“¿Por qué los atardeceres son rojos y el cielo es azul?”, se pregunta Joaquín Sevilla Moróder, profesor, investigador y responsable de Divulgación del Conocimiento de la Universidad Pública de Navarra (UPNA), en este vídeo de la serie divulgativa “Ciencia en el Bar”. Este experto y Javier Armentia Fructuoso, astrofísico y director del Planetario de Pamplona, aportan una explicación a este fenómeno.
Percibimos la luz procedente del sol como blanca, aunque, en realidad, está formada por múltiples colores que viajan juntos. Hay fenómenos como el arco iris en los que esos colores se dispersan y se pueden percibir individualmente. El aire que nos rodea parece transparente, pero, en realidad, no lo es del todo. Por eso, la luz del sol, al atravesar kilómetros de ese aire, da lugar a colores diferentes al blanco.
Los colores azul (y violeta) rebotan con facilidad en las moléculas de aire. Por ello, se van esparciendo por todo el cielo y llegan a nuestros ojos desde todas las direcciones: eso es lo que hace que veamos azul todo el cielo. Al violeta le ocurre lo mismo. Sin embargo, al ser menos intenso y nuestros ojos menos sensibles a él (se puede comprobar buscándolo en un arco iris), apenas influye.
Por el contrario, los colores rojos y anaranjados atraviesan más cantidad de atmósfera y sufren menos colisiones con las moléculas del aire; es decir, se desvían menos de la línea recta. Cuando el sol está cerca del horizonte y tiene que atravesar más camino de atmósfera hasta llegar a nuestros ojos, los tonos azules se van yendo en todas las direcciones y solo llegan los rojos; de ahí que veamos rojizos los atardeceres.
El efecto es más notable si en el aire hay humedad o partículas en suspensión.
Enlaces de interés
- Cielo azul (explicación en castellano de tres minutos, algo densa y compleja, pero muy buena).
- Otra explicación más sencilla.
- El experimento (en una versión un poco menos “tabernaria”).
Este post ha sido editado por la Unidad de Cultura Científica (UCC) de la Universidad Pública de Navarra