Cómo fotografiar la Vía Láctea
La Vía Láctea es una galaxia espiral donde se encuentra el sistema solar. Su diámetro tiene unos 100.000 años luz y se calcula que contiene entre 200.000 y 400.000 millones de estrellas.
El nombre Vía Láctea proviene de la mitología griega. Significa camino de leche, pues, para los griegos, lo que vemos es la leche derramada de la diosa Hera.
Hace algunas décadas, bastaba levantar la vista y mirar al cielo para ver una mancha blanquecina en dirección este-oeste. Desde la Edad Media, el nombre comúnmente usado para designarla era Camino de Santiago, pues se argumentaba que esa mancha servía para que los peregrinos pudieran orientarse y poder llegar así a Santiago de Compostela.
Hoy en día, ya no es tan visible. La contaminación del aire y, sobre todo, la contaminación lumínica nocturna de las ciudades y de otros núcleos de población obligan a tener que desplazarse a lugares donde reine una total oscuridad para poder verla.
Las fotografías que vemos publicadas de la Vía Láctea resultan imposibles de captar por el ojo humano, pues no tiene suficiente sensibilidad. Sin embargo, una cámara fotográfica es capaz de registrar la luz que emite la galaxia. Veamos cómo proceder.
Hay que tener en cuenta que la Vía Láctea se pueda ver durante todo el año, pero su parte más brillante, llamada centro galáctico, no es visible en invierno. Solo se ve uno de sus brazos, en forma de arco sobre el horizonte.
Para localizar la Vía Láctea, debe dirigirse la mirada hacia el sureste, sur o sudoeste, según la época del año. El mejor momento para verla abarca desde mayo a finales de julio o mediados de agosto. Se ve el brazo, vertical, y el centro galáctico con todo su brillo y esplendor.
Existen excelentes aplicaciones para teléfonos móviles, como Photopills, Stelarium, etc. que, mediante realidad aumentada, permiten ver dónde se localiza la Vía Láctea en cada coordenada geográfica, y proporcionan todos los parámetros sobre la hora del orto y del ocaso, y elevación máxima del brazo y del centro galáctico. Son aplicaciones gratuitas o que cuestan unos pocos euros. Resultan fundamentales, no obstante.
Fotografiar la Vía Láctea requiere una atmósfera seca (cuanto más seca, mejor); limpia; sin nubes, en algún lugar donde no exista contaminación lumínica ni polvo. Las mejores noches son las de luna nueva. Los mejores meses para hacer la fotografía son los comprendidos entre mayo y julio, ambos incluidos.
Llegados al lugar elegido (conviene hacerlo de día) tomaremos posiciones y, ya de noche, no encenderemos ninguna luz blanca.
Se debe llevar una linterna frontal de leds de luz blanca y que también proporcione luz roja, con objeto de poder hacer ajustes en la cámara, para poder ver mínimamente sin incordiar a nadie. La luz roja no molesta ni deslumbra. Acostumbraremos los ojos a una total oscuridad durante viente minutos por lo menos. Hay que aprender a ver sin luz apenas.
No conviene ir solo, por prudencia. La fauna salvaje puede visitarnos; suele ser curiosa, sobre todo, si llevamos comida. Si no tenemos visitas, un esguince, una caída o un corte pueden requerir que necesitemos ayuda.
Conviene dejar dicho a dónde vamos, dónde estaremos y cuáles son las coordenadas GPS del emplazamiento, y tener presente que, en muchos lugares apartados, los móviles no tienen cobertura. En Navarra, la Foz de Arbayún, zonas del Valle del Roncal y las proximidades de Ujué o de Guirguillano son algunos ejemplos de buenos observatorios.
Previamente a nuestro desplazamiento, habremos elegido el equipo fotográfico. Hace falta una cámara réflex, o una cámara sin espejo o una compacta avanzada. La cámara tiene que poder ajustarse en modo manual y permitir archivos en formato raw. La cámara de un móvil actual no suele dar buenos resultados, salvo raras excepciones.
La cámara debe enfocarse a infinito. Se puede hacer el enfoque a infinito en modo automático, mientras haya luz, y pasar a modo manual acto seguido, teniendo mucho cuidado de no tocar nada que pueda alterar el enfoque del objetivo. También se puede enfocar a la distancia hiperfocal.
El objetivo debe ser un angular o gran angular, con una distancia focal entre 12 y 24 mm. en formato completo, equivalente a 35 mm. Es esencial que sea luminoso, que pueda abrir el diafragma a 2.8 o superior. Cuanto más abra, mejor, pues menor será el tiempo de exposición.
El ISO, la sensibilidad del sensor a la luz, se ajustará a 1.600 ó 3.200. Mejor si empezamos con 1.600. Un ISO más elevado genera ruido digital muy visible.
El balance de blancos se fijará a unos 3.000-3.500 kelvin. De esta forma, se corrige la dominante marrón de las fotos nocturnas y veremos el cielo de color azul oscuro.
Por cierto, un flash no sirve absolutamente para nada, salvo para iluminar objetos cercanos. El flash más potente apenas ilumina a 50 metros de la cámara, en el mejor de los casos.
El tiempo de exposición, si no queremos ver estrellas movidas, como rayitas en el cielo, se calcula mediante la regla del 500. Se divide 500 entre la longitud focal del objetivo equivalente en formato completo, teniendo en cuenta el factor de recorte de nuestro sensor: 1,5 ó 1,6 en APS (Nikon, Canon, Sony) o 2 en micro cuatro tercios (Olympus, Panasonic).
Por ejemplo, si usamos un angular equivalente a 16 mm en formato completo, o «full frame», el tiempo de exposición será 500/16 =30 segundos aproximadamente. Si el sensor es APS, el tiempo será 500/(16×1,5) o 500/(16×1,6), unos viente segundos, más o menos.
El tiempo de exposición se programa en la cámara, con ayuda de intervalómetro o, simplemente, se cuentan los segundos en modo «bulb» con un cable disparador pulsado.
Las estrellas siempre salen movidas, más o menos, porque los tiempos de exposición son largos, no por defectos de la cámara ni por la calidad óptica del objetivo. En treinta segundos, el movimiento es apreciable. Por ejemplo, la Luna en poco más de dos minutos se ha desplazado su diámetro, aproximadamente, 0,50 grados.
Como las exposiciones son largas y se hacen muchas, combinando ISO con tiempos de exposición, conviene llevar varias baterías para la cámara, especialmente, cuando el tiempo es frío. Las bajas temperaturas descargan rápidamente las baterías.
Por todo lo expuesto, se deduce que hay hacer las fotografías con trípode. Es fundamental. Conviene usar un trípode muy sólido (que no tiene que ser forzosamente pesado), que no vibre cuando la cámara levanta el espejo, ni se mueva con la brisa y que no trepide con la vibración del obturador.
Para darle mayor estabilidad, se puede colgar un peso, como la mochila, unas piedras que encontremos, que colocaremos dentro de una bolsa de tela o plástico que llevemos de casa, por ejemplo. Nos serviremos del gancho que llevan los trípodes en la columna central. La estabilidad e inmovilidad son fundamentales.
Durante la exposición, la cámara no puede moverse en absoluto. Para mayor seguridad, puede usarse el retardo del disparador, el que levanta el espejo y, tras varios segundos de espera, abre el obturador. También podemos usar un cable disparador de control remoto.
Hacemos la fotografía siguiendo estas pautas. ¿Ha quedado bien?… Lo sabremos fijándonos en el histograma de la foto que nos muestra la pantalla LCD. Si queda hacia la izquierda (foto subexpuesta) o a la derecha (foto sobreexpuesta), se modifica el ISO o el tiempo de exposición, o ambos, subiéndolos o bajándolos, hasta que el histograma no se recorte ni por la derecha ni por la izquierda.
Si aumentamos el ISO, se incrementará el ruido de la toma y, si aumentamos el tiempo de exposición, las estrellas ya no serán puntos. Habrá que buscar un equilibrio entre ruido y movimiento. En caso de que la cámara tenga esa opción, ajustaremos la reducción de ruido para ISO elevados. No es aconsejable ajustar el ISO para exposiciones largas, pues se duplican los tiempos de exposición.
Es recomendable hacer las fotos tras alterar el tiempo de la exposición e ISO, haciendo combinaciones (muchas, mejor) y con calma en casa nos decidiremos por la que más nos guste.
Con la Vía Láctea, nos pasa lo mismo que con la Luna, que siempre vemos lo mismo. Con un poco de práctica, aprendemos a configurar la cámara con muy buenos resultados. Al final, fotografiar la Vía Láctea es casi una rutina.
Si tu objetivo abre a 2.8, puedes comenzar con una configuración de partida consistente en un balance de blancos =3.000K, ISO=1.600; f: 2.8; tiempo=25 segundos. En función de los resultados, juega con 20, 25, 30, 35 y 40 segundos de exposición, por ejemplo.
Si tu angular abre como máximo a f: 3.5 o f: 4, mantén el ISO en 1.600, pero sube el tiempo y prueba con 30, 35, 40 segundos de exposición. Prueba también con un ISO de 3.200. Seguramente, alguna de las combinaciones ISO/tiempo te proporciona una buena fotografía.
En mi caso, utilizo una Nikon «full frame» con un objetivo de 15 mm.; un balance de blancos de 3.000 K; ISO 1.600; f: 2.5 y pruebo con tiempos exposición de 15 a 35 segundos, contados de uno en uno (20, 21, 22, 23 ….). Siempre hay alguna foto que queda bien, generalmente alrededor de 25 segundos de exposición. El ISO nunca lo cambio.
Recuerda que subir el ISO aumenta el ruido digital y subir la exposición hace que las estrellas salgan movidas. Un buen truco es espaciar las tomas y dejar que el sensor se enfríe, porque, cuando se calienta, genera ruido. El invierno es un buen aliado contra el ruido.
Busca un equilibrio entre ISO y tiempo. Haz pruebas. La experimentación es esencial y debes conocer tu cámara.
Si eres un afortunado poseedor de un objetivo muy luminoso, f:1.2, por ejemplo, bastarán unos pocos segundos de exposición, 6 ó 7 nada más.
Parto de la base de que f: 2.8 busca un buen compromiso entre luminosidad y coste. Un objetivo f:2.8 no es barato, pero ocurre que el precio de un gran angular f: 1.2 ronda los 3.000 euros.
Las diferencias entre las fotos dependen, sobre todo, de la composición: la Vía Láctea puede estar alineada o formar un arco sobre una ermita, unas ruinas de un castillo, un objeto singular, una formación rocosa, un faro marítimo, unos árboles… Estos objetos los puedes iluminar con un destello de flash o linterna, jugando con distintos ángulos y potencia de la luz. La imaginación es libre.
Tu cámara guarda los datos EXIF de cada foto. Los datos EXIF son informaciones como el balance de blancos, el ISO, la velocidad, la abertura del diafragma, objetivo utilizado, distancia focal, etc. Aprenderás mucho sobre tus aciertos y errores observando la calidad de tus fotos y prestando atención los ficheros EXIF correspondientes.
Espero haber resultado claro con estas explicaciones. Si tienes alguna duda, escríbeme a igrande@unavarra.es
Esta entrada ha sido elaborada por Ildefonso Grande Esteban, profesor jubilado del Departamento de Gestión de Empresas de la Universidad Pública de Navarra (UPNA), que es también el autor de las fotografías que acompañan al texto.