Joaquín Sevilla Moróder, responsable de la Cátedra de Divulgación del Conocimiento y Cultura Científica, catedrático del Departamento de Ingeniería Eléctrica, Electrónica y de Comunicación e investigador del Instituto de Smart Cities (ISC) de la Universidad Pública de Navarra (UPNA)
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Lo normal es que a los medios de comunicación llegue el resultado final de confrontar estudios contradictorios. Con la urgencia de la pandemia, eso no sucede.
Con lupa. Así observamos a la comunidad científica desde que la pandemia de COVID-19 irrumpiera en nuestras vidas. Jamás habíamos estado tan pendientes de lo que hacen y lo cierto es que nunca habíamos conocido tan de cerca los resultados a los que llegan. Sin embargo, las conclusiones contradictorias se solapan, generando una gran confusión en la sociedad. ¿Vivimos en la era de la fast ciencia? ¿Nos llegan los resultados demasiado pronto sin estar suficientemente contrastados? Nos ayuda a comprender el momento actual Joaquín Sevilla, profesor de la UPNA y director de la Cátedra de Divulgación del Conocimiento y Cultura Científica Laboral Kutxa-UPNA.
¿Ha perdido la ciencia credibilidad?
No. El cambio fundamental es que estamos viviendo la ciencia bajo el microscopio. La estamos viendo en directo y nos llama la atención los mecanismos de funcionamiento interno que sigue, mecanismos que, normalmente, no salen a la luz pública. En contextos no tan urgentes, lo que nos llega son los resultados finales ya bien empaquetados en el consenso final. Ahora, la estamos viviendo en directo con todo el proceso de lucha interna entre las diferentes visiones hasta que, con el tiempo, se va asentando en base a la evidencia y se llega al descubrimiento definitivo.
¿Es bueno ver la ciencia en directo?
No sé si es bueno o malo, pero sí sé que es inevitable: como tenemos urgencia por conocer los resultados, estamos en la puerta esperándolos según salen. Esto provoca que nos encontremos con muchos estudios que otros diferentes van a desmentir. Es malo en el sentido de que vamos a ver muchas expectativas defraudadas y nos puede generar ansiedad; y es bueno porque los resultados interesantes los estamos conociendo antes, en el primer momento.
¿Es normal que existan resultados tan contradictorios?
Sí: la ciencia es así y lo normal es que haya resultados contradictorios. Cuando uno empieza a investigar un fenómeno desconocido, no sabe qué puede afectarle. Un equipo hace un tipo de experimentos y le sale un resultado; otro lo hace de otra forma y le salen otros resultados aparentemente contradictorios. El avance de la ciencia es ir realizando más experimentos para comprender mejor la realidad y, con el tiempo, resolver las disputas llegando a consensos y estableciendo el conocimiento más veraz posible, lo que, en otras palabras, es la ciencia. A los científicos no nos llama la atención que existan opiniones opuestas, porque en los congresos siempre hay este tipo de grescas. Sin embargo, ahora, como nos afecta tanto el resultado de la ciencia con la pandemia que estamos viviendo y la estamos siguiendo con lupa, esa confrontación resulta llamativa a la sociedad, pero, insisto, no a los científicos.
Así que los científicos, por naturaleza, dudan…
Así es: de hecho, es lo que diferencia a un científico de un vendehúmos. Cuando alguien tiene clarísimo que si te inyectas lejía vas a mejorar y otro te dice “es extremadamente improbable”, pero ni siquiera te dice “no o nunca”, solamente el uso de esa seguridad te da una idea de quién parte de un conocimiento claro (porque conoce hasta dónde llega y cuáles son sus límites) y quién parte de unas creencias que ha llevado más allá de lo razonable.
Sin embargo, asistimos a un baile de resultados tan opuestos, que la ciudadanía, en muchas ocasiones, no sabe qué creer. ¿Deberían estos estudios llegarnos más tarde?
No necesariamente. Quizá lo mejor sería que tuviéramos una educación y una cultura científica de cómo es el proceso de la ciencia para poder calibrar mejor el grado de veracidad de estos informes. Las recomendaciones que vienen de la fe y están escritas en libros sagrados no cambian nunca porque las dictó el profeta. En cambio, en la búsqueda de verdades científicas, precisamente el hecho de que las recomendaciones cambien, nos da una idea de que lo que hay detrás es el mejor conocimiento disponible. Pero este no es perfecto: no viene de Dios escrito en un libro. Si se van descubriendo nuevos aspectos, se va incorporando el conocimiento y se van cambiando las recomendaciones, de manera que estén a la última de lo que se sabe. Y se va sabiendo a medida que avanza el conocimiento.
¿Ha cambiado el coronavirus la manera en la que vamos a conocer los resultados de la ciencia en el futuro?
La forma en la que se publica la ciencia tiene tiempos muy largos. La estructura típica de los papers que recogen la información científica se estableció en tiempos de Pasteur y la manera de publicarlos, aproximadamente, en la Segunda Guerra Mundial. No me atrevo a decir que una tradición centenaria vaya a cambiar de la noche a la mañana, ya que su raíz es muy profunda y, de hecho, ha resistido muy bien la llegada de Internet, que ha revolucionado otros ámbitos, como el de la música o el cine. Sin embargo, el del documento científico sigue como si Internet no hubiera aparecido. Eso sí, lo que sí creo es que la pandemia ya ha traído consigo cambios en velocidades de publicación o en que se tomen los preprints más en consideración.
¿Cuál es el valor de los preprints?
Cuando estamos en pandemia y ganar dos semanas puede salvar vidas, es bueno acortar procesos. Los preprints posibilitan publicar antes el mismo artículo que envío para que me validen. Ese estudio seguirá el camino estándar de revisión por pares pero, mientras, ese conocimiento está circulando antes para que otros lo puedan aprovechar y acelerar las fases para hacer descubrimientos y combatir este maldito bicho que nos tiene atrapados en esta vida tan rara.
Entonces, ¿a favor de los preprints?
Totalmente. Me parece que el modo tradicional de publicación tenía mucho sentido en la era del papel, pero en la era de Internet sería más razonable un sistema de publicación en el que la sanción del resto de colegas, en vez de ser a prori, por unos pocos y en un procedimiento bastante oscuro, fuese a posteriori. Algo así como una especie de los likes de Facebook, pero en un entorno controlado. Cualquiera no podría darle un like a un artículo científico, pero lo ideal es que todo fueran preprints y que las valoraciones de otros científicos del campo se incorporaran como comentarios, de modo que fuera eso lo que sancionara o no ese conocimiento. Lo natural es que la ciencia avance en esta línea de socialización, en vez de estos procedimientos muy Gutenberg, basados en sobres lacrados y personajes secretos que, cada vez, tienen menos sentido.
¿Qué papel deberían jugar los medios de comunicación en estos momentos en los que los estudios van tan rápido que apenas están contrastados?
Me parece muy difícil decidir de qué se habla y cómo y ello requiere conocimiento y una cierta línea editorial. Los medios de comunicación deben ser muy profesionales e incorporar a periodistas especializados en ciencia. Es una gran responsabilidad saber a qué no dar visibilidad hasta que se aclare más o contarlo, ya que de todas formas otros medios más sensacionalistas lo van a publicar, pero añadiendo las contextualizaciones necesarias y contrastando la información con otros científicos.
Por último, ¿qué consejo le darías a un ciudadano para que pueda distinguir cuándo un estudio tiene verdadero valor y cuándo no?
En primer lugar, debe desconfiar de aquello que le gustaría que ocurriera. Y también de quien vende duros a pesetas porque, casi seguro, es mentira. Los problemas complejos tienen soluciones complejas y el que llega con la solución milagrosa, lo más probable es que sea mentira. Además, recomiendo buscar referentes, tanto medios como personas concretas, que nos merezcan confianza porque se la han ido ganando a lo largo del tiempo con opiniones sensatas y acertadas.
Descubre más sobre este tema escuchando el podcast “Con el coronavirus, ¿ha perdido credibilidad la ciencia?”, de Ciencia al punto, el podcast de divulgación científica de la UPNA.
Más información:
«Virus en el sistema de publicaciones científicas», Joaquín Sevilla, Alberto Nájera y Juan Ignacio Pérez. The Conversation 3 mayo 2020
«Toma de decisiones y pandemias: conforme agregamos conocimiento, perdemos certeza», Joaquín Sevilla. The Conversation 21 marzo 2020
«Lessons from the influx of preprints during the early COVID-19 pandemic», Liam Brierly, The Lancet, March, 2021
«The evolving role of preprints in the dissemination of COVID-19 research and their impact on the science communication landscape», Nicholas Fraser et al. PLOS Biology, April 2, 2021