Euríbor e hipotecas, ¿cómo afrontar el otoño que comienza?

Luis Fernando Muga Caperos, profesor titular del Departamento de Gestión de Empresas e investigador del Instituto Inarbe – Institute for Advanced Research in Business and Economics de la Universidad Pública de Navarra (UPNA)

Foto de Nataliya Vaitkevich/ Pexels

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La decisión de endeudarse a tipo de interés fijo o a tipo de interés variable no es fácil ni inmediata.

Según el informe de confianza del consumidor de julio de 2022, más de la mitad de los hogares españoles (51,7 %) llega justo a final de mes y no es capaz de ahorrar. Este hecho se está viendo agravado por los altos niveles de inflación (el dato de IPC de julio fue de 10,8 %) y por la escalada del euríbor a lo largo del año.

El euríbor es, en términos generales, el precio al que las entidades bancarias europeas se prestan dinero entre sí. Del 3 de enero al 22 de agosto de 2022 el dato diario a un año ha pasado del -0,499 % al 1,344 %. Evidentemente, esta es una mala noticia para los presupuestos de los hogares españoles, sobre todo si deben afrontar el pago de una hipoteca a tipo de interés variable.

Evolución del euríbor a 12 meses entre el 3 de enero y el 22 de agosto de 2022. Author provided

¿Qué esperar a corto plazo?

El euríbor lo calcula el Instituto Europeo de Mercados Monetarios (EMMI, por sus siglas en inglés), intentando evitar posibles manipulaciones. Las 18 entidades financieras europeas que aportan los datos para su cálculo se conocen como el panel de bancos.

Cada día de mercado, el EMMI publica el euríbor para sus diferentes vencimientos. Para obtener el euríbor hipotecario se toma el índice con vencimiento a 12 meses y se calcula la media de todos los datos diarios para un mes.

Evolución del euríbor y del tipo oficial del BCE entre enero de 2011 y agosto de 2022. Author provided

Si observamos el comportamiento del euríbor desde 2011, vemos que ha oscilado alrededor del tipo de interés oficial del Banco Central Europeo (BCE) y que, desde que el tipo del BCE entró en terreno negativo en 2016 hasta abril de este año, se mantuvo por debajo de este.

Dado que el euríbor es el tipo de interés de referencia al que los bancos se prestan dinero entre ellos, las subidas que estamos viendo desde abril no son más que el anticipo de las subidas de tipos que el BCE comenzó a aplicar en julio (y que se espera que continúen).

Si se cumplen las expectativas, el BCE subirá su tipo oficial hasta el 1 % en su reunión de septiembre. El euríbor de agosto se situaría ligeramente por encima, en el 1,113 %. Ello puede tener dos posibles interpretaciones:

  1. El mercado está adelantando mayores subidas de los tipos de interés, dados los altos niveles de inflación en la zona euro.
  2. Las entidades financieras están previendo el fin de la barra libre de liquidez en el BCE y buscan alternativas para financiarse, en este caso en el mercado interbancario. Mayor demanda en este mercado hace que, lógicamente, incrementen los tipos de interés exigidos para prestar en esta clase de operaciones.

¿Tipo fijo o variable?

En este escenario, ante una previsible subida de tipos, un agente adverso al riesgo, si tuviera que elegir, escogería una hipoteca a tipo fijo. No obstante, la decisión de endeudarse a tipo de interés fijo o a tipo de interés variable no es fácil ni inmediata. Más si tenemos en cuenta que los plazos de vencimiento de un préstamo hipotecario suelen exceder los 20 años. Nadie tiene una bola de cristal que permita determinar cómo evolucionarán los tipos, y menos a tan largo plazo.

Dos recomendaciones de los expertos pueden ser útiles:

  • No dedicar más del 30 % de los ingresos familiares netos a la hipoteca.
  • Hacer simulaciones de cómo quedarían las cuotas si se producen incrementos en el euríbor para evaluar qué subida de tipos podría absorber el presupuesto familiar, en caso de optar por una hipoteca a tipo de interés variable.

Por ejemplo, si pensamos en una familia con unos ingresos netos mensuales de 3 000 euros y aplicamos el 30 %, quedarían 900 euros disponibles de su presupuesto para la hipoteca. Si prevé endeudarse con un préstamo de 150 000 euros a 20 años y las alternativas son: euríbor + 0,5 % (tipo variable) o un préstamo a tipo fijo al 2,25 %, en un escenario con el euríbor al 1 % pagarían 723,82 euros al mes en el préstamo variable y 776,71 con el préstamo fijo.

Simulación de préstamo a tipo fijo o tipo variable. Author provided

Con una subida del tipo de interés de referencia al 1,75 % pagarían la misma cantidad en ambas opciones.

Si el euríbor subiera al 3,5 %, entrarían en zona de peligro y su cuota superaría los 900 euros mensuales (908,97 euros). Evidentemente, corresponde a la familia que va a endeudarse prever qué probabilidades le asigna a cada uno de los escenarios y decidir la mejor opción para ellos, en función de su aversión al riesgo.

Los datos del Instituto Nacional de Estadística indican que ya en el año 2021 las familias españolas aprovecharon la coyuntura de tipos bajos y se constituyeron más hipotecas a tipo fijo (60,3 %) que a tipo variable (39,7 %), lo que puede estar limitando el impacto de la subida de tipos en los presupuestos familiares disponibles.

Luis Muga, Profesor de Economía Financiera y Contabilidad, Universidad Pública de Navarra

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.

Radicalización violenta: ¿qué está pasando en Estados Unidos?

Sergio García Magariño, investigador del Instituto I-Communitas (Institute for Advanced Social Research-Instituto de Investigación Social Avanzada) de la Universidad Pública de Navarra (UPNA)

The Conversation

Un miembro de «Proud Boys» ondea una bandera en un mitin «Stop The Steal» frente a la mansión del gobernador de Minnesota el 14 de noviembre de 2020.
Chad Davis / Flickr, CC BY

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Estados Unidos es la cuna de más de 1 700 grupos que justifican el odio, e incluso la violencia, contra ciertos colectivos.

El reciente ataque contra Salman Rushdie en Chautauqua es una buena ocasión para analizar la violencia en la que está inmersa la capital del estado, la ciudad de Nueva York, y con ella el país entero. En lo que va de siglo XXI, la Gran Manzana ha sufrido once ataques terroristas. Los 3 001 muertos y más de 6 000 heridos que conllevan son la crónica más patente de una vulnerabilidad cuyas causas quizá no sean tan conocidas.

La radicalización violenta se puede estudiar empíricamente desde diferentes ángulos. Dos de estas perspectivas empíricas, en ocasiones contrapuestas, son: por un lado, el análisis de la trayectoria que siguen los individuos que terminan actuando violentamente con fines políticos bajo el paraguas de una organización terrorista que puede operar desde el exterior; y, por el otro, el examen de los factores macrosociales que conducen a la radicalización violenta de organizaciones con fines políticos.

Teniendo en cuenta la segunda perspectiva, la vulnerabilidad de Estados Unidos ante el terrorismo está relacionada con cuatro grandes factores que no se dan, en su totalidad, en otros contextos nacionales:

  • La existencia de más de 1 700 grupos legales en el país que el prestigioso Southern Poverty Law Center califica como “extremistas” o “de odio”.
  • La polarización rampante de la política norteamericana.
  • Los agravios subjetivos aducidos por múltiples colectivos ante el comportamiento geoestratégico del país en la escena internacional, en general, y en su lucha contra el terror, en particular.
  • La grandísima densidad poblacional y desigualdades de ciudades como Nueva York.

Grupos extremistas y de odio

Estados Unidos es la cuna de más de 1 700 grupos que justifican el odio, e incluso la violencia, contra ciertos colectivos. Estos están inspirados en ideologías muy diversas que van desde el nacionalismo cristiano, el supremacismo blanco y la defensa armada antigubernamental (más conocidos simplemente como Militia), hasta el supremacismo negro y el islamismo violento. Muchos de estos grupos estarían prohibidos en Europa. De hecho, Canadá tiene en la lista de organizaciones terroristas a algunos, como los Proud Boys o los Three Percenters.

Tres hombres vestidos de militares portan armas en una manifestación.
Fotografía de un rally a favor del derecho a llevar armas en Virginia, Estados Unidos, en 2020.
Anthony Crider / Flickr, CC BY

Sin embargo, la primera y segunda enmienda de su constitución blindan, en primer lugar, el derecho a la libertad de expresión y, en segundo, el derecho a portar armas y a autodefenderse. Ambos derechos generarían las condiciones para que no se vete ningún tipo de ideología, incluso las violentas o de odio, puesto que caerían en la esfera del pensamiento y la expresión; y para que las armas estén a disposición de grupos que pueden considerar al Estado como una amenaza de la que defenderse.

La polarización estadounidense

En Europa se considera que las democracias pueden amortiguar cierto grado de polarización. Además, se plantea que la polarización real de la población puede diferir de la creciente polarización política. Por ello, la polarización y la radicalización violenta se estudian por separado y rara vez se ve a la primera la causa de la segunda.

En Estados Unidos, donde la representación política de la ciudadanía se canaliza históricamente a través de dos únicos partidos que han buscado diferenciarse apelando a las emociones y a la identidad, y donde existe gran número de grupos violentos con quienes los partidos también quieren conectar (a fin de ampliar la base de su electorado), la polarización se relaciona de manera mucho más directa con la radicalización violenta que en Europa.

La movilización violenta de los agraviados

Desentrañar las causas de la radicalización violenta no es tarea fácil. Se concitan sincrónicamente y de manera incoherente múltiples causas estructurales, diversas motivaciones y dinámicas relacionales complejas.

En un estudio comparativo monumental del yihadismo, la extrema derecha y la extrema izquierda mundiales, el exasesor del Gobierno holandés en materia de prevención de la radicalización violenta, Kees Van Den Bos, abunda sobre el papel que la sensación de agravio e injusticia desempeña como detonante de la violencia política, en ausencia de mecanismos de control emocional efectivos.

Un militar estadounidense enseña a un militar afgano cómo operar un rifle.
El capitán del Ejército de los Estados Unidos Kevin Mercer, oficial a cargo del Equipo de Entrenamiento del Cuerpo 205, observa mientras un entrenador del Ejército Nacional Afgano ajusta el emplazamiento de un rifle M-16 en Kandahar, Afganistán, el 23 de enero de 2008.
US Army / Flickr, CC BY

Si el supuesto que plantea Van Den Bos es cierto, la intervención de Estados Unidos en conflictos internacionales sangrantes recientes (tales como los 20 años de Afganistán, los más de 15 en Irak, las intervenciones desestabilizadoras de Libia y Siria y el enquistado conflicto de Yemen); las ejecuciones extrajudiciales en su guerra contra el terror, ya sea a través de operaciones especiales violando soberanía y coordinadas desde el extranjero (Bin Laden en Pakistán, 2011) o mediante drones (Al Zahahiri en Kabul, 2022); sus tensiones con países como Rusia o Irán; y la búsqueda, en ocasiones, de su interés nacional por encima del bien común, han suscitado la sensación de agravio en muchos países y colectivos dentro y fuera de Estados Unidos, lo que le convierte en blanco prioritario de objetivos terroristas.

La gran densidad de las ciudades

La densidad poblacional dentro de un territorio, la coexistencia de culturas diversas en un espacio reducido, las desigualdades y la degradación medioambiental de los barrios son factores clave de radicalización. Muchas ciudades de Estados Unidos reúnen estas condiciones.

Por ello, estos entornos, a pesar de estar en condiciones de cuasi militarización, son altamente vulnerables. Por un lado, tener bajo control a la población de una ciudad de más de diez millones de habitantes es imposible. Por el otro, ciudades con grandes desigualdades sociales y económicas y contrastes, con segregación poblacional de facto, favorecen la radicalización, más allá de su tamaño.

Nueva York es solo símbolo de un poder aparente que disimula la vulnerabilidad. Además, desafortunadamente, cuando en lugares como las calles de Manhattan todo es espectáculo y consumo, algarabía y desenfreno, distraerse con el break dance callejero, los encantadores de serpientes espontáneos y la constatación de la prostitución y opresión de la mujer (a través, por ejemplo, de la publicidad en vivo de bares de barra americana) es más probable que atender a las dinámicas sobrias de seguridad.

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.