Informe de la ONU: lo que se dice -y lo que no se dice- sobre la carne

De exhaustivo y clarificador puede calificarse el informe que el IPCC (Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático), órgano perteneciente a la ONU, ha dado a conocer recientemente con el título “El cambio climático y la tierra”. El hecho de que hayan participado en su elaboración 107 expertos de 52 países da idea de su importancia y magnitud.

El informe está estructurado en siete capítulos: Contextualización del cambio climático (cap. 1), Interacciones tierra-clima (cap. 2), Desertificación (cap. 3); Degradación de tierras (cap. 4), Seguridad alimentaria (cap. 5), Interrelaciones entre estos fenómenos (cap. 6) y Gestión de riesgos y toma de decisiones en relación al desarrollo sostenible (cap. 7). En total, 1.384 páginas de texto, más abundante material suplementario. Conscientes de la dificultad que supone para los no expertos en el tema la lectura y el estudio de un texto de tal extensión, el IPCC ha elaborado un comunicado de prensa de siete páginas donde recoge las principales ideas y conclusiones del informe. Este resumen lo publica, además de en la lengua inglesa en que está redactado el informe, en árabe, chino, francés, ruso y español. Su lectura, por la transcendencia del tema y la concisión y claridad con que está escrito, resulta muy recomendable para todo ciudadano del mundo.

Pues bien, dicha declaración supone, en primer lugar, una llamada de atención a toda la humanidad para concienciarnos de las consecuencias que pueden tener sobre el futuro del planeta tierra las pautas y hábitos de vida que estamos instaurando en nuestra sociedad.

De forma más concreta, apela al área de la silvicultura, agricultura y ganadería, cuya gestión y actividades generan el 23% de las emisiones de gases de efecto invernadero a la atmósfera. Pero no olvidemos, y el informe de la IPCC así lo señala, que la gran mayoría de las emisiones contaminantes de nuestra atmósfera se deben al consumo de combustibles fósiles y a la actividad industrial, procesos en los que estamos involucrados una gran parte de los habitantes del planeta. A esto habría que añadir, a consecuencia del afán de consumismo que prevalece en nuestra sociedad, el despilfarro de comida que realizamos, que alcanza la vergonzosa cifra de un tercio de los alimentos producidos a nivel mundial. Solo con que consiguiéramos solucionar este problema, más bien lacra si lo consideramos desde la óptica de la sensibilidad y solidaridad humanas, reduciríamos las emisiones contaminantes en un 10%.

Volviendo al sector agrario y alimentario, el informe concluye que “las dietas equilibradas basadas en alimentos de origen vegetal (como cereales secundarios, legumbres, frutas y verduras) y alimentos de origen animal producidos de forma sostenible en sistemas que generan pocas emisiones de gases de efecto invernadero presentan mayores oportunidades de adaptación al cambio climático y de limitación de sus efectos”. Por tanto, a lo que nos insta la ONU a los agentes del sector (técnicos, agricultores y ganaderos) es a afinar los modelos de producción, de manera que estos sean más eficientes y sostenibles, siendo más respetuosos con el medio ambiente, generando menos emisiones contaminantes, y asegurando siempre la calidad y la seguridad alimentaria para el consumidor. En este sentido, al igual que tras la II Guerra Mundial el sector agrario fue capaz de dar respuesta a la urgente llamada de los poderes públicos y de la sociedad en general para producir alimentos con el fin de abastecer las necesidades de la maltrecha Europa, no quepa duda de que, en los momentos actuales, también será capaz de responder a estas demandas que se señalan en el informe de la IPCC. Y con respecto a los consumidores, que son los que tienen la última palabra en los hábitos y conductas de consumo, es indudable que sabrán captar el mensaje de la ONU y demandarán cada vez más alimentos, además de sanos y saludables, que hayan sido producidos de manera respetuosa con el medio ambiente, el bienestar y el buen trato animal. Prácticas estas que ya vienen realizando la gran mayoría de agricultores y ganaderos navarros, pero que tendrán que ir intensificando y extremando en el futuro próximo.

Y ¿qué hay de la carne? Pues la palabra carne no aparece citada en ningún momento en el comunicado de prensa del IPCC que recoge las principales conclusiones del informe. Se sobreentiende que la carne está implícita en el término alimentos de origen animal, pero no hay una mención expresa al consumo de carne en el documento de prensa. Sí es verdad que hay un apartado importante sobre él en el capítulo de Seguridad Alimentaria del informe. Existen zonas del mundo donde el consumo de carne es elevado. Se mencionan en el informe algunos supuestos ilustrativos de la situación. Por ejemplo, si todas las naciones del mundo tuvieran el mismo consumo de carne que se da en Estados Unidos la totalidad de la superficie habitable de la tierra sería insuficiente para producir la carne requerida con los sistemas actuales de producción. Es previsible, además, que la demanda de proteína animal vaya creciendo en los países en desarrollo. Por tanto, es indudable la urgencia de ir optimizando los sistemas de producción de carne, en aras a reducir la presión sobre la tierra y sobre el uso del agua, y desde la perspectiva del consumidor, modulando el consumo de carne en algunos segmentos de población.

Tras todo lo expuesto, cabe realizar un par de reflexiones finales. Por una parte, hacer una referencia al trato mediático que, en general, se le da al consumo de carne. Titulares como “La ONU pide que se consuma menos carne para evitar el cambio climático”, que han abierto telediarios o han encabezado portadas de diarios, suponen una interpretación sesgada del informe mencionado. Por otra, hay que recalcar la importancia que el consumo de carne tiene en la alimentación humana. Su riqueza proteica, con algunos aminoácidos esenciales para el organismo humano, junto a su elevado contenido en ciertas vitaminas y minerales, hacen de la carne un alimento básico y fundamental en la dieta humana. No lo olvidemos.

 

Esta entrada al blog ha sido elaborada por José Antonio Mendizabal Aizpuru, catedrático de Producción Animal e investigador del Instituto IS-FOOD (Instituto de Innovación y Sostenibilidad en la Cadena Agroalimentaria) de la Universidad Pública de Navarra (UPNA)