Responde: Antonio G. Pisabarro De Lucas, catedrático de Microbiología en el Departamento de Ciencias de la Salud y director del Instituto IMAB (Institute for Multidisciplinary Research in Applied Biology-Instituto de Investigación Multidisciplinar en Biología Aplicada) de la Universidad Pública de Navarra (UPNA).
En episodios anteriores (ver más abajo la serie de artículos), hemos visto cómo entraba en nuestro cuerpo el virus SARS-CoV2 y cómo comienza nuestro sistema inmune inespecífico a luchar contra el invasor. Hoy veremos cómo se producen algunos síntomas de la enfermedad covid-19.
El avance de los coronavirus ha continuado. Las células infectadas producen copias del virus mientras las del sistema inmune inespecífico (células NK y monocitos) tratan de destruirlas para detener la infección. Si el número de células infectadas es reducido, si el de virus que entraron en el cuerpo es bajo, si las células NK y los monocitos consiguen destruir las células secuestradas antes de que estas liberen demasiados virus, la enfermedad será controlada y no habrá síntomas. La infección pasará desapercibida. Si, por el contrario, el número de virus es mayor o si la batalla con las células NK no se inclina a favor de estas rápidamente, la enfermedad progresará y surgirán los primeros síntomas.
Al ir avanzando por nuestras vías respiratorias, la destrucción de células epiteliales por las del sistema inmune inespecífico se generaliza. Los monocitos y las células NK son muy efectivas y resuelven la mayoría de las infecciones. Sin embargo, su acción no es selectiva: destruyen las células infectadas y las que están en sus alrededores, aunque estén sanas. De esa manera, se establece un perímetro de seguridad para detener la infección. Ahora bien, si la infección progresa, los daños de estas primeras batallas son extensos. Las señales que emiten las células infectadas y las que emiten las propias células del sistema inmune, las llamadas citoquinas, avivan el combate y se producen cada vez más daños colaterales. Cada vez hay más tejido destruido. Las células de limpieza (los monocitos que se ponen el traje de campaña y se transforman en macrófagos) limpian el campo de batalla y eliminan virus; pero no es suficiente.
A lo largo las vías respiratorias, hay detectores que se activan por las señales químicas de alarma que se van acumulando. Estos receptores no se comunican con el sistema inmune, sino con el nervioso que transmite señales eléctricas a través de diversos nervios a un centro de nuestra médula espinal que coordina una respuesta mecánica refleja. Ese centro es el centro de la tos. Del centro de la tos saldrán las señales que moverán diafragma, tórax, tráquea y glotis para producir corrientes de aire destinadas a expulsar el material destruido y los objetos extraños: se producen las primeras explosiones de tos.
La tos es muy efectiva para eliminar objetos extraños en la gran mayoría de los casos; pero, en este, hace más mal que bien. Los virus que han escapado de las células en las que se han formado son ahora arrastrados al exterior del cuerpo por una rápida corriente de aire. El ambiente exterior es duro para el coronavirus; pero no viaja solo: lo hace en pequeñas gotitas de agua, de unas cinco milésimas de milímetro, que expulsamos al toser. En esas gotitas, volarán algunos metros hasta caer al suelo, o a un mueble, o a la mano puesta para taparse la boca al toser. En esas superficies, el virus puede mantenerse activo hasta que vuelva a encontrar una nueva célula a la que infectar. Si no lo hace en unas horas, el virus se degradará e inactivará; pero si lo hace, se habrá producido un contagio.
Ilustración: Manuel Álvarez García.
En la lucha de células del sistema inespecífico con las células infectadas por virus, se produce un segundo tipo de señales químicas, que llegan al centro de nuestro cerebro transportadas por la sangre. Llegan al hipotálamo donde se controla la temperatura corporal. Del hipotálamo se emitirán las órdenes para que aumente la temperatura de nuestro cuerpo y se produzca la fiebre. Para que se produzca el fuego de la batalla.
La fiebre es un mecanismo de defensa muy incomprendido. En cuanto tenemos fiebre, tomamos un antipirético para reducirla y la consideremos más un enemigo que un aliado. Sin embargo, la evolución la ha desarrollado como un mecanismo para poner a nuestros invasores en una situación límite de temperatura de forma que nuestras propias células tengan más posibilidades de triunfar en el combate. Entonces, ¿por qué luchamos contra la fiebre? Lo hacemos porque ahora tenemos métodos médicos y farmacológicos para combatir las infecciones que nos permiten evitar el riesgo que supone la fiebre; pero, a lo largo de la historia de la humanidad, a lo largo de la historia de nuestra especie, la fiebre nos ha ayudado a sobrevivir a muchísimas infecciones.
Ya es tarde. Dejamos este diario de la resistencia en el su día número dos. Hemos visto cómo se producen los primeros síntomas de la enfermedad al intentar defendernos de la invasión de una forma inespecífica. En un siguiente artículo, veremos cómo se inicia la respuesta específica a la infección.
Mientras tanto, cuídense.
Nota 1: listado de artículos del catedrático Antonio G. Pisabarro De Lucas sobre el coronavirus.
2. Coronavirus: ¿cómo es el «malo» de esta película?
3. ¿Quiénes son las primeras víctimas del ataque del coronavirus?
4. ¿Cómo nos invade el virus? El primer encuentro del virus con nuestras células
5. ¿Cómo secuestra el coronavirus la célula?
6. ¿Cómo sabe el sistema inmune que una célula está infectada? Diario de la resistencia. Día 1
7. ¿Cómo se producen los primeros síntomas de la enfermedad covid-19? Fuego y explosiones en el inicio de la batalla (presente artículo)
8. ¿Qué es la tormenta de citoquinas? Diario de resistencia ante el coronavirus
9. ¿Cómo se producen los anticuerpos contra el coronavirus?
13 y siguientes. Se pueden localizar con el buscador de la parte superior derecha.
Nota 2: las personas interesadas podrán plantear a investigadores de la UPNA cuestiones relacionadas con el coronavirus o el estado de alarma a través del correo electrónico vicerrectorado.proyeccionuniversitaria@unavarra.es, incluyendo en el asunto #UPNAResponde/#NUPekErantzun.