice, se generan impulsos eléctricos que viajan rápidamente por las neuronas sensoriales desde dicho apéndice hasta el cerebro. Es entonces cuando notamos la sensación de calor y apartamos rápidamente la mano.

De la electricidad a la mecánica

Se podría decir que el funcionamiento de un músculo y el de un coche son similares en el sentido que, en ambos casos, primero ocurren los eventos eléctricos y luego los mecánicos.

En el coche, lo primero que hacemos es girar la llave para que la corriente eléctrica viaje hasta las bujías y a las bobinas de encendido (eventos eléctricos), y sólo después se accionan los pistones, el cigüeñal y el árbol de levas, produciendo el movimiento (eventos mecánicos).

En el caso del cuerpo, el impulso eléctrico viaja desde el cerebro a la médula espinal para finalmente llegar al músculo (eventos eléctricos), y sólo después las fibras musculares se acortan, produciendo la contracción y el movimiento (eventos mecánicos).

Todo empieza en el cerebro

Los movimientos voluntarios primero se planifican y preparan en la corteza premotora del cerebro, que es una región ubicada en el lóbulo frontal. Después, esta información se traspasa a la corteza motora primaria (ubicada justo detrás del lóbulo frontal), que es donde están las neuronas motoras que envían los impulsos eléctricos a los músculos.

Sin embargo, el cerebro piensa en ejecutar un movimiento, no en contraer un músculo aislado –algo que es casi imposible–. Como somos seres funcionales, nuestro cerebro planifica y prepara movimientos que tengan una función concreta: lanzar una piedra, coger una cuchara, agarrar el volante del coche. Para alcanzar esa funcionalidad, los movimientos voluntarios necesitan la activación de varios músculos simultáneamente (músculos “sinergistas”) y no la activación de uno aislado.

Como hemos visto, el movimiento de un músculo es el resultado de una larga cadena de eventos eléctricos y mecánicos que se producen en este orden: se piensa en el movimiento a realizar, se activan las neuronas cerebrales responsables de ese movimiento, se conduce el impulso eléctrico por las fibras nerviosas, se conduce el impulso eléctrico por las fibras musculares y, finalmente, se acorta el músculo produciendo la contracción.

Javier Rodriguez-Falces, Profesor Titular del Departamento de Ingeniería Eléctrica, Electrónica y Comunicación de la Universidad Pública de Navarra. Su área de especialización es la Ingeniería Biomédica

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.

Proyectos para plantar la semilla de la sostenibilidad en el alumnado universitario

María J. Cantalejo Díez es profesora del Departamento de Agronomía, biotecnología y alimentación de la Universidad Pública de Navarra

 

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La  sostenibilidad de nuestro planeta es un desafío que nos obliga a cambiar el modo en el que vivimos y consumimos. Existe un lugar clave donde se están formando los profesionales del futuro más inmediato: la universidad. ¿Qué puede hacer ésta para impulsar un profundo cambio de mirada y una revolución sostenible? La respuesta es: mucho.

La universidad es un espacio en el que podemos actuar en tres ámbitos esenciales: la docencia, la investigación y la transferencia de conocimiento hacia el mundo empresarial y la sociedad. Si deseamos provocar un cambio real de conciencia, tenemos que inculcar la semilla de la sostenibilidad en el alumnado, investigar con ese objetivo y ser capaces de trasladar nuestros hallazgos a las empresas y, con ellas, a la sociedad.

En ese sentido, existen experiencias como las que hemos desarrollado recientemente en la Universidad Pública de Navarra, en este caso en el ámbito de la industria agroalimentaria, encaminadas a transformar esquemas mentales en pro de un mundo más sostenible.

Proyecto NEMOS: colaboración europea

Plantar la semilla de la sostenibilidad supone situarla en el centro del diseño de cualquier producto o alimento, y conseguir que el usuario o consumidor la tenga tan en cuenta como la calidad o el diseño. En esa línea, el proyecto europeo NEMOS (cofinanciado por la Unión Europea y con la participación de cinco universidades europeas), es una experiencia innovadora de aprendizaje-servicio para fomentar la competencia de la sostenibilidad.

Gracias a NEMOS, los universitarios de estos centros europeos, entre ellos la Universidad Pública de Navarra, investigan para dar soluciones reales y sostenibles a casos prácticos, propuestos por pequeñas empresas productoras o agroalimentarias, distintas oenegés, asociaciones de consumidores o de productores de productos ecológicos, comercio justo, banco de alimentos, etc.

Reutilizar papel

Uno de los casos prácticos consistió en la colaboración con el Tajo de Encuadernación y Serigrafía del Ayuntamiento de Pamplona, con cuyos profesionales los estudiantes de la asignatura de Diseño y Desarrollo de Alimentos de la UPNA elaboraron planes de degradación del material que usan para encuadernación: el papel se puede reutilizar para envases de alimentos.

Además de los casos prácticos, productores ecológicos con experiencia en sostenibilidad en el sector contaron a los estudiantes sus experiencias y solicitaron su contribución en problemas concretos. Por ejemplo, la empresa de aceite ecológico de oliva de residuo cero BIOSASUN, en Allo, Navarra, recibió propuestas para usos alternativos a los subproductos y residuos tras cada visita.

Todos los proyectos se cimentan sobre la economía circular y con el objetivo de lograr la ausencia de residuos en la industria a través de nuevos modos de diseñar, producir y aprovechar.

BIRBIZI: de basura agrícola a jugos bebibles

En este proyecto nos centramos en la idea de buscar nuevas aplicaciones para los residuos y subproductos infrautilizados en la industria agroalimentaria. El objetivo fue obtener nuevos alimentos que mejorasen la salud y la calidad de vida y promovieran la sostenibilidad.

A partir del proyecto BIRBIZI (“renacer”), financiado por Gobierno de Navarra, diseñamos jugos bebibles con propiedades antioxidantes partiendo del jugo acuoso de la aceituna. De este modo, utilizando “residuos” como el suero residual de la actividad de producción de queso, pieles de frutas de la producción de zumos ecológicos y el jugo acuoso residual de aceitunas con una alta concentración de polifenoles (sustancias antioxidantes obtenidas de las aguas de molienda de aceitunas y hojas de poda), logramos crear jugos bebibles con múltiples propiedades como prevenir y retrasar el envejecimiento y, a su vez, crear industrias con residuos cero.

Con motivo de la Noche Europea de l@s Investigador@s, organizamos “Catas con Ciencia” de los productos BIRBIZI (4 sesiones con 20 personas en cada una) y se recogieron las encuestas realizadas. El lactosuero con crema de naranja fue el mejor valorado (5,7 sobre 7). Actualmente, se están comercializando estos “alimentos-conciencia”.

El precio de no hacer nada

La sostenibilidad no es sólo una palabra de moda: ser sostenibles supone poder durar en el tiempo. Para que la economía circular sea una realidad, es necesario cambiar la manera en la que nos enfrentamos a muchas actividades cotidianas, especialmente en el ámbito de la producción industrial.

No se trata de pequeños retoques, sino de cambios profundos: consumir de forma más respetuosa, reciclar de verdad, diseñar productos que aprovechen cada partícula. Incentivar la búsqueda de una segunda vida a cada elemento. Esa conciencia real se puede impulsar desde la universidad y también, por qué no, desde los colegios: desde la base, desde el inicio. Porque cuantas más voluntades unamos, más seremos. Nos jugamos el planeta.

Este artículo fue originalmente publicado en The Conversation. Lea el original.

Para diseñar leyes eficaces se necesita oír a los expertos e implicar a quienes afecta

Mercedes Luque Vílchez (Universidad de Córdoba) y Francisco Javier Husillos Carqués  (Universidad Pública de Navarra)

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La sociedad se vale de normas para orientar el comportamiento de sus miembros. Las hay de muchos tipos: desde las más formales y de obligado cumplimiento, como las leyes, hasta otras que se aprenden a través de la interacción social y cultural y moldean nuestra forma de actuar (por ejemplo, los modales).

Sin embargo, no todas contribuyen al bienestar de la sociedad. De hecho, para resolver los problemas sociales y medioambientales asociados al actual modelo de desarrollo económico –extractivista y enfocado en el beneficio económico– se necesitan nuevas pautas de comportamiento social encaminadas a la sostenibilidad.

Promover la responsabilidad social

Hemos analizado el diseño de leyes que orienten a las empresas hacia prácticas sostenibles. Específicamente, estudiamos por qué el artículo 39 de la ley española de economía sostenible de 2011, que promueve la responsabilidad social de las empresas, no sirvió para incentivarlas a mejorar la calidad de sus informes sobre desempeño medioambiental, social y de gobernanza.

La redacción del artículo fue muy confusa lo que dificultaba su comprensión y, por lo tanto, su aplicación. No se establecieron mecanismos claros para el control de su cumplimiento ni se pusieron a disposición de las empresas las herramientas necesarias para –partiendo de lo que ya venían haciendo en ese ámbito– pudiesen seguir mejorando su transparencia en materia social, medioambiental y de gobernanza.

Con el fin de saber cómo era posible que esto hubiese sucedido, revisamos la ley en detalle y entrevistamos a actores clave en el proceso de creación de la norma. Examinamos los documentos de trabajo y consultamos noticias de la época. Todo esto nos permitió entender las causas del fracaso de esta normativa y establecer cómo se puede evitar que situaciones similares se repitan.

Negociación tripartita

Para ayudar a confeccionar la ley se convocó a académicos, expertos de varias ONG y organizaciones sociales y medioambientales, e incluso a empresas líderes en la revelación de información social y medioambiental. No obstante, sus intereses, conocimientos y experiencia no quedaron reflejados en la redacción final del artículo 39.

La razón es que dicho artículo se enmarca en el ámbito empresarial, en el que los principales acuerdos colectivos son negociados entre la patronal, los sindicatos y el Gobierno. De ahí que el diseño de la normativa estuviese dominado por estos tres actores sociales, que reprodujeron el mismo marco de negociación, estilo y dinámicas que tienen lugar cuando se negocian las pensiones, el salario mínimo interprofesional o los convenios colectivos.

La sostenibilidad, como fenómeno transversal, excede las competencias y conocimientos de la patronal y los sindicatos. Esta limitación tuvo un impacto muy significativo en el contenido final de la regulación que hemos analizado.

Factores coyunturales

Otro factor que contribuyó al fracaso del intento normativo de promover la responsabilidad social de las empresas fue la crisis económica global (2008). La gran recesión provocó un cambio en el discurso político y en la opinión pública: se dio prioridad al crecimiento económico y la creación de empleo, relegando a un segundo plano las cuestiones de naturaleza social y medioambiental.

La crisis económica debilitó notablemente al gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, quien sufrió duras críticas en los meses previos a las elecciones generales de 2011. La premura por aprobar la ley antes de las elecciones provocó que se hiciese de forma precipitada y su redacción presentase deficiencias.

Tras la derrota socialista, el cambio de gobierno también influyó en la debilidad de la norma. El Gobierno entrante, del PP y más conservador, no subsanó los defectos de la ley y apostó por la autorregulación de las empresas en materia de revelación de información social y medioambiental.

¿Qué lecciones nos quedan?

Para diseñar leyes que sean realmente efectivas, los gobiernos deben tener en cuenta tres parámetros básicos:

  1. Es fundamental crear procesos realmente participativos y basados en el conocimiento. Garantizar que el conocimiento técnico y la experiencia tengan un rol destacado en la formulación de la ley mejorará su calidad y la relevancia de sus contenidos.
  2. Es más eficaz intentar diseñar la ley de acuerdo a las prácticas, herramientas y conocimientos ya en marcha, en lugar de imponer cambios desconectados de la realidad de los actores involucrados y que puedan generarles incomprensión o rechazo.
  3. Para que las normas y los valores contemplados en la ley sean aceptados e interiorizados, deben estar en sintonía con el sentir y las expectativas de la sociedad en el momento en el que son promulgadas.

En el caso de la regulación analizada, su proceso de elaboración dejó de lado las opiniones de los expertos y no se construyó sobre lo que ya estaban haciendo las empresas en cuanto a la comunicación de sus acciones de responsabilidad social. Además, los ojos de la sociedad estaban puestos en la recuperación económica y no en la sostenibilidad.

Este artículo fue originalmente publicado en The Conversation. Lea el original.

Qué es un mapa conceptual y cómo puede sustituir a un examen

Alain Gil Del Val (Universidad Internacional de La Rioja),  Edurne Iriondo Plaza  (Universidad del País Vasco), Fernando Veiga y Urko Eslava Adot (Universidad Pública de Navarra)

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¿Recuerda esa mezcla de nervios y emoción que sentía antes de un examen? Esa sensación de que todo el esfuerzo de días, semanas o incluso meses se jugaba en unas pocas horas. Seguro que todavía lo tiene presente, porque incluso en nuestra vida adulta, esos momentos no desaparecen del todo.

Tal vez lo vivió al preparar unas oposiciones, enfrentarse a una entrevista de trabajo importante o cumplir con un gran reto profesional. Esos días de estudio intenso, de superar el cansancio y los miedos, nos marcan. Y justamente de eso queremos hablar: de ese viaje tan humano, lleno de desafíos, aprendizajes y pequeños triunfos.

En el caso de los escolares más jóvenes, en la etapa de primaria, los exámenes son una de las principales causas de estrés. No cabe duda de su necesidad y conveniencia en muchos casos, pero en otros, merece la pena plantearse métodos alternativos de evaluación que, aunque son igual de eficaces para medir el aprendizaje, resultan más amables y menos traumáticos para los alumnos.

Especialmente cuando los exámenes se acumulan al final de un periodo de evaluación continua, un momento que ya de por sí suele estar cargado de estrés y responsabilidades académicas, merece la pena ofrecer alternativas que no solo les permitan demostrar sus conocimientos de manera eficaz, sino que también reduzcan el impacto emocional y físico que suele acompañar a los exámenes tradicionales.

Asimilar contenidos y evaluar aprendizaje

Los dos objetivos fundamentales de un examen son facilitar al alumnado la asimilación cognitiva de los conceptos clave de la asignatura y constituir una herramienta válida y justa para evaluar los conocimientos adquiridos durante el semestre. Este equilibrio no siempre es fácil de alcanzar, ya que cada asignatura y cada grupo de estudiantes presentan necesidades particulares que deben ser consideradas al momento de diseñar estrategias de enseñanza y evaluación.

En este contexto, los mapas conceptuales se presentan como una herramienta docente innovadora y altamente efectiva. Su principal ventaja radica en que ayudan a los estudiantes no sólo a entender los nuevos contenidos, sino a retenerlos.

Mapas conceptuales: una representación visual y jerárquica

Los mapas ofrecen una representación visual y jerárquica de los temas estudiados. Su objetivo principal es organizar y representar el conocimiento de forma gráfica. Los elementos principales que componen un mapa conceptual son:

  1. Conceptos: normalmente representados dentro de círculos o cuadrados, estos son los bloques de construcción fundamentales del mapa.
  2. Relaciones entre conceptos: estas se indican mediante flechas conectadas entre los conceptos.
  3. Palabras o frases de enlace: colocadas sobre las flechas, estas palabras explican la naturaleza de la relación entre los conceptos conectados.

A diferencia del lenguaje hablado o escrito, que organiza la información de manera lineal, los mapas conceptuales permiten visualizar la estructura jerárquica del conocimiento.

Facilitar el aprendizaje significativo

Traducir la información lineal a una estructura jerárquica facilita el aprendizaje significativo: es decir, la conexión entre los nuevos conceptos que se presentan al alumnado y los conocimientos previos que ya forman parte de su estructura cognitiva.

Además de ser útiles como herramientas de aprendizaje, los mapas conceptuales son también una opción para la evaluación. Proporcionan al profesorado una visión clara de cómo se han integrado los conceptos clave en la mente de los estudiantes. Esto resulta especialmente valioso en contextos en los que los exámenes tradicionales pueden no ser la mejor opción para evaluar el progreso del alumnado.

Por ejemplo, en un contexto de prácticas de laboratorio. Actualmente, esta tarea académica se realiza en grupo y muchas veces el docente no puede evaluar si todos los alumnos han adquirido los conocimientos; realizar un mapa conceptual sobre lo aprendido con los experimentos permite evaluar la sedimentación del conocimiento hasta ese día del semestre.

Qué puede decirnos un mapa conceptual

Hemos investigado el uso de esta metodología con universitarios de diferentes niveles académicos. En total, analizamos 143 mapas conceptuales con el objetivo de evaluar el impacto del aprendizaje significativo en diferentes contextos. Además, incluimos un grupo de control compuesto por 79 estudiantes que no participaron en actividades relacionadas con los mapas conceptuales, para comparar sus resultados con los de aquellos que sí emplearon esta herramienta.

 

Ejemplo de mapa conceptual para la asignatura de Expresión Gráfica. Elaboración propia.

Mejor cuanto más complejos

Nuestro estudio muestra que los mapas conceptuales pueden ser una herramienta muy valiosa para evaluar la organización mental de los estudiantes y para representar la estratificación del conocimiento. Es decir, permiten adentrarse en la manera en la que se asienta el conocimiento en la estructura mental del estudiante.

Además, hemos observado dos resultados singulares. Por una parte, la complejidad del mapa conceptual refleja un mayor nivel de comprensión por parte del estudiante y, por tanto, un mejor rendimiento académico. Es decir, el análisis de la complejidad del mapa conceptual pudiera ser una herramienta sustitutoria de los exámenes tradicionales.

Se entiende por complejidad los niveles y subniveles que el estudiante utiliza para representar el conocimiento adquirido en la asignatura, así como los enlaces entre conceptos. En otras palabras, la complejidad analiza también las diferentes capas y subcapas de conocimiento y las interrelaciones entre conceptos para explicar la materia recibida en clase.

Por otro lado, los mapas individuales son de mejor calidad cognitiva que los grupales puesto que capturan y resaltan la estructura mental y cognitiva que está asimilando cada estudiante.

Este trabajo abre la puerta a nuevas líneas de investigación, como entrenar a los estudiantes en la creación de mapas conceptuales, adaptar el método a distintas asignaturas y desarrollar evaluaciones más completas y equitativas.

Este artículo fue originalmente publicado en The Conversation. Lea el original.

Los embalses no eran de Franco

Mar Rubio Varas (Universidad Pública de Navarra), Diego Sesma Martín (Universidad de la Rioja) y María Isabel Bartolomé (Universidad de Sevilla)

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El agua, para el riego”, proclamaba la propaganda franquista mientras inauguraba embalses por toda España. Sin embargo, la realidad que revelan los datos cuenta una historia muy diferente: mientras el régimen presumía de impulsar el regadío agrario, las empresas eléctricas controlaban silenciosamente la mayor parte del agua embalsada en el país.

España, con más de 1 200 embalses y presas, no sólo lidera Europa en infraestructuras hidráulicas, sino que ocupa el quinto lugar mundial.

Esta impresionante red de embalses se ha construido preferentemente bajo un discurso de modernización agraria, pero nuestra investigación revela que, paradójicamente, entre el 50 % y el 70 % de la capacidad de almacenamiento de agua en los embalses españoles ha estado históricamente bajo el control efectivo de las compañías eléctricas y no de los regantes.

La gran paradoja del agua española

En España, la gestión y control de las presas y embalses dependen de su titularidad y del uso al que estén destinados. Las infraestructuras hidroeléctricas han sido operadas por empresas eléctricas bajo concesiones administrativas.

Las concesiones permiten a estas compañías gestionar el agua embalsada para la generación de energía, lo que incluye decidir cuándo liberar el agua para producir electricidad. No obstante, estas decisiones deben alinearse con las normativas vigentes y las necesidades de otros usos del agua, como el abastecimiento urbano, el riego agrícola y la conservación ambiental.

Los números son contundentes. Durante el franquismo, mientras los discursos oficiales ensalzaban el papel del regadío como motor de desarrollo, la capacidad relativa de almacenamiento destinada exclusivamente a riego se redujo a la mitad: del 13 % en 1950 al 6 % en 1970. En el mismo período, el agua reservada para generación eléctrica aumentó del 29,5 % al 37 %. El resto se clasificaba bajo la ambigua etiqueta de “usos mixtos”, una categoría que, al examinarla en detalle, revela otra sorpresa.

En 1986, los 20 mayores embalses de España igualaban en capacidad a los otros 917 existentes. De estas 20 megapresas, 13 estaban clasificadas para “usos mixtos”. Sin embargo, en la concesión, todas ellas priorizaban la generación hidroeléctrica, y en cinco casos era su único uso autorizado. La realidad es clara: el agua embalsada en España ha atendido más a los intereses eléctricos que a los agrarios.

El agua es poder

¿Por qué es esto importante? Porque quien controla el agua lo hace sobre algo más que un recurso natural. Una presa no sólo inunda terrenos, sino que también otorga el poder de decidir cuándo y cómo fluye el agua en toda la cuenca. Esta capacidad de decisión afecta a agricultores, poblaciones y ecosistemas tanto río arriba como, especialmente, río abajo.

Además, el agua no sólo es vital para la agricultura, sino que también resulta esencial para la generación eléctrica. Es obvio en el caso de la energía hidroeléctrica, que depende directamente del agua embalsada, pero el resto de las tecnologías de generación –excepto la eólica y la solar fotovoltaica– también requiere agua para su funcionamiento como medio de refrigeración.

La realidad en cifras

Nuestro análisis exhaustivo de 940 presas españolas en 1986 revela que el 64 % del agua embalsable se destinaba a generación eléctrica, el 23 % a riego y el 12 % a otros usos. Esta distribución no era uniforme: en todas las regiones excepto tres, la prioridad era claramente eléctrica sobre la agraria.

Esta historia de control privado sobre un recurso público cobra especial relevancia en el contexto actual de crisis climática. Los períodos de sequía son cada vez más frecuentes e intensos, y la competencia por el agua se agudiza. Sorprendentemente, esta relación compleja entre dominio público y control privado del agua, especialmente con los usos eléctricos, ha estado prácticamente ausente tanto del debate público como de la literatura académica sobre la gestión del agua en España.

En la actualidad, ni siquiera hay información clara al respecto. Los datos más recientes no son fiables porque se confunde propiedad de la presa con la concesión del agua y porque las concesiones de agua no están recogidas de manera sistemática en ningún sitio.

Cualquier reforma futura del sistema de gestión hídrica en España deberá considerar no sólo la titularidad formal de las infraestructuras, sino también quién controla de hecho las decisiones sobre el agua. Sólo entendiendo estas dinámicas históricas podremos diseñar políticas que aseguren una distribución más equitativa y sostenible de este recurso vital.

Porque, al final, los embalses podían ser de Franco, pero el agua… el agua era para las eléctricas.

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el artículo original.

¿Cómo afectan los programas bilingües al alumnado con dislexia?

Mª Camino Bueno-Alastuey, Isabel García-del-Real y Oxana Plugina son profesoras e investigadoras del departamento de Ciencias Humanas y de la Educación de la Universidad Pública de Navarra.

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En la última década, los programas bilingües se han puesto en marcha de manera masiva en los centros escolares españoles. En ellos, parte de las asignaturas se imparten y trabajan en un segundo idioma. Aunque en estos programas cualquier idioma extranjero puede ser utilizado como lengua vehicular, en la práctica el inglés se ha convertido en el líder absoluto, al ser percibido como una herramienta clave para alcanzar el éxito profesional.

Un vistazo a las estadísticas de educación en España revela la rapidez con la que este “tren bilingüe” avanza, integrando cada vez a más alumnos y alumnas en su recorrido. Sin embargo, cabe preguntarse: ¿está llevando a todo el alumnado hacia el éxito o hay quienes, al recibir clases en una lengua extranjera, se quedan atrás?

La educación bilingüe responde a los objetivos de la Unión Europea, que busca que los jóvenes de Europa dominen al menos dos lenguas extranjeras además de su lengua materna para 2025. El éxito del inglés se debe a que abre puertas a un mercado laboral globalizado y facilita los intercambios culturales. Sin embargo, también plantea retos, especialmente para el alumnado con dificultades de aprendizaje, como la dislexia.

Dislexia y el aprendizaje de segundas lenguas

La dislexia es un trastorno de aprendizaje de origen neurológico que afecta a la precisión y fluidez en el reconocimiento de palabras, así como a las habilidades de ortografía y decodificación.

Aunque se han realizado numerosos estudios sobre la dislexia en castellano como lengua materna, aún se sabe poco sobre su impacto en el aprendizaje de lenguas extranjeras.

Desempeño del alumnado disléxico en los programas bilingües

El rendimiento académico en estos programas depende en gran medida de la capacidad del alumnado para comprender y expresarse en inglés. ¿Cómo afecta la dislexia a este proceso? Investigaciones internacionales señalan que el bilingüismo tiene el potencial de mejorar las competencias lingüísticas gracias al fenómeno de la transferencia de habilidades cognitivas entre lenguas, lo que puede contribuir al éxito académico.

Sin embargo, no está claro hasta qué punto el alumnado con dislexia que estudia en inglés puede beneficiarse de estos efectos. Además, algunos estudios advierten que la dislexia podría representar un obstáculo para el progreso en este innovador sistema educativo.

Nuestra investigación en Navarra

Para explorar estas cuestiones, en 2023 llevamos a cabo un amplio estudio en Navarra, con la participación de más de 1 000 alumnos y alumnas con y sin dislexia de 4º y 6º curso de Educación Primaria (con edades de entre 9 y 12 años). En el proyecto participaron 11 colegios bilingües de distintas características, la mayoría ubicados en áreas urbanas, incluyendo centros públicos y concertados de distintos tamaños.

En esta investigación, evaluamos la comprensión lectora y oral en inglés y castellano de estos dos tipos de sujetos para identificar posibles diferencias significativas en su desempeño entre ambos idiomas.

Los resultados fueron reveladores. Aunque investigaciones internacionales han destacado los beneficios cognitivos del bilingüismo, los datos obtenidos en Navarra muestran que el alumnado con dislexia se queda atrás frente a sus pares en todas las pruebas, tanto en castellano como en inglés. Además, las brechas fueron mucho más pronunciadas en las pruebas en inglés.

Estas diferencias persistieron independientemente del curso (4º o 6º), tipo de comunicación (oral o escrita), tipo de texto (narrativo o expositivo), formato de las preguntas (abierta o de opción múltiple) o habilidades cognitivas evaluadas (localizar, hacer inferencias, interpretar y evaluar).

Los resultados sugieren que los programas bilingües pueden representar un obstáculo significativo para el alumnado con dislexia a la hora de comprender los contenidos impartidos en inglés.

Reflexiones y propuestas

A pesar de sus limitaciones, el estudio planteó una preocupación importante: ¿está la educación bilingüe garantizando la igualdad de oportunidades para todo el alumnado? Numerosos estudios sobre la dislexia en lengua materna han demostrado que los niños con dislexia presentan puntuaciones más bajas en lectura y en coeficiente intelectual verbal en comparación con los lectores típicos, y que estas diferencias se mantienen constantes a lo largo de los años escolares sin llegar a igualarse.

En nuestro estudio, también hemos encontrado diferencias significativas entre lectores típicos y disléxicos en programas bilingües, con resultados notablemente inferiores en inglés en comparación con el castellano. Estos hallazgos sugieren que la población disléxica se enfrenta a barreras adicionales en un entorno bilingüe.

Si bien la investigación internacional señala posibles efectos positivos del bilingüismo, los resultados en todos los tests se mantuvieron muy bajos en el alumnado con dislexia. Sin embargo, debido a la ausencia de una muestra de alumnado con dislexia en programas monolingües, no podemos determinar si su rendimiento académico es mejor o peor en estos contextos.

Adaptaciones necesarias

Aunque el bilingüismo puede ser beneficioso en muchos aspectos, es fundamental ajustar los métodos de enseñanza para garantizar la inclusión y el éxito de los estudiantes con dislexia en el aprendizaje de una segunda lengua. Para que los programas bilingües que enseñan en inglés (u otros idiomas) algunas asignaturas sea efectivo para estudiantes con dislexia, es fundamental que reciban un enfoque de aprendizaje individualizado y atención especializada. Esto podría incluir:

  1. Adaptar los materiales educativos para facilitar la comprensión en inglés, por ejemplo, utilizando libros de texto adecuadamente adaptados a diferentes niveles de habilidad o facilitando los procesos con el apoyo de tecnologías digitales.
  2. Proporcionar formación específica a los equipos docentes para atender las necesidades del alumnado con dislexia.
  3. Implementar programas de refuerzo y acompañamiento.

La educación bilingüe tiene el potencial de ser una herramienta poderosa para construir un futuro más inclusivo y competitivo. Sin embargo, para que realmente sea un camino hacia el éxito, es esencial garantizar que todo el alumnado pueda avanzar a su propio ritmo, con el apoyo necesario para superar los retos que enfrenta. Es nuestra responsabilidad encender la luz en el camino y asegurarnos de que nadie quede en la oscuridad.

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el artículo original.

Hacer pesas y ejercicios de fuerza puede prolongar la vida

Mikel Izquierdo es profesor del Departamento de Ciencias de la Salud de la Universidad Pública de Navarra

Fotografía obtenida en pixabay

Con el aumento de la esperanza de vida, surge una pregunta clave: ¿cómo vivir más años, sin perder calidad de vida? El Consenso Global sobre Recomendaciones Óptimas de Ejercicio para Mejorar la Longevidad Saludable en Adultos Mayores ofrece una respuesta contundente: el ejercicio físico no es un complemento, sino un pilar de tratamiento.

Respaldado por décadas de investigación y la colaboración de expertos de 40 países, el documento propone un cambio de paradigma: los programas de ejercicio personalizados deben ser tan esenciales como un tratamiento farmacológico a todas las edades, pero especialmente en la atención a los adultos mayores. No se trata de añadir años a la vida, sino de garantizar que esos años se vivan con autonomía, energía y bienestar integral. Además, proponen estrategias concretas para combatir la fragilidad, mantener la independencia y reducir los costos en el sistema de salud.

De las caminatas al entrenamiento de fuerza: por qué las recomendaciones deben evolucionar

La relación entre ejercicio y envejecimiento saludable no es una idea nueva. Desde la década de 1970, estudios epidemiológicos han demostrado que el ejercicio regular reduce el riesgo de enfermedades crónicas como las dolencias cardiovasculares, la diabetes y la osteoporosis. Sin embargo, las recomendaciones genéricas, como “camine 30 minutos” o “sume 10 000 pasos diarios”, han quedado obsoletas para adultos mayores con condiciones de salud complejas.

Estudios recientes revelan que el entrenamiento de fuerza progresivo –con pesas o máquinas– es clave para preservar la función muscular, cuya pérdida acelera la fragilidad. El problema, advierten los expertos, es que muchos programas actuales fallan por dosificación insuficiente. “Al igual que ocurre con los fármacos: si la dosis es baja, el efecto es nulo. En algunos casos, el ejercicio prescrito es tan ligero que equivale a un placebo”, explica el informe. Algo que sería inaceptable en el ámbito farmacológico.

La solución, según el consenso global, es tratar el ejercicio como una “prescripción médica de precisión”, individualizada, supervisada y ajustada a las necesidades de cada paciente. Y no como una opción secundaria dentro de la atención médica.

Compresión de la morbilidad: más años saludables

Uno de los mensajes clave del consenso es el concepto de compresión de la morbilidad: acortar al máximo los años de discapacidad en la vejez y maximizar los años de vida con buena salud. Según la evidencia, programas estructurados de ejercicio pueden añadir hasta diez años de vida saludable, superando los beneficios de muchas intervenciones farmacológicas.

El consenso abandona las recomendaciones universales y enfatiza la importancia de planes individualizados, que incluyen:

  • Evaluación integral: Determinar el estado de salud, capacidades y riesgos individuales.
  • Programas estructurados: Incluir ejercicios aeróbicos para la salud cardiovascular, entrenamiento de la fuerza y potencia muscular para fortalecer músculos y entrenamiento de equilibrio para prevenir caídas.
  • Objetivos centrados en el paciente: Diseñar planes adaptados a las preferencias individuales para aumentar la motivación y la adherencia.
  • Programas multicomponentes: Integrar tareas físicas y cognitivas para fortalecer la agudeza mental y la resiliencia.

No solo es prevención: el ejercicio como tratamiento

Uno de los puntos más destacados del consenso es que el ejercicio no solo previene enfermedades, sino que también las puede tratar. En adultos mayores con fragilidad o sarcopenia (pérdida muscular severa), el entrenamiento de fuerza progresivo y el entrenamiento interválico de alta intensidad (HIIT) han demostrado ser altamente eficaces para preservar la fuerza muscular y resistencia cardiovascular.

También se destaca que el entrenamiento de fuerza puede complementar los tratamientos farmacológicos para enfermedades como el párkinson y los trastornos cardiometabólicos, potenciando su efectividad y reduciendo efectos adversos. En casos de hipertensión leve, programas de entrenamiento cardiovascular pueden reducir la necesidad de fármacos hasta en un 30 %.

Sustituir medicamentos por ejercicio

La polifarmacia –uso de múltiples medicamentos– es un problema frecuente en la población mayor, aumentando el riesgo de interacciones perjudiciales. Este consenso enfatiza que el ejercicio puede, en ciertos casos, reemplazar o reducir la necesidad de medicamentos para afecciones como la hipertensión y la depresión, disminuyendo así la carga medicamentosa y los riesgos asociados.

A pesar de tan abrumadora evidencia, la prescripción de ejercicio físico sigue sin estar completamente integrada en los sistemas de salud. Aunque cada vez más hospitales han incorporado programas de ejercicio para pacientes cardíacos, oncológicos y aquellos ingresados en unidades de geriatría, estos suelen centrarse en la fase inicial del tratamiento, con acceso a gimnasios especializados y un seguimiento limitado en los primeros meses.

Sin embargo, la infraestructura sigue siendo un desafío y, en la práctica, prescribir un medicamento resulta mas sencillo que desarrollar e implementar un programa de ejercicio, a pesar de sus beneficios probados.

Los profesionales de la salud necesitan formación

Otro obstáculo clave es la falta de formación en prescripción de ejercicio entre los profesionales de la salud. Muchos médicos de atención primaria, entre otros, carecen de conocimientos específicos sobre cómo prescribir programas de ejercicio físico adaptados a cada paciente. Para que estos programas sean efectivos, se necesitarían especialistas dentro del sistema de salud capaces de guiar a los pacientes en un proceso progresivo de mejora.

Aunque la inversión inicial en infraestructura y personal pueda parecer elevada, a largo plazo el impacto económico sería positivo. Reducir la carga de enfermedades crónicas mediante el ejercicio disminuiría los costos asociados a hospitalizaciones y tratamientos prolongados, representando una estrategia eficiente para la sostenibilidad de los sistemas de salud.

El consenso aboga por iniciativas como Exercise is Medicine, que promueve la evaluación y prescripción del ejercicio como un “signo vital”, al mismo nivel que la presión arterial o la frecuencia cardíaca. Ejemplos exitosos como, el programa VIVIFRAIL, respaldado por la OMS, demuestran que grupos comunitarios de ejercicio mejoraran la capacidad funcional y reducen el riesgo de caídas en adultos mayores.

Más allá de los beneficios individuales, los beneficios económicos de los programas de ejercicio regular en adultos mayores son incuestionables. La prevención de hospitalizaciones y la reducción de la necesidad de cuidados prolongados pueden aliviar significativamente la carga sobre los sistemas de salud. Además, los programas de ejercicio grupales promueven el bienestar emocional y social, combatiendo la soledad y fortaleciendo las redes de apoyo.

Una llamada a la acción

El Consenso Global no es solo una guía: es un manifiesto para repensar el manejo de las enfermedades en las personas mayores. “La fragilidad no es una excusa para evitar el ejercicio: es la razón definitiva para prescribirlo”, sentencia el documento.

La meta es ambiciosa pero alcanzable: formar e incluir especialistas en prescripción de ejercicio físico dentro del sistema de salud, crear alianzas con centros comunitarios y normalizar la prescripción de ejercicio físico como parte de los tratamientos médicos. Como concluye el informe, “vivir más años no es suficiente si no podemos levantarnos cada mañana con ganas de vivirlos”.

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original

La presencia de mujeres en los consejos de administración de las empresas familiares tiene ventajas

Lucía Garcés Galdeano, Beatriz Martínez García e Isabel Abínzano Guillén son profesoras e investigadoras del Departamento de Gestión de Empresas de la Universidad Pública de Navarra

Fotografía obtenida en pexels

En el ámbito empresarial, la claridad y accesibilidad de los informes anuales es un factor clave para garantizar que la información financiera sea comprensible y útil para los inversores, reguladores y otros interesados.

En el caso de las empresas familiares –un tipo de organización caracterizada por el control y la participación activa de una familia–, la calidad de los informes anuales adquiere una relevancia aún mayor. Pero ¿en qué medida afecta a su legibilidad que las directoras sean mujeres? Lo hemos analizado.

Diversidad de género y legibilidad en empresas familiares

La diversidad de género en los consejos de administración puede influir en la toma de decisiones y la transparencia empresarial. Hay investigaciones que sugieren que la presencia de mujeres en los consejos puede mejorar la calidad de la información financiera y el ambiente informativo general.
Sin embargo, en empresas familiares, donde también los objetivos no económicos, como la riqueza socioemocional (socioemotional wealth, SEW), son fundamentales, la influencia de las mujeres directoras puede variar dependiendo de su afiliación familiar y su poder en la organización.

Así, en nuestro trabajo The role of female directors in family firms’ annual report´s readability investigamos cómo estas dinámicas afectan a la legibilidad de los informes anuales, es decir, a la facilidad con la que los lectores pueden leer y comprender estos textos financieros.

Hemos encontrado que, en empresas familiares que cotizan en bolsa, la presencia de mujeres de la familia en los consejos de administración, particularmente las que tienen roles internos, mejora significativamente la legibilidad de los informes anuales. En contraste, las consejeras externas o no familiares tienden a reducir esta legibilidad.

¿Por qué las consejeras de la familia mejoran la legibilidad?

El comportamiento de las empresas familiares suele estar guiado por la riqueza socioemocional, que se refiere a aquellos valores no monetarios prioritarios para la familia propietaria, como el control, la reputación y la sostenibilidad a largo plazo.
Según el enfoque de la riqueza socioemocional, las mujeres de la familia que ocupan posiciones de liderazgo dentro de la empresa no solo buscan maximizar los beneficios financieros, sino también proteger estos valores no económicos, lo que las lleva a impulsar prácticas más transparentes y accesibles, reflejadas en la legibilidad de los informes.

Este efecto es aún más evidente cuando las mujeres familiares ocupan un cargo directivo en la empresa, es decir, cuando forman parte de la gestión diaria de la misma. Su conocimiento profundo del negocio y su implicación directa les otorgan un mayor poder y legitimidad dentro del consejo de administración, lo que les permite influir en decisiones que promueven la legibilidad.

Este enfoque se alinea con una visión extendida de la riqueza socioemocional, en la que los intereses de la familia se amplían para abarcar también los de la empresa y sus demás partes interesadas, promoviendo así informes claros y comprensibles.

La cara opuesta: las consejeras externas y no familiares

En cambio, las consejeras que son ajenas a la familia, o que no tienen roles operativos dentro de la empresa, tienden a priorizar otros objetivos, lo que puede reducir la legibilidad de los informes.

Las consejeras familiares externas no están directamente involucradas en las operaciones del negocio, por lo que no suelen tener el mismo nivel de legitimidad y poder que sus contrapartes internas. A menudo, su papel se percibe como simbólico, y su influencia en la toma de decisiones puede estar más enfocada en mantener el control familiar que en promover la transparencia.

Además, las mujeres no familiares en los consejos de administración de empresas familiares también enfrentan desafíos para influir positivamente en la legibilidad de los informes. Dado que no están vinculadas a los valores de la riqueza socioemocional familiar, su motivación para mejorar la legibilidad puede ser menor. Asimismo, su falta de propiedad en la empresa limita su poder, lo que dificulta que puedan generar cambios significativos en los informes anuales.

Comprender las diferencias

Intentamos contribuir a la comprensión de las diferencias dentro de los consejos de administración de las empresas familiares, resaltando el impacto que pueden tener las mujeres en la legibilidad de los informes anuales.

Mientras que la diversidad de género se ha asociado con mejoras en la calidad de la información financiera, la afiliación familiar y el rol específico que desempeñan estas mujeres dentro de la empresa son factores cruciales que determinan su impacto en la legibilidad.

Las empresas familiares cotizadas, dadas sus expectativas de transparencia y cumplimiento normativo, podrían beneficiarse de promover la participación de aquellas directoras ejecutivas pertenecientes a la familia dentro del consejo.

Estas consejeras no solo mejorarían la legibilidad de los informes, sino que también contribuirían a una gestión que equilibre los intereses familiares y empresariales, fomentando así relaciones más saludables con todos los grupos de interés.

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original

Cuando la diabetes pasa de ser crónica a terminal

The ConversationArantxa Bujanda Sáinz de Murieta, profesora e investigadora del Departamento de Ciencias de la Salud de la Universidad Pública de Navarra (UPNA)The Conversation


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Tiempo de lectura: 1 minuto

las personas con diabetes solo tienen acceso como máximo a cuatro tiras de glucosa al día, insuficientes para un control adecuado.

La diabetes es considerada una enfermedad crónica tratable, pero puede convertirse en una sentencia de muerte en contextos con menores recursos. Este contraste se hizo evidente durante mi estancia en Sudáfrica, donde observé cómo el acceso limitado a tratamientos y educación sanitaria pone en peligro la vida de miles de personas. Esta realidad subraya las profundas desigualdades en el manejo de enfermedades crónicas a nivel mundial.

Vivir con diabetes y sin recursos

Con el objetivo de evitar complicaciones a corto y largo plazo, las personas con diabetes deben controlar sus niveles de glucosa en sangre. En muchos países los sistemas de salud pública ofrecen acceso a todo tipo de tratamientos y tecnologías. Un ejemplo de ello son los monitores continuos de glucosa, que han revolucionado la gestión de la enfermedad. Estos dispositivos permiten un seguimiento constante de los niveles de azúcar en sangre, mejoran la calidad de vida y reducen riesgos asociados a la diabetes.

No en todos los países sucede igual y en Sudáfrica la realidad es muy distinta. A pesar de que el sistema público de salud, del que depende más del 80 % de la población, garantiza el acceso a insulina y tiras de medición de glucosa, estos recursos son limitados y obsoletos.

Por ejemplo, las insulinas disponibles son versiones más antiguas que tardan entre 30 y 60 minutos en actuar, comparadas con los entre 10 y 15 minutos de las insulinas modernas. Este retraso puede parecer pequeño, pero en la práctica complica enormemente el control diario.

Además, las personas con diabetes solo tienen acceso como máximo a cuatro tiras de glucosa al día, insuficientes para un control adecuado. A eso hay que sumar que los laboratorios farmacéuticos recientemente han dejado de fabricar este tipo de insulinas en formato de pluma. Esto hace que los pacientes tengan que volver a utilizar viales y jeringuillas, lo que dificulta aún más ajustar la dosis.

Estas limitaciones de recursos condenan a muchas personas a vivir con miedo constante a las complicaciones e, incluso, a una muerte prematura.

Desigualdades más allá del sistema de salud

No obstante, la desigualdad en el manejo de la diabetes no solo depende de los recursos médicos disponibles. El entorno en el que nacemos y vivimos también juega un papel determinante en nuestra capacidad para enfrentarnos a una enfermedad crónica.

El control de una enfermedad como la diabetes requiere mucho más que medicación: también requiere apoyo social, psicológico y económico. No todos los pacientes tienen el privilegio de poder contar con una red que les ayude a gestionar su enfermedad.

Imaginemos por un momento a una persona que lucha diariamente por conseguir comida o a otra que busca un sitio donde cobijarse todas las noches. En ese contexto, ¿cómo podemos esperar que se preocupe por controlar su diabetes? El resultado es que las recomendaciones estándar de tratamiento, diseñadas para países con mayores recursos, son inaccesibles para quienes viven en condiciones de pobreza.

Recuerdo especialmente el caso de un paciente que no sabía contar los hidratos de carbono que ingería, algo clave en el manejo de la diabetes. Durante la consulta, la médica me comentó que en ocasiones anteriores le habían ofrecido enseñarle, pero que él no había mostrado interés. Su vida estaba dominada por el trabajo y el cuidado de sus hijos pequeños. Sin embargo, ese día expresó su voluntad de aprender y nos dijo: “Es que quiero vivir”.

Un desafío para los sanitarios

Los propios profesionales sanitarios en Sudáfrica están limitados en su capacidad de proporcionar un tratamiento adecuado. La falta de recursos dificulta un tratamiento adecuado: con solo cuatro mediciones diarias de glucosa es imposible identificar patrones claros y ajustar las dosis de insulina con precisión.

Además, los resultados de los análisis de sangre a menudo no llegan a tiempo (anticuerpos, hemoglobina glicosilada), lo que agrava aún más la situación.

Aun en este contexto de restricciones, los profesionales realizan un esfuerzo admirable para garantizar la mejor atención posible. Para ello buscan soluciones y hacen todo lo posible por mitigar las complicaciones asociadas a esta enfermedad.

Es hora de actuar

Es urgente que las organizaciones internacionales, los gobiernos y las sociedades civiles trabajen para reducir estas brechas. Las tecnologías para el manejo de la diabetes no deberían ser un lujo exclusivo de los países o personas con mayor poder adquisitivo que pueden permitirse seguros privados.

Necesitamos avanzar hacia un modelo de salud global que no solo se limite a proveer lo básico, sino que también garantice que las personas puedan vivir dignamente con su enfermedad y con independencia de su lugar de nacimiento.

Lograr este objetivo requiere un esfuerzo coordinado. Es necesario aumentar la inversión en tecnologías accesibles, establecer programas de educación en salud y promover políticas que prioricen la equidad. Al mismo tiempo, es crucial empoderar a las comunidades afectadas y proporcionar apoyo social y psicológico que permita a los pacientes tomar el control de su enfermedad.

Nos gusta decir que la salud es un derecho humano fundamental, pero en la práctica el acceso a un tratamiento adecuado sigue siendo un privilegio para muchos. Debemos trabajar para que ese derecho sea una realidad tangible para todos sin importar su ubicación geográfica o su condición económica. La vida de las personas con esta u otras enfermedades no debe estar determinada por el azar.

En estas condiciones no es exagerado decir que la diabetes, que en otros contextos es una enfermedad crónica tratable, se puede convertir en una enfermedad terminal. No debería ser así.

Arantxa Bujanda, Enfermera especializada en diabetes, Universidad Pública de Navarra

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.