Responde: Antonio G. Pisabarro De Lucas, catedrático de Microbiología en el Departamento de Ciencias de la Salud y director del Instituto IMAB (Institute for Multidisciplinary Research in Applied Biology-Instituto de Investigación Multidisciplinar en Biología Aplicada) de la Universidad Pública de Navarra (UPNA).
Los virus son moléculas de material genético que invaden células y, tomando su control, las ponen a su servicio para multiplicarse y empezar un nuevo ciclo de infección. Se trata de un verdadero secuestro biológico: las células infectadas ya no funcionan normalmente, sino que se transforman en factorías de ensamblaje de nuevos virus. En realidad, no podemos decir que los virus sean seres vivos, ya que no desarrollan actividad metabólica de ningún tipo mientras están fuera de la célula a la que infectan; y, cuando están dentro de ella, es la célula la que funciona siguiendo las órdenes del virus que la ha abducido. Los virus tampoco son capaces de multiplicarse fuera de las células (son siempre parásitos), ni tienen capacidad de movimiento. Como los virus no son seres vivos, en realidad no podemos matarlos: podemos destruirlos físicamente o podemos inactivarlos como se inactiva una bomba. Nuestra lucha contra los virus cuando nos invaden se basa en las dos armas que tenemos: una natural, la respuesta inmune que desarrollaremos o induciremos mediante la vacunación; otra artificial, mediante el uso de compuestos antivirales que destruyan de forma selectiva estos invasores.
Los virus que se ven en las fotografías son esas moléculas de material genético envasadas en cápsulas formadas por proteínas y, en ocasiones, envueltas por una capa tomada de la membrana de la célula en la que se ensambló. Aunque hay virus extremadamente pequeños, como el de la polio, y otros muy grandes, caso del de la viruela, la mayoría de ellos son tan pequeños que sólo pueden verse usando microscopios electrónicos. Al observarlos con estos microscopios, se ven algunos con formas alargadas (como el virus Ébola) o, más frecuentemente, con apariencia esférica. En muchos casos, como ocurre en el que nos ocupa estos días, la forma del virus y algunas estructuras características nos permite saber a qué grupo pertenece y tener una primera idea de sus características y del tipo de patología que pude causar, en su caso.
En la naturaleza hay muchísimas más partículas víricas que células de cualquier tipo. Se estima que en un mililitro de agua de mar hay en torno a diez millones de partículas víricas. Todos los virus son parásitos. Hay virus que son parásitos de células animales, otros de células vegetales, también de bacterias (los llamados bacteriófagos) e, incluso, hay virus que funcionan como polizones de otros virus. En conjunto, son parásitos de todo lo que se puede parasitar en este mundo. Sin embargo, son parásitos muy selectivos. Cada tipo de virus sólo es capaz de infectar a un tipo específico de células: los virus bacterianos sólo infectan bacterias; los de plantas, sólo vegetales, y los animales, sólo células animales. Es más: dentro de los virus animales, los virus de unas especies tienen muy difícil infectar otras especies diferentes. Esta selectividad de células a las que parasitar llega a distinguir distintas células dentro del cuerpo. Así, por ejemplo, los virus que infectan las células del hígado y producen hepatitis, no infectan células pulmonares para producir una neumonía; y tampoco ocurre al revés. Cada virus tiene su tipo de célula víctima específico.
¿A qué se debe esta especificidad? Se debe a que los virus necesitan agarrarse a la célula que van a infectar para poder entrar en su interior y dominarla. Para hacerlo, para unirse a su víctima, los virus tienen en el exterior proteínas o estructuras que les permiten asirse de forma específica a un tipo de molécula determinada (una proteína o un azúcar, por ejemplo) que esté en la superficie de la célula. Así, si un virus determinado encuentra la estructura a la que asirse, lo hará e infectará dicha célula. Si no la encuentra, pasará de largo sin infectarla. Por esto, sólo un número muy pequeño de la enorme diversidad de virus existente puede interaccionar con nosotros y causarnos, en su caso, enfermedades. Sólo nos infectarán los virus para los que algún tipo de células de nuestro cuerpo tenga un asidero, tenga un receptor.
En el caso del nuevo coronavirus, el asidero para el virus es una proteína, ACE2, que se encuentra en el exterior de las células que recubren interiormente los pulmones, arterias, corazón, riñones e intestinos. Por esto, cuando se inhala un coronavirus y llega al interior de los pulmones, puede unirse a las células que recubren los alveolos pulmones y, a partir de ese momento, se produce la infección, se produce la enfermedad.
En un siguiente artículo, veremos cómo se produce la infección y la enfermedad.
Mientras tanto, cuídense.
Nota 1: listado de artículos del catedrático Antonio G. Pisabarro De Lucas sobre el coronavirus.
1. ¿Qué es el coronavirus? (presente artículo)
2. Coronavirus: ¿cómo es el «malo» de esta película?
3. ¿Quiénes son las primeras víctimas del ataque del coronavirus?
4. ¿Cómo nos invade el coronavirus? El primer encuentro del virus con nuestras células?
5. ¿Cómo secuestra el coronavirus la célula?
8. ¿Qué es la tormenta de citoquinas? Diario de resistencia ante el coronavirus
9. ¿Cómo se producen los anticuerpos contra el coronavirus?
13 y siguientes. Se pueden localizar con el buscador de la parte superior derecha.
Nota 2: las personas interesadas podrán plantear a investigadores de la UPNA cuestiones relacionadas con el coronavirus o el estado de alarma a través del correo electrónico vicerrectorado.proyeccionuniversitaria@unavarra.es, incluyendo en el asunto #UPNAResponde/#NUPekErantzun.