Una tecnología emergente para conservar productos derivados de la pesca

Con el fin de mejorar la calidad microbiana y aumentar la vida útil de productos de pescado fresco, se propone el uso de películas y recubrimientos comestibles antimicrobianos como una tecnología emergente para complementar los procedimientos tradicionales de conservación empleados por la industria alimentaria.

Recientemente, en un trabajo de investigación realizado en la UPNA, se combinaron dos estrategias distintas para conservar medallones de merluza fresca en refrigeración: i) la aplicación de un recubrimiento antimicrobiano con aceite esencial de orégano o carvacrol y ii) la reducción de la carga microbiana inicial mediante buenas prácticas de manejo y un tratamiento superficial mediante hipoclorito de sodio. El uso de ambas estrategias combinadas dio lugar a una reducción significativa en el crecimiento de bacterias asociadas a la descomposición del pescado fresco, después de doce días de almacenamiento a 4 ºC.

Por otro lado, novedosos agentes antimicrobianos fueron incorporados en diferentes concentraciones en las formulaciones para elaborar películas y recubrimientos comestibles. Así, uno de los compuestos antimicrobianos adicionados en la formulación de películas a base de gelatina de pescado fue el arginato láurico. Este agente antimicrobiano afectó a las propiedades tecnológicas de las películas a base de gelatina de pescado. Se observó que estas películas antimicrobianas inhibieron el crecimiento de bacterias asociadas a la descomposición del pescado fresco.

Un extracto de la planta de hinojo marino fue también incorporado en las formulaciones de películas comestibles a base de proteína aislada de suero lácteo y de gelatina de pescado. Se evaluaron la capacidad antioxidante y el contenido de compuestos activos presentes en los extractos y su efecto en la incorporación sobre las propiedades tecnológicas de estas películas.

Para la obtención de los extractos se evaluaron dos métodos de secado: convencional mediante aire caliente y por liofilizació (frío). Las plantas deshidratadas fueron tratadas con dos concentraciones de etanol. Los mejores resultados se observaron en los extractos de plantas obtenidos mediante liofilización y alta concentración de etanol. Estos extractos mostraron una alta capacidad antioxidante y abundante compuestos activos. Con estos extractos, se elaboraron películas activas y se evaluaron sus propiedades tecnológicas. El extracto agregado afectó a las propiedades físicas y mecánicas de las películas activas y le atribuyeron capacidad antioxidante.

Las películas y los recubrimientos comestibles antimicrobianos representan una tecnología innovadora efectiva y consolidadas para mejorar la calidad microbiológica del pescado fresco, al tiempo que prolongan la vida útil y garantizan la seguridad de los productos al inhibir el crecimiento de los microorganismos y los patógenos transmitidos por los alimentos. Si bien esta tecnología de conservación ofrece muchas ventajas, no pueden reemplazar las buenas prácticas de higiene y manejo y los sistemas actuales de conservación de los alimentos frescos, pero su uso, en conjunto con otros medios de procesamiento que se utilizan actualmente en las industrias alimentaria, ofrece nuevas oportunidades y desafía tanto a los científicos como a los fabricantes para satisfacer las demandas de los consumidores de productos mínimamente procesados.

 

Esta entrada al blog ha sido elaborada por Víctor Oswaldo Otero Tuárez, doctor por la Universidad Pública de Navarra (con una tesis sobre la conservación de productos derivados de la pesca) y profesor de la Universidad Laica Eloy Alfaro de Manabí (Ecuador)

 

 

Antioxidantes: de la semilla de uva a tu dieta diaria

Gabriel Davidov Pardo, licenciado en Tecnología de Alimentos por la Universidad Iberoamericana de México y doctor por la Universidad Pública de Navarra (UPNA), ganó en 2012 la primera edición del concurso “Tesis en 3 Minutos”. El investigador mexicano se impuso en la modalidad de tesis doctorales en este certamen, financiado por la FECYT (Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología-Ministerio de Economía, Industria y Competitividad), que premia a quienes mejores sepan explicar en 180 segundos a un público no especializado el contenido de su trabajo.

Su investigación, dirigida por los profesores María Remedios Marín Arroyo e Iñigo Arozarena Martinicorena y galardonada con uno de los Premios Extraordinarios de Doctorado (2011-2012) de la UPNA, se centró en el vino, que, por sus compuestos fenólicos, ha demostrado ser una fuente rica en antioxidantes naturales, los responsables de bloquear la acción dañina de los radicales libres sobre las células.

A continuación, se resume su intervención en el concurso “Tesis en 3 Minutos”, titulada “Antioxidantes: de la semilla de uva a tu dieta diaria”.

 

 

Desde hace más de 2.000 años se sabe que el vino tiene efectos beneficiosos para la salud. Hipócrates, padre de la medicina, dijo entre los siglos V y IV antes de Cristo: “El vino es una cosa maravillosamente apropiada para el hombre si, en tanto en la salud como en la enfermedad, se administra con tino y justa medida”.

En la actualidad, se sabe que, entre los efectos benéficos del vino, se encuentran la prevención de enfermedades cardiovasculares y la de algunos cánceres. Los principales responsables de estos efectos beneficiosos son los antioxidantes, que llegan al vino desde la uva durante el proceso de vinificación (transformación del mosto de la uva en vino).

No todos los antioxidantes llegan al vino. Algunos se quedan en partes de la uva, como las semillas, por lo que extraerlos e integrarlos en nuestra dieta diaria supondría una mejora de la salud.

Sin embargo, aquí reside el reto de los científicos que trabajan en investigación de alimentos, porque los antioxidantes de las semillas de uva presentan dos inconvenientes principales: el primero es que son sensibles al calor y la mayoría de los productos alimentarios que se venden en los supermercados pasan por un proceso térmico durante su elaboración; y el segundo es que tienen un sabor sumamente amargo y astringente, lo que haría desagradable el producto al que lo añadamos.

Para resolver estos dos problemas, Gabriel Davidov recurrió a la microencapsulación. Consiste, básicamente, en tomar un compuesto (en este caso, los antioxidantes) y cubrirlo con otro compuesto o mezcla de ellos a nivel microscópico para así protegerlo y enmascarar su sabor.

En el caso de la tesis doctoral de Gabriel Davidov, el investigador usó una mezcla de compuestos provenientes del maíz, la tapioca y el árbol de mezquite. De esta manera, logró proteger los extractos de la semilla de uva, porque los antioxidantes microencapsulados presentaron menos cambios con los tratamientos térmicos que los antioxidantes libres.

Para comprobar el enmascaramiento del sabor, añadió estos antioxidantes en galletas. Los consumidores probaron galletas sin antioxidantes y otras con antioxidantes microencapsulados y les gustaron de manera muy similar.

En resumen, la microencapsulación es una forma viable de llevar los antioxidantes de las semillas de uva a nuestra dieta diaria y así mejorar la salud de los consumidores.

“Deja que la comida sea tu alimento y el alimento, tu medicina” (Hipócrates). Esta idea es algo que investigadores como Gabriel Davidov intentan realizar todos los días en sus laboratorios.

 

Este post ha sido editado por la Unidad de Cultura Científica (UCC) de la Universidad Pública de Navarra