Tecnología y sociedad
¿Por qué unas tecnologías levantan grandes polémicas sociales, mientras que otras se adoptan masivamente sin más? Aquellos que no comprenden por qué algunas tecnologías provocan recelos en la sociedad suelen expresar su sorpresa argumentando aquello de que “la tecnología no tiene ideología”. Aunque aceptásemos esa premisa, es imposible obviar que los grupos/instituciones/personas que promueven una opción tecnológica sí que tienen una ideología determinada (i.e. un conjunto de emociones, ideas y creencias colectivas que describen y postulan modos de actuar sobre la realidad colectiva). Dado que las tecnologías no se instalan en el vacío, si no que se insertan en una sociedad concreta en un momento concreto, será este contexto social el que determine que una misma tecnología tenga o no una recepción parecida en distintas sociedades. Por otro lado, las tecnologías difieren en su potencial para alterar el tejido social y los modos de vida, concitar interés o preocupación, generar negocios o provocar la desaparición de otros, etc. En suma, tecnología y sociedad necesariamente interactúan y se transforman mutuamente.
Esa es la pregunta que el proyecto “History of Nuclear Energy and Society” (HoNESt) contribuye a responder, en el ámbito concreto de la energía nuclear en Europa. HoNESt es un consorcio de 25 instituciones de quince países europeos financiados por el programa de la UE Horizonte 2020 y Euratom.
La energía nuclear tiene niveles de aceptación muy diferentes en Europa. El viejo continente alberga algunos de los países con más energía nuclear producida, tanto en términos absolutos (Francia) como relativos (Eslovaquia, Hungría, Bélgica, Suecia…), pero también incluye países que optaron relativamente temprano por no implantar energía nuclear en su territorio (Austria, Dinamarca, Portugal), otros que decidieron moratorias para contener su expansión (España) o planificar su abandono (Alemania), así como el único caso en el mundo de un país que cerró sus nucleares de golpe después de más de veinte años de operación (Italia). Mientras tanto, Francia sigue apostando por la energía nuclear y Reino Unido, Hungría, Polonia y Bulgaria tienen proyectos en activo para construir nuevas centrales nucleares. Lejos de ser un tema controvertido del pasado, la energía nuclear todavía está en la primera página en el presente y lo seguirá siendo en el futuro. ¿Qué hace tan diferentes las reacciones de las sociedades europeas con respecto a la energía nuclear?
Al comparar los distintos casos europeos, HoNESt trata de comprender las motivaciones, las formas de participación que se llevaron a cabo, qué actores estuvieron involucrados, el contexto en el que ocurrieron (económico y sociopolítico) y cómo fueron de “exitosos” para los diferentes grupos de interés (es decir, ¿quién se beneficia y cómo?). En general (si bien con alguna excepción), hemos observado una falta de interacción entre los actores sociales sobre temas sensibles y éticos provocados por el cambio tecnológico. Históricamente, las estrategias gubernamentales e industriales de “limitación de la información” han permitido el “éxito” en el corto plazo, pero han sido ineficaces para asegurar el apoyo social y/o ganar la confianza de la sociedad en los promotores de los proyectos nucleares en el largo plazo. En el desarrollo e implantación de la energía nuclear, como de otras muchas tecnologías, los promotores optaron con frecuencia por enfoques del tipo “decidir-anunciar-defender”, donde la falta de participación democrática crea la sensación, potencialmente legítima, de ausencia de justicia energética. En contraste, las oportunidades para debatir, deliberar y participar en un diálogo más abierto conducen, según la literatura de ciencias sociales y los casos nacionales que manejamos en HoNESt, a una gobernanza energética más constructiva y sostenible en el tiempo. Una presunta falta de honestidad, las restricciones en el acceso a la información y la dejadez frente a las preocupaciones y prioridades de los ciudadanos han sido identificadas en nuestro análisis comparativo como factores de protección a corto plazo contra las polémicas socio-tecnológicas. Pero también son las semillas de dificultades seguras en el largo plazo.
Los análisis de los investigadores de HoNESt también destacan que el apoyo y/o la oposición a la energía nuclear, tanto de los ciudadanos como de los gobiernos, es dinámica. Las preferencias cambian según las condiciones ambientales, sociales o económicas. Como resultado, lo que se percibe como «exitoso» con respecto al avance tecnológico en un momento puede pasar a percibirse como un estruendoso fracaso años más tarde, y viceversa. Los posicionamientos sobre la energía nuclear varían también en función del momento histórico y del contexto en el que se produjeron: mientras que, en la Europa del sur y central, la izquierda se ha tendido a posicionar frente a la energía nuclear, en la actual Europa del Este es la derecha liberal y pro-europea la que con más vehemencia se ha opuesto a la energía nuclear. Esto no es más que el reflejo de lo que advertíamos al comienzo: las tecnologías no se insertan en el vacío, sino que, en cada país, las alianzas que se configuran para promover una cierta opción tecnológica condicionan en parte qué grupos se posicionarán en sentido opuesto.
Finalmente, los aspectos industriales y económicos han desempeñado un papel importante en el desarrollo nuclear, como se ha identificado en otras partes de la literatura. Sin embargo, también es indicativo de la experiencia derivada de los varios países estudiados que poner el foco únicamente sobre tales objetivos, por encima de los de justicia social y participación pública, arriesga la legitimidad democrática (y con ello, la aceptación) de tales desarrollos, la eficacia de la interacción civil-nuclear asociada y las respuestas de la sociedad a la tecnología en el largo plazo. La equidad en los procesos que resuelven disputas y asignan recursos deben estar presentes si el objetivo es obtener una gobernanza energética responsable y duradera en el tiempo.
Esta entrada ha sido elaborada por Mª del Mar Rubio Varas, responsable de la Secretaría Científica de HoNESt, profesora titular de Historia e Instituciones Económicas e investigadora del Institute for Advanced Research in Business and Economics (INARBE) de la Universidad Pública de Navarra